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13/04/2019

Un abrazo grande a todos los q compartimos esta pasión q es coleccionar monedas y billetes.
Feliz día Numismaticos.

29/12/2017
26 de junio - DÍA DE LA CARTOGRAFÍAEl 26 de junio se celebra el Día de la Cartografía Nacional, conmemorando la creación...
27/06/2017

26 de junio - DÍA DE LA CARTOGRAFÍA

El 26 de junio se celebra el Día de la Cartografía Nacional, conmemorando la creación del Departamento de Topografía por parte de Bernardino Rivadavia, instituido en Argentina en el año 1826.

De esta manera nace la primera institución orgánica cuyo fin primordial es elaborar una cartografía ordenada, cuyos datos serán recopilados a través de la delineación de plazas, calles y caminos, como traza de los pueblos y levantamiento de planos.

El festejo del Día de la Cartografía se instauró oficialmente en nuestro país por el Decreto Nº 4229 de 1958, firmado por el entonces Presidente Arturo Frondizi. La conmemoración había sido un pedido formalizado por el Centro Argentino de Cartografía al Ministerio de Obras y Servicios Públicos de la Nación.

Esa medida tuvo la virtud de impulsar el desarrollo de la Cartografía, disciplina de innegable importancia en el desarrollo cultural, económico y social del país.

Además de aludir al reconocimiento del creador del Departamento de Topografía, la celebración del Día de la Cartografía Nacional busca instaurar un justo reconocimiento a los anónimos profesionales y técnicos que a través de sucesivas generaciones brindan sus servicios al país mediante el desempeño de la actividad cartográfica.

Existen dos instituciones que rigen la actividad cartográfica. El Instituto Geográfico Militar (I.G.M.) tiene a cargo la cartografía sistemática del Territorio Nacional desde el año 1879. Su misión es la planificación, programación, ejecución, control, fiscalización y asesoramiento de la actividad cartográfica a nivel nacional, a fin de satisfacer los objetivos y políticas establecidas por el Poder Ejecutivo Nacional, contribuyendo a una eficaz definición y representación de la soberanía territorial argentina. La otra institución es el Centro Argentino de Cartografía (CAC) creado el 23 de noviembre de 1955, con el objeto de conformar una institución, sin fines de lucro, donde se pudieran nuclear todos los técnicos y profesionales que se dedicaban a esa actividad, para el desarrollo y el progreso de la cartografía. Carente hasta ese momento de antecedentes en el país, su creación iba a permitir que la Cartografía asumiera el papel que le correspondía, dentro del quehacer técnico científico, en el ámbito nacional. Hoy el Centro tiene el propósito de contribuir a la investigación, conocimiento y el desarrollo de la cartografía; propiciar el reconocimiento recíproco y la vinculación entre sus integrantes y el resto de al comunidad cartográfica de orden regional, nacional e internacional.

¡Feliz día para los Cartógrafos!

Emisiones con sobrecarga "Servicio Oficial".
Próceres y Riquezas Nacionales.
Emisión: 1935 a 1952.

23/06/2017
21/06/2017

El campo en la numismática nacional
A partir de 1860, los arquetipos de las pampas argentinas aparecen retratados en los billetes locales

La numismática es, indudablemente, una fuente insoslayable en el estudio de la economía y de la historia de un país. Resulta interesante, en este sentido, descubrir cómo la imagen de una Argentina agropecuaria también se fortaleció a través de su dinero.

Como el devenir del siglo XIX argentino no fue precisamente lineal, la historia de sus billetes y metales tampoco.

Durante casi toda esta centuria, las soluciones previstas para el circulante estuvieron signadas por marchas y contramarchas y las iniciativas para acuñar moneda e imprimir billetes derivaron en éxitos parciales y fracasos.

Así, la Argentina dependió del exterior durante décadas para contar con monedas y papeles propios. De hecho, entre 1860 y 1881 se careció de monedas nacionales y las que circulaban eran bolivianas.

La elección de motivos argentinos comenzó durante el gobierno de Rosas, según cuenta Arnaldo Cunietti-Ferrando, director del Museo del Banco de la Nación Argentina.

"Pero en la década de 1860 se incorporan de manera notable imágenes de vacunos, caballares y ovinos. Cierto es que a veces no eran de razas reconocibles como nuestras, pero eso sucedía porque los modelos provenían de las casas impresoras británicas o estadounidenses encargadas de confeccionar nuestro papel moneda; por ello también algunas de esas imágenes se encuentran en billetes contemporáneos de Uruguay, Brasil, Chile y Paraguay."

A decir verdad, la elección no era siempre acertada. Así, en un billete de 1856 del Banco de la Provincia de Bueno Aires se ve... ¡un canguro!

Un gaucho con plata

La aparición de arquetipos del campo argentino también se da durante la década de 1860. Un billete de 50 pesos de la provincia de Buenos Aires, en emisión de 1867, muestra a un gaucho montado y al galope, que hace girar el lazo.

En 1869 circulan dos billetes que muestran la imagen conocida como "La pisadora de maíz", correspondiente al óleo del pintor carioca-francés Juan León Palliére, que vivió en la Argentina entre 1855 y 1866 y pintó innumerables imágenes rurales. Sin embargo, estas reproducciones son diferentes en su línea y en lo que muestran: ambas tienen a la mujer que pisa maíz y por detrás de ella un gaucho con su caballo, en actitud de galanteo, pero en una hay, además, un perro, una gallina y pollitos. La primera corresponde al Banco Oxandaburu y Garbino, de Entre Ríos, entidad privada autorizada a emitir; la segunda, al Banco de la Provincia de Buenos Aires.

También en ese año este banco provincial emite un billete de 200 pesos corrientes que tiene a la izquierda del anverso a un esquilador.

La aparición de gauchos en la numismática argentina de esos años parece contradecir la generalizada idea de que la reivindicación oficial del arquetipo nacional se produce a fines de siglo XIX, luego del definitivo reconocimiento de "Martín Fierro", de José Hernández.

"La normalización de la emisión en nuestro país comienza a ser realidad en la década de 1880 -explica Cunietti-Ferrando-. En 1881 aparecen la primeras monedas emitidas aquí, aunque son resultado de cuños franceses, y en 1888 se promulga la ley de Bancos Garantidos, que obliga a que se retiren los billetes de bancos provinciales y privados y éstos adhieran a una emisión única."

De esta manera comienzan a salir de circulación billetes de las más variadas procedencias, desde un banco privado cordobés al municipio de Jujuy.

A las frecuentes imágenes ganaderas se deben agregar las relacionadas con la agricultura. La Argentina de las mieses tuvo su primera representación en el papel moneda en 1867, en un billete bonaerense donde aparecía una mujer segadora de trigo. En 1935, además, se acuñó una moneda con un hombre que empujaba un arado, que nunca se emitió.

Sin embargo, la agricultura logró su presencia más recordada en el circulante a partir de 1942 y hasta 1950, con una serie de monedas de 5, 10 y 20 centavos que mostraban una espiga de trigo y una cabeza de vacuno.

El resero

La imagen del hombre de campo ganó nuevamente un lugar destacado en 1962, gracias a una moneda de 10 pesos realizada en acero enchapado, que reproducía la estatua "El resero", del escultor Emilio J. Sarniguet. Esta obra se encuentra en la vieja entrada al Mercado de Liniers, en las avenidas De los Corrales y Lisandro de la Torre, y todos los domingos custodia la concurrida Feria de Mataderos.

En 1984 el gobierno de Raúl Alfonsín promulgó una ley que cambiaba la denominación pesos por la de australes. Un año después se emitían tres monedas bajo ese nombre, con imágenes de un hornero, un ñandú y un puma, respectivamente.

La decisión de colocar fauna autóctona en el dinero argentino respondió a la acentuada preocupación por la conservación de la naturaleza, en un país donde muchas especies silvestres corren peligro de extinguirse.

¿Y en la actualidad? La presencia rural no está manifestada, a menos que consideráramos la reproducción en el billete de 100 pesos, que muestra al general Julio A. Roca y su estado mayor, todos a caballo, durante la Campaña al Desierto.

¡Pero para muchos estos billetes son tan difíciles de conseguir como los del canguro!

Oche Califa

Primera moneda argentina, reverso, con sol de mayo, 1813 (en rediseño de 1991) La moneda de la Asamblea del año XIII En ...
21/06/2017

Primera moneda argentina, reverso, con sol de mayo, 1813 (en rediseño de 1991) La moneda de la Asamblea del año XIII En las Provincias del Río de la Plata se utilizaban las monedas emitidas en la Casa de moneda de Potosí, con el sello real. En febrero de 1813 ocurre la victoria rioplatense sobre los realistas en la batalla de Salta. Las tropas del Ejército del Norte al mando del general Manuel Belgrano ocupan Potosí. Cuando la noticia llega a Buenos Aires, la Asamblea General Constituyente, llamada Asamblea del año XIII, resuelve realizar la acuñación de un nuevo tipo de moneda y se sanciona la ley del 13 de abril que dispone que dicha moneda tendrá: "por un lado el sello de la Asamblea General [más tarde convertido en Escudo nacional] quitado el Sol que lo encabeza, y un rótulo alrededor que diga “Provincias Unidas del Río de la Plata”; por el reverso un Sol que ocupe todo el centro y alrededor la inscripción siguiente, “En Unión y Libertad”; llevar todos los otras signos que expresan el nombre del ensayador, lugar de su amonedación y valor de la moneda...". Las de oro serían iguales "con sólo la diferencia que al píe de la pica, y baxo de las manos que lo afianzan se esculpan trofeos militares consistentes en dos banderas de cada lado, dos cañones cruzados y un tambor al pie". Distribución Las primeras piezas de 1813 circulan desde fines de junio y se continúan emitiendo hasta noviembre, cuando Belgrano se retira hacia Jujuy tras la derrota de Ayohuma. Por este revés militar cambia la concepción independentista de los patriotas de Buenos Aires y se propone desde la anexión a la corona de Portugal hasta volver a ser colonia española, mientras que José Artigas comenzaba a luchar contra ese retroceso revolucionario fundando la Liga de los Pueblos Libres. Es entonces cuando durante todo 1814 se funden monedas patrias para acuñarlas con el busto de Fernando VII. En 1815 Rondeau, al mando del Ejército Auxiliar del Perú, inicia una nueva campaña y logra hacer replegar a los realistas. Entonces se realiza la segunda emisión de monedas autónomas, esta vez sólo de plata y de dos tipos: "reales" y "soles". Los "soles" serían llamados así como emblema independentista, y actualmente es la moneda del Perú En 1815 los españoles ocupan nuevamente el Alto Perú, y continúan acuñando monedas fernandinas una década más hasta que el Alto Perú y entre sus provincias Potosí y toda la región se independizan de la corona española y se separa del resto del Río de la Plata bajo el nombre de República Bolívar, hoy Bolivia. Descripción Las primeras monedas de la futura Argentina tenían igual tamaño, peso y ley que las realistas, así su valor estaba dado por el peso del metal: las de 8 reales debían pesar 27 gamos, las de 4 reales 13,5 gramos y así sucesivamente. Se acuñaron en esta cantidad monedas de oro de 8, 2 y 1 escudos, y fueron mucho más abundantes las de plata con los mismos valores. Solamente se sumaron las de 1/2 y ¼ real.



1822-

Moneda Argentina
Buenos Aires emitió sus propias monedas empezando en 1822, denominadas en reales y décimos, con 10 décimos equivalentes a 1 real.
Las monedas fueron emitidas en denominaciones de 1, 5, 10 y 20 décimos, junto con ¼, ½ (en realidad mostrado como 5/10), 1 y 2 reales. Todas fueron acuñadas en cobre.

Papel moneda

En 1820, el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires introdujo billetes en denominaciones de 5, 10, 20, 40, 50 y 100 pesos. Esos fueron seguidos en 1823 por 1, 3 y 5 pesos. El Banco de Buenos Ayres comenzó a emitir billetes en 1822 en denominaciones de 20, 50, 100, 200, 500 y 1000 pesos. Billetes de 1 y 2 pesos siguieron en 1823.

fuente eljineteinsomne2.blogspot.com

Esquila y EsquiladoresAlgunos siglos antes del arribo de los conquistadores españoles, los quechuas del Alto Perú, criad...
21/06/2017

Esquila y Esquiladores

Algunos siglos antes del arribo de los conquistadores españoles, los quechuas del Alto Perú, criadores de abundantes tropas de vicuñas, alpacas, guanacos y llamas, ya procedían al trasquile de sus animales, haciéndolo en años alternados, de manera que el estado de su lana llegase al más alto grado de florecimiento.

El trasquile de los cabellos de los varones, que también alcanzaba a los niños de la nobleza incaica, era un hecho que se cumplía cuando éstos pasaban de la niñez a la pubertad, significando por tal modalidad su condición de adulto.

Los españoles que desconocían a los camélidos de las especies citadas, las llamaron “ovejas de la tierra”.

Las primeras ovejas españolas que en 1550 introdujo en aquellas tierras Don Nuflo de Chaves, eran de discutible raza merina, berberisca, pirenaica o siria; no las de mejor calidad, prevenciones que tomó España en resguardo de futuras y previsibles competencias.

Ni las leyes dictadas para las Indias Occidentales, ni las Reales Cédulas, que disponían del número de ovejas a entregarse a cada poblador, tuvieron los pequeños efectos a que España se hallaba acostumbrada, cuyas crías eran estrictamente controladas por la trasplantada Hermandad de la Mesta.

Este consejo pastoril prontamente fue superado por la fantástica multiplicación de la especie, ausencia de conflictos, derechos de peaje y pastoreo, estable y rica abundancia de las praderas.

Los aspectos cuantitativos de la especie, no obstante el trasplante costumbrista de los primeros pastores, modificaron sustancialmente las modalidades pastoriles y lexicográficas.

Los factores indicados, la escasa demanda de lana y su bajo costo, procrearon paralelas modalidades, donde nuestros hombres de campo explotaban igualmente la especie bovina.

Tal dualidad pastoril trajo aparejado el adiestramiento de una nueva baquía, el esquileo de las ovejas.

Las ventajosas causas apuntadas, juntamente con la especial dedicación de ovejeros escoceses, irlandeses e ingleses, otorgaron a nuestra ganadería menor inusitada importancia.

En las lomadas, bajo el protector amparo del corpulento ombú en las proximidades de las estancias o cercanías de los misérrimos puestos, los corrales de adobe, contenían miles de cabezas.

En el quinquenio 1850-1855, en cada partido del norte, oeste y sur de la Provincia de Buenos Aires existían ocho o diez criadores de ovejas. Los animales que en 1852 se cotizaban a dos pesos, cinco años después valían 30 y 35 pesos.

En el período comprendido entre 1868 y 1874, a causa de las restricciones aduaneras impuestas por los Estados Unidos de América, una oveja se trocaba por una gallina.

Durante el bloqueo francés, según las anotaciones del viajero inglés Guillermo Mac. Cann, 400 irlandeses, 23 escoceses y 19 ingleses se encontraban dedicados a la cría de ovinos.

Esta época caracterizó nuestra proverbial largueza y generosidad criolla: en las casas de campo, nunca faltaba un “cuarto de capón” o un “costillar de vaca” para cumplimentar a imprevistos huéspedes y viajeros.

La Esquila

Entre nosotros, las faenas de la esquila constituyeron una labor distintiva dentro de la explotación ovina. En la proximidad de la primavera, cuando ya habían desaparecido los últimos vestigios del frío, los propietarios de las majadas convenían con un capataz o con una comparsa de esquiladores, diez, veinte o treinta, de acuerdo con la cantidad de la majada, las operaciones del esquileo.

Procedente de las poblaciones más cercanas, un grupo de jinetes (comparsa) provistos de los más esenciales vicios: tabaco, papel para armar y yerba; alpargatas, pañuelos, camisetas y bombachas se dirigían a la estancia convenida.

Los paisanos, regustando por anticipado las ruidosas alternativas del trabajo, contaban a gritos anécdotas o sucesos del año anterior y las perspectivas del actual. Se pechaban con sus caballos, se desafiaban a cortas carreras, alardeaban de su capacidad, presumían de amorosas aventuras y se chanceaban de cien maneras.

Los más reservados y los de mayor edad, marchaban al paso de sus cabalgaduras o andando a galope corto, se mantenían a la zaga del bullanguero grupo que los precedía.

Esquiladores sujetan una oveja a medio esquilar. Visten camisas de manga larga, faja, chiripá, calzoncillo y botas de potro. 1904.

Una que otra china, mujer o hija, fortachona, montada en ancas o en su propio caballo, muy dispuesta, portaba diferentes utensilios hogareños, uno que otro poncho y algunas provisiones de boca si su hombre era algo resentido del estómago, sufría de espasmos, de aires o “sentimiento” de la cintura.

Designado un capataz, el personal elegía un espacio determinado en la playa, donde pudiese actuar en libertad de movimientos.

El horario de trabajo era de sol a sol. Los breves intervalos de descanso eran los del mate cocido, el del almuerzo y por la tarde, de nuevo el mate. El menú consistía en puchero al mediodía y asado y guiso, casi siempre de oveja, por la noche. Aparte de los que cumplían la específica tarea de esquiladores había agarradores, maneadores, afilador, envellonador, médico y latero.

Los primeros tenían la obligación de tomar las ovejas, voltearlas y manearlas; realizaban esta última operación con una suave lonja de carnero retorcida. Terminada la pelada de cada animal, éste era alejado del tendal.

El afilador, con una piedra de agua cuidaba del perfecto y constante filo de las tijeras. Los más celosos de su herramienta lo hacían por su propia cuenta.

El envellonador tenía la tarea de envolver el vellón recién obtenido, cuidando que la lana de arriba quedase hacia adentro de la que se hallaba adherida a la piel.

El mismo, con la colaboración de otro hombre muy diestro, con veinte o más vellones completaban la capacidad de un lienzo que, anudado por sus cuatro puntas, alcanzaba a pesar de 80 a 100 kilogramos, apilándolos en el galpón. Su sueldo era fijo, por día, al igual que el del médico.

La mejor lana se obtenía de la parte superior de las costillas, espalda y base del pescuezo. La de segunda calidad, correspondía a los costados del cuerpo y parte del pescuezo. La más inferior, se sacaba de las patas, nalgas, barriga, cabeza y cola.

Se llamaba lana dulce a la más firma y delicada de todas; lana borrega, a la que no formaba vellón y lana madre a la que era obtenida de ovejas adultas.

La sana ironía y el buen humor de los esquiladores le daban el tratamiento profesional de médico a la persona encargada que con un trozo de arpillera sujeta en el extremo de un palo debía concurrir prestamente cuando uno o varios a la vez, por torpeza o descuido, herían o cortaban la piel del animal.

Al grito de ¡ médico! el hombre acudía con su único medicamento y aplicaba sobre la sangrante herida una negra pincelada de alquitrán en prevención de embichaduras.

Los mejores esquiladores del siglo pasado pelaban de 70 a 100 animales por día, considerados como hombres de muy buena y fuete cintura, dado que la tarea se cumplía en cuclillas.

Se pagaba por cada animal esquilado 0,07, 0,10 y con posterioridad 0,20 centavos. Por un carnero, animal de mayor tamaño, con el que se debía tener mayor cuidado, se abonaba el doble.

Cuando las mujeres esquiladoras eran desaprensivas, dicharacheras o zafadas, las bromas corrían sobre el tendal, originándose situaciones enojosas, donde los celos, muchas veces infundados, alternaban por días la cordial fiesta del trabajo.

Los paisanos tocaban su cabeza con un sombrero de copa redonda y ala escasa, camisa y camiseta, arremangada hasta el antebrazo la primera, pañuelo al cuello, chaleco derecho abotonado, faja, tirador con rastra, calzoncillo, medias largas, chiripá y también bombachas. Algunos, para resguardar parte de la limpieza de su ropa, revestían sus extremidades con trozos de lienzo o telas de inferior calidad.

Al término de la esquila, diez o más días de trabajo, los esquiladores eran obsequiados por el ovejero o dueño de la estancia.

Un gran almuerzo reunía a hombres y mujeres. Como las últimas siempre se encontraban en minoría, se invitaba a señoras y señoritas de los propietarios linderos, de suerte que no faltasen parejas para los bailes de dos: mazurca, polca y habanera. Guitarreros y acordeonistas amenizaban la fiesta.

Empanadas, pastel de carne al horno, mazamorra, asado y vino, constituían los platos del almuerzo.

Como casi todos tenían un “crédito” en las ligeras patas de sus caballos, las pollas eran de rigor, en las que muchos perdían el apetito, cuando otros, gananciosos, triplicaban el monto de sus haberes.

Como no era cosa de dejarse estar por contrariedades del azar o pasajeros desaires amorosos, al día siguiente, muy de madrugada, la comparsa se encaminada hacia otra estancia.

Mientras tanto, en el desierto tendal, abundante en mechones de lana, abrojos y cascarrias, el lastimoso balido de las desaparecidas ovejas, el tac-tac imaginario de las tijeras, unido al ludir del badajo de los cencerros de las madrinas, parecía oírse en la mañana tibia como una inocente y distante protesta de aquellas que despiadadamente habían sido desprovistas de las galas de su lana.

Latas y lateros

De intento hemos diferido la relación del contenido de este subtítulo por conceptuarlo de original importancia.

La lata o ficha de latón, cobre o bronce, de un módulo de 4 ½ , tres y aún dos centímetros, se utilizaba para el pago del esquileo de cada oveja.

El peón latero disponía de una bolsita con cientos de estas latas, una de las cuáles entregaba a cada esquilador en el instante en que éste terminaba la operación. Cuando la cantidad arribaba a 25 ó 50 unidades peladas, éstas eran recuperadas por el latero, al cuál entregaban a su vez una única lata por un valor equivalente.

Estas piezas tenían valor adquisitivo en las pulperías y comercios de la región, donde el estanciero u ovejero era conocido.

Terminadas la faenas, el dueño de las latas las rescataba abonando en pesos los valores enunciados en las mismas.

Según nos documenta el doctor Jorge Ferrari, prestigioso numismático, estas latas son altamente consideradas por los coleccionistas de monedas y medallas.

La mayor parte de ellas ofrecen cifras de su valor en pesos, la marca del hacendado, nombre del establecimiento y partido, región o rincón de la estancia. Otras tenían solamente las iniciales de sus propietarios, las presencia de ovejas o carneros, animales de otras especies, árboles o la condición de su valor, un vellón.

Algunas de ellas se hicieron perforadas para evitar previsibles defraudaciones y en su totalidad, fueron acuñadas en su anverso y reverso.

Una de ellas, muy original, propiedad de la estancia “La Otomana” presenta una media luna, cuyo desaparecido propietario, don Juan B. Larraburu, concitó un frondoso anecdotario, ampliamente popularizado en el actual partido de Necochea.

Las marcas de sus estancias: La Otomana, El Aduar, El Odre, Eder y Cía. Y La Hebrea, figuraban impresas en el reverso de uno de los billetes de 10 pesos que en 1910 emitió su establecimiento comercial El Pito.

No faltaron quienes, recurriendo a los recursos empleados por los gobiernos de pobreza fiduciaria, hicieron acuñar en cobres de 0,02 centavos o en pequeñas monedas de plata de escaso valor sus nombres o iniciales, constituyendo un verdadero resellado.

Parecería que el mismo gobierno, identificado con la prosperidad de estas explotaciones ovinas, hubiese querido asociarse a los éxitos de una de las principales fuentes de su economía ganadera. Con tal propósito, en el año 1867 la Provincia de Buenos Aires emitió un pequeño billete, del valor de un peso, en cuya parte central aparece la lanuda presencia de un carnero, pasando al reconocimiento popular con el irónico nombre de “un carnerito”.

Por momentos, cuando se habían terminado las faenas de la esquila, o en los impuestos intervalos de los días lluviosos, los esquiladores, dueños de estas latas, ganadas en largas y rudas jornadas, sentían que les cosquilleaban y quemaban en los bolsillos.

Para matar el tiempo de los interminables ocios o despuntar el vicio del juego, se organizaban partidos de monte, de truco y de taba. La última era de comprometedoras alternativas, de sangrientas disputas.

Claro está, la presencia de innumerables caballos, mantenidos a grano, era como una callada incitación a la competencia o demostraciones de superioridad. Se convenía correr en yunta, en la que cada propietario apostaba todas sus latas, su tirador, su puñal de plata y sus secretas esperanzas de enriquecimiento.

En estos lúdricos momentos, el puñado de latas, cien o doscientos pesos, arribaban a sus más lamentables destinos.

Fichas de esquila en cuproníquel.

Las menos se extraviaron en la cancha de la singular justa hípica, otras fueron recuperadas por sus emisionistas y muy pocas se encuentran en nuestras colecciones como preciosos signos monetarios de una superada era pastoril cuando la esquila, ejecutada a tijera, fue fiesta del paisanaje, de las pintorescas comparsas, personificadas por tantos trabajadores modestos propulsores de nuestra actual riqueza ovina.

Federico Oberti

Publicado en Cuadernos de Numismática - N° 90 - Diciembre 1993 - pág. 23

Publicado por primera vez en “La Prensa” del domingo 22 de Junio de 1969

El día 27 de febrero de 1812 Manuel Belgrano diseñó una bandera con los mismos colores que la escarapela, enarbolándola ...
21/06/2017

El día 27 de febrero de 1812 Manuel Belgrano diseñó una bandera con los mismos colores que la escarapela, enarbolándola por primera vez en Rosario, a orillas del río Paraná. Allí, en las baterías “Libertad” e “Independencia” la hizo jurar a sus soldados.

La consagración legal de la actitud tomada por Belgrano el 27 de febrero de 1812, correspondió al Congreso de Tucumán por iniciativa del diputado Juan José Paso. El Decreto, redactado y presentado por el diputado por Charcas, José M. Serrano, fue aprobado en la Sesión del 20 de julio de 1816.

25 de febrero de 1818 El Congreso de Tucumán (trasladado a Buenos Aires), a propuesta del diputado Chorroarín, aprobó como bandera de guerra la misma que ya se usaba, pero con el emblema incaico del sol en el centro.

8 de junio de 1938 El Congreso de la Nación, por ley nacional Nº 12.361, estableció el día 20 de junio (por ser el aniversario del fallecimiento del Gral. Manuel Belgrano, el 20 de junio de 1820 como “Día de la Bandera”, declarándolo asimismo como día feriado nacional.

El Escudo de la República Argentina fue aceptado oficialmente el 12 de marzo de 1813 por la Asamblea General Constituyen...
13/03/2017

El Escudo de la República Argentina fue aceptado oficialmente el 12 de marzo de 1813 por la Asamblea General Constituyente de ese año. Aun así, se conservan documentos emitidos por la Asamblea que testimonian que antes de conocerse el decreto que aprobara su diseño ya se empleaba el actual escudo, habiéndose utilizado con anterioridad a este el escudo de armas del Virreinato del Río de la Plata.

A pesar de la ausencia de sanción legislativa, el hecho de que Manuel Belgrano lo usara como símbolo central del gallardete de las tropas emancipadoras consagró el emblema, siendo adoptado por pueblos y gobiernos como símbolo de la nacionalidad argentina.

La historiografía oficial considera que la Asamblea del Año XIII comisionó al diputado por San Luis, Agustín Donado para que se encargara de la confección del sello con el cual se autenticaría la documentación del Gobierno, el grabado definitivo de tal sello fue realizado por el orfebre Juan de Dios Rivera quien parece haberse inspirado en un escudo usado por los jacobinos durante la Revolución francesa.

Filatelia… un pasatiempo casi olvidado…Por Alex Alberto        El día de hoy me regalaron varios sellos postales de Hond...
09/03/2017

Filatelia… un pasatiempo casi olvidado…
Por Alex Alberto


El día de hoy me regalaron varios sellos postales de Honduras, los mas viejos creo que rondan el año de 1891. Bueno ya anteriormente había tenido una bonita colección de sellos postales, mi pasatiempo filatelista iba viento en p***a, había logrado reunir la mayoría de los sellos postales del Siglo XIX de Honduras y me venia alistando para el siglo XX, mi interés filatélico era y es actualmente Honduras Siglo XIX y El Siglo XX hasta 1966, después pienso yo que lo sellos postales dejaron de tener la bellaza que de los primeros tiempos de la filatelia, no en vano escribe Neruda en un poema de Residencia en la Tierra:



“Aquellos días extraviaron mi sentido profético, a mi casa entraban los coleccionistas de sellos, y emboscados, a altas horas de la estación, asaltaban mis cartas…”



Lo malo de mi primera colección es que fui despojada de ella, casi descaradamente, hoy yace mi esfuerzo olvidado en algún olvidado anaquel, empolvándose, y siendo mostrada quizá con falsa modestia por algún ladrón, descarado, mis queridos sellos… Ante ese suceso, vino como era de esperase el abandono de la filatelia, pero el impulso por coleccionar sellos casi mu**to, se negaba desaparecer y por alguna obsesión iba por aquí y por halla, comprando sellos y guardándolos en sobrecitos, o amigos generosos que sabían de mi pasatiempo me regalaban uno que otro sello, hoy como dije antes un buen amigo mío, me regalo un pequeño lote, y pensé que eran poco los sellos que tenia, cuando abrí la cajita de metal en que fueron entregándose al olvido, descubrí que tenía tantos sellos como los que había perdido, aunque no tengo muchos de los sellos perdido espero conseguirlos nuevamente, y me voy a comprar un clasificador y mi sección del Catálogo de Scott correspondiente a Honduras, mi lupa, ni modo mi madre se la quedo, pensando que quizás nunca mas la podía necesitar, y a coleccionar nuevamente, espero completar la mayoría de los sellos postales de Honduras de antes de 1966 y luego dedicarme a coleccionar estampillas de flora y fauna.



Lo malo de todo esto, es que siento que la filatelia al menos en nuestro país va en picada hacia abajo, los cipotes de ahora les interesa mas ir al cine, jugar al playstation, o escuchar al artista reggaetonero del momento, ni modo, y el tiro de gracia se lo dio el correo electrónico, pues al ser gratis de enviar no necesitas comprar y pegar un sello postal, y en muchos países se estén cambiando los sellos postales por calcomanías impresas sin ninguna gracia ni interés filatélico, imagino que cuando falte, mi pequeña colección se llenara de polvo a menos que algún sobrino o nieto decida completarla.

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