
04/08/2025
Para Platón, las palabras se hallan íntimamente ligadas a lo real. Borges en su
poema El Golem describe de manera excelsa, el pensamiento
platónico. Desde esta mirada, la palabra lleva en sí la
realidad de las cosas; la palabra contiene, condensa la
esencia de lo real.
El poema remite a una vieja leyenda de la mitología judía
según la cual, un rabino en Praga creó con barro un
ser para proteger a su comunidad: el Gólem. Este cobraba vida al inscribirse en su frente la palabra Emet (verdad) o alguno de los nombres de Dios. Al borrar la primera letra de
Emet (alef) de su frente y quedar en ella solo met (mu**to), el
Golem podía ser desactivado y volvía a ser una masa de barro
inerte.
Entre sus tantas lecturas e interpretaciones, una de las
cuestiones que aflora es el poder creador de la palabra. Así como el Gólem era animado por el nombre, nosotros
también creamos con cada palabra pronunciada,
generamos realidad con el lenguaje.
Entonces, la advertencia ya no es mítica, sino personal:
¿Qué realidades estamos gestando con las palabras?
¿Cómo usamos el idioma? ¿Qué diálogos entablamos con
nosotros mismos y con los otros? ¿Qué realidad y climas
estamos creando con nuestras palabras?