03/09/2025
Más Allá de las Lágrimas
De Julie CL (JC)
Valeria estaba triste. Acababa de llorar en la escuela, y las lágrimas se sentían como pequeñas gotas de lluvia en su corazón. Su abuela la abrazó fuerte. "Mi querida Valeria," dijo la abuela, "pronto irás a la universidad. Es un nuevo capítulo."
Valeria miró a su abuela. "Pero, ¿y si lloro allí también, Abuela? Tengo que ser una persona adulta, ¿verdad? Los adultos no lloran." La abuela sonrió suavemente. "Ser adulta no significa no llorar, mi amor. Significa aprender a navegar tus sentimientos."
Días después, Valeria llegó al campus universitario. Los edificios eran enormes, los pasillos bulliciosos y todo parecía nuevo y un poco intimidante. Se sintió un n**o en la garganta. "Aquí no puedo llorar," pensó.
En su primera semana, Valeria se perdió buscando una clase. El mapa era confuso y su corazón empezó a latir rápido. Sintió esa familiar sensación de querer llorar. Respiró hondo, recordando las palabras de su abuela.
Justo entonces, una voz amable dijo: "Pareces un poco perdida. ¿Necesitas ayuda?" Era Mateo, un estudiante de último año con una sonrisa amigable. Le mostró el camino y le dijo: "La universidad es grande, es normal sentirse abrumado a veces."
"Gracias, Mateo," dijo Valeria. "Es que... no quiero llorar. Quiero ser fuerte." Mateo asintió. "Ser fuerte es pedir ayuda cuando la necesitas, Valeria. O encontrar una manera de procesar lo que sientes. No es guardar todo dentro."
Un día, Valeria recibió una calificación baja en un examen importante. Las lágrimas picaron en sus ojos. Se sintió como en la escuela de nuevo. Pero esta vez, en lugar de esconderse, recordó lo que Mateo le había dicho.
Tomó un cuaderno y empezó a escribir. Escribió sobre su frustración, su tristeza y su miedo. Las palabras fluyeron, y con ellas, la tensión en su pecho disminuyó. No lloró, pero se sintió liberada.
Al día siguiente, habló con su profesor sobre el examen y con Mateo sobre cómo se sentía. Ambos la escucharon y le ofrecieron consejos. Se dio cuenta de que había muchas formas de ser "adulta" y fuerte.
Valeria siguió enfrentando desafíos en la universidad, y a veces, las lágrimas aún querían asomarse. Pero ahora sabía que podía respirar, escribir, hablar o simplemente permitirse sentir. Ser adulta era entender sus emociones, no esconderlas. Y eso la hacía más fuerte que nunca.