
05/09/2025
Para quienes somos cristianos, la lucha espiritual es una realidad, y distinguir entre la voz de Dios y las sugestiones del "diablo" (o las propias dudas y miedos) puede ser un desafío muy grande. Es como intentar escuchar una melodía suave en medio de una tormenta.
Es natural que la mente, especialmente en momentos de dificultad o ansiedad, se llene de pensamientos que nos confunden o nos desaniman. A veces, esos pensamientos pueden sonar muy convincentes, y ahí es donde entra la confusión.
Aquí es donde la fe y la práctica espiritual se vuelven herramientas fundamentales:
Discernimiento a través de la Palabra: La Biblia es nuestra guía principal. Cuando un pensamiento o una idea nos surge, podemos compararla con lo que las Escrituras dicen. Si contradice el amor, la verdad, la justicia y la misericordia de Dios, es probable que no venga de Él. Dios no nos pide que hagamos cosas que nos alejen de Su paz o que dañen a otros.
Enfoque en lo que es de Dios: Dios nos llama a pensar en lo que es verdadero, honorable, justo, puro, amable, digno de admiración, virtuoso o digno de alabanza (Filipenses 4:8). Practicar conscientemente dirigir nuestros pensamientos hacia estas cosas puede ser un "escudo" contra las voces que nos confunden.
Confiar en el Espíritu Santo: Creemos que el Espíritu Santo es nuestro Consolador y Guía. Él nos ilumina y nos da entendimiento. Es Él quien nos ayuda a recordar las palabras de Jesús y a aplicar la verdad de Dios a nuestra vida.
Es un proceso y no siempre es fácil. Habrá momentos de duda, pero la clave está en no rendirse, seguir buscando a Dios en oración, en Su Palabra y en comunidad, y confiar en que Él nos guiará a Su tiempo.