06/11/2024
Resiliencia es la fuerza tranquila de quien, ante la tormenta, se mantiene en pie. Es la capacidad de recibir golpes sin quebrarse, de caerse y levantarse una y otra vez, sabiendo que cada caída es solo un capítulo más en el libro de nuestra historia.
Es mirar al fracaso a los ojos y no sentir miedo, sino respeto, porque sabemos que cada obstáculo es un maestro, cada desafío una oportunidad para templar el alma. Es como ese león en la imagen: firme, imperturbable, con la mirada fija en el horizonte, sin perder su esencia a pesar de las cicatrices que lleva en el cuerpo y en el corazón.
Recuerda cuando te dijeron que no podías, que tus sueños eran demasiado grandes o que el camino era demasiado difícil. Y aún así, ahí estabas, caminando, incluso cuando cada paso era pesado. O aquella vez que te enfrentaste a una pérdida, a un dolor tan profundo que parecía imposible salir adelante, pero encontraste en tu interior una chispa, una pequeña luz que te dijo: “sigue”. Eso es resiliencia.
Resiliencia es también dejar ir, soltar lo que no puedes controlar, y confiar en que cada giro del camino, aunque incierto, te lleva justo a donde necesitas estar. Es no dejarse vencer por el miedo al cambio, sino abrazarlo, adaptarse, evolucionar. Como el agua que se abre paso entre las piedras, suave pero imparable, así es la resiliencia en nosotros.
Así que, cuando la vida te desafíe, recuerda que en tu interior llevas la misma fuerza de ese león. No importa cuántas veces te tambalees, lo que cuenta es la voluntad de seguir avanzando. Porque la verdadera fortaleza no está en nunca caer, sino en levantarse con el alma intacta, una y otra vez.