22/04/2025
En algún momento, el día se detiene unos segundos.
Y en ese instante, entre paciente y paciente, aparece una pregunta, una idea, una sensación de cualquier cosa…
y se produce una especie de condensación onírica.
Hermoso momento de producción. Jeje.
Cada encuentro es único, y cada analizante trae su forma de habitar el mundo, el deseo, el síntoma.
El consultorio —físico o virtual— es el lugar donde eso se despliega, si se sostiene un espacio en el que el decir tenga su instante,
y donde el silencio sea igual de protagonista.
No siempre se trata de interpretar.
A veces se trata de habitar un instante.
Un espacio, un tiempo, un deseo de escucha.
Entonces, pensando en lo que acaba de decir una de las subjetividades que atendí —y también en lo que no dijo, en lo que quedó flotando—
recuerdo que soy un cuerpo, que el café se enfrió, que el día se oscureció…
y que la lámpara aún «no me ve».
Y yo hago como que no estoy pensando en nada.
Pero claro… estar analista también es eso.