16/08/2025
No puedes salvar a quién no quiere y esto no es solo para los narcisistas.
No puedes transformar a un narcisista, por más que te importe, por más que entregues tu alma o te aferres a la idea de que tu amor lo cambiará.
Es una de las verdades más duras de asumir.
Cuando amas a alguien —especialmente a quien parece incomprendido o dañado— es natural querer ayudarle a sanar.
Pero con un narcisista, tu ayuda jamás bastará… porque no reconocen que haya algo que deban cambiar.
Para ellos, su actuar siempre tiene justificación, y si algo anda mal, la culpa recae en ti.
Puedes pasar años —incluso una vida— intentando mostrarle el daño de sus palabras, lo profundo de sus heridas, o cómo su indiferencia debilita la confianza.
Probarás con paciencia, con comprensión, cediendo tus necesidades para evitar conflictos.
Darás cada parte de ti… y recibirás migajas.
Lo que comenzó con fe y cariño, se torna en agotamiento y confusión.
Y mientras tú intentas salvarlo, él solo absorbe:
Tu energía, tu ternura, tu equilibrio, tu dignidad.
La realidad es que los narcisistas no quieren ser sanados.
Solo desean admiración, sumisión, control.
A veces simulan arrepentimiento o prometen cambio… solo para manipularte.
Y en ese proceso, te vas perdiendo.
Dudas de ti misma.
Callas tus emociones.
Tu sonrisa se apaga.
Te cuestionas hasta respirar.
Eso es abuso emocional: lento, invisible y destructivo.
No intentes salvar a quien no quiere salvarse.
Sálvate tú.
Mírate.
Pregúntate por qué creíste que amar debía doler.
Recuerda: el amor verdadero no apaga, no daña.
El amor real cuida, honra y te hace florecer.
No destruyas tu luz por mantener encendida la de otro.
No enseñes respeto a quien confunde tu nobleza con debilidad.
No puedes obligar a alguien a evolucionar si ha decidido quedarse igual.
Pero sí puedes alejarte.
Puedes recuperar tu fuerza, tu voz, tu calma.
Puedes rodearte de quienes sí saben ver tu esencia.
Puedes construir una vida digna de tu valor.
Deja de intentar arreglar lo que nació roto.
Elige tu paz.
No es egoísmo.
Es amor propio.
Es libertad.