21/03/2025
¿Te imaginas esto? 🤔 Reducir la propia identidad a uno o varios diagnósticos. Mirarnos en relación a un conjunto reducido de características en torno a un tópico, evitando los desafíos que vienen con pensarnos. “Soy buena para comer… y eso. Eso es todo”. Es absurdo. Hasta la luz se comporta como onda y como partícula, y no parece molestarnos.
Pese a lo que podemos pensar de describir algo desde unas pocas cualidades, parece que para muchos hay una tendencia ansiosa, angustiosa, por buscar un diagnóstico que les deje satisfech@s, tranquil@s, conformes.
¿Qué calma un diagnóstico? 🫥
“Es que así me entiendo” “es que eso explica muchas cosas” “es que así los demás no me piden que haga esto o me respetan cuando digo que necesito aquello”. Y así, el diagnóstico usado como etiqueta puede tener distintas funciones. Una de ellas es simplificar la identidad y anestesiar la necesidad de un conocimiento y comprensión más profundos de sí mismo.
Me parece interesante pensar en esto desde una perspectiva social/psicosocial. En una época en la que eso que antes venía entregado y previamente dicho sobre algo o alguien puede pensarse, escogerse y decidirse, tal vez una “identidad” que parece validada por un manual puede ser un “alivio”. La crisis de los grandes relatos políticos, religiosos, etc., propia de la posmodernidad, nos deja con decisiones para tomar por nosotros mismos. No lo sé, es algo que vengo pensando desde hace algún tiempo atrás. Parece que nos gusta la formalidad, la apariencia incuestionable que entregaría un diagnóstico, en contraste con la riqueza existente en la subjetividad de pensarse a un@ mism@.