06/04/2024
En el Camino...
De alguna manera, la experiencia del vivir está llena de paradojas. Todo se despliega en nuestra propia experiencia y en este sentido el camino interno nos encomia a aceptar la soledad de esa realidad. Nadie puede hacer el camino por nosotros y la manera en que este camino parece desplegarse a nuestra percepción tiene tal originalidad que le es propia que no puede repetirse de la misma manera en nadie más. En este sentido el camino es en uno mismo. Hay cierto sabor a soledad en ello.
Sin embargo, tiene otra faceta, en donde no estamos solos. Esto no solo tiene que ver con que vivimos en una realidad colectiva, sino que en nuestra propia experiencia nuevamente, aparece el fenómeno singular de que otros ya han transitado el camino interno, entonces esta soledad ontológica se vuelve algo extraño, podemos reconocer una presencia en ello, aunque no podamos verla en este preciso momento, hay otros, esos son los compañeros del camino.
Este reconocimiento opera a nivel muy profundo, nos sentimos vinculados a un tejido mayor, más allá de tiempo y del espacio medible, en donde cada uno de nuestros actos, en donde el reflejo de cada percepción brilla en la presencia del océano de la conciencia que vibra en la totalidad de cada unicidad.
De esta manera, este vínculo que forma este tejido vasto de la vida se expresa en una conexión sin preferencias. No están mas cerca, los que se parecen mas a mi o hacen lo mismo que yo, más bien, esta faceta interna nos vincula a todo por igual, sin preferencia. Aunque en la cotidianidad relativa evidentemente expresamos nuestras preferencias.
Cuando las aparentes contradicciones con su impulso por hacernos decidir lo uno o lo otro se integra en un todo mayor, comienza la experiencia de la paradoja, en donde todo parece ser un continuo flujo dinámico, cambiante e incalculable; esta percepción de la vida nos invita a nosotros mismos a soltar nuestra rigideces y reconocernos en el movimiento de las percepciones, a volvernos dúctiles y flexibles. Esta es la fuente de este sendero que se abre en nuestra interioridad.
Ziro