
05/06/2025
Cuando el sistema nervioso percibe seguridad —a través de señales corporales, del entorno o de nuestras relaciones— se activa el sistema parasimpático ventral, una rama del nervio vago que favorece la conexión social, la calma y la autorregulación emocional.
Por el contrario, cuando no hay suficientes señales de seguridad, el cuerpo entra en modo de defensa, activando respuestas de lucha, huida o congelamiento. Este estado de hiperactivación o colapso es la base fisiológica de la ansiedad crónica.
Por eso, en lugar de forzarnos a "estar tranquilos", lo más efectivo es crear condiciones internas y externas que le indiquen al sistema nervioso que estamos seguros. Esto incluye:
• Rutinas predecibles y movimientos lentos (seguridad desde el cuerpo)
• Información clara y comprensión de lo que vivimos (seguridad desde la mente)
• Vínculos empáticos y autocompasión (seguridad desde lo emocional y relacional)
La seguridad no es una idea: es una experiencia sensorial, emocional y relacional. Y cuando se cultiva, el sistema nervioso puede salir del estado de amenaza y comenzar a sanar.