03/07/2025
En esta carta la frase central, "Alcanzar a Dios es inevitable, y tú no puedes eludirlo, de la misma manera en que Él no te puede eludir a ti", es profundamente liberadora. Sugiere que la unión con lo divino no es un objetivo a alcanzar a través de un esfuerzo titánico, sino una realidad inherente a nuestra existencia. Es un destino que nos espera, independientemente de nuestros rodeos o resistencias. No podemos escapar a nuestra verdadera naturaleza divina, así como la divinidad no puede escapar a sí misma, ya que somos parte de ella.
Esto implica un abandono del control. No se trata de "buscar" a Dios como algo externo a nosotros, sino de reconocer la presencia divina que ya reside en nuestro interior y en todo lo que nos rodea. El camino no es tanto una búsqueda como un desvelar, un recordar.
Esta carta nos ofrece una perspectiva radical sobre el concepto de inevitabilidad. Nos desafía a trascender el miedo del ego y a abrazar la alegría del espíritu al reconocer que nuestra verdadera esencia es divina y que nuestro reencuentro con esa totalidad es un proceso natural e ineludible. Es un recordatorio de que, a pesar de las apariencias, estamos siendo guiados hacia nuestro hogar espiritual, y que esa certeza es la verdadera fuente de paz y júbilo.
Bendiciones