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terror del costeñito

La Sayona en la Carretera DesiertaEn los llanos de Venezuela, los hombres cuentan una advertencia escalofriante: si cond...
22/09/2025

La Sayona en la Carretera Desierta

En los llanos de Venezuela, los hombres cuentan una advertencia escalofriante: si conduces solo de noche y ves a una mujer hermosa pidiendo ayuda en la carretera… no te detengas. Puede ser La Sayona, un espíritu vengativo que castiga a los infieles y a quienes no respetan a sus familias.

La historia comienza con Andrés, un joven camionero que regresaba a su pueblo tras un largo viaje. La carretera estaba oscura y solitaria, iluminada apenas por la luz de la luna. El motor rugía y el cansancio lo vencía, cuando de pronto vio a una mujer de cabellos largos y vestido blanco, parada al borde del camino.

Levantaba una mano pidiendo auxilio. Andrés, conmovido, redujo la velocidad. La mujer parecía llorar.

—¿Está usted bien? —preguntó al bajar la ventanilla.

La mujer levantó el rostro. Era bellísima, con ojos brillantes y labios rojos como sangre fresca. Su voz era suave, casi un susurro:
—Llévame contigo… estoy perdida.

Andrés dudó, pero finalmente abrió la puerta. La mujer subió, perfumando la cabina con un aroma dulce. El camión avanzó algunos kilómetros, cuando de pronto, el aire se volvió helado. Andrés miró de reojo y notó que la piel de la mujer comenzaba a desgarrarse, revelando un rostro monstruoso, con dientes afilados y ojos negros vacíos.

La figura soltó un grito ensordecedor, un alarido que desgarró los cristales del camión. Andrés intentó frenar, pero La Sayona ya lo había sujetado con garras largas como cuchillas.

Días después, hallaron el camión volcado en la carretera. No había rastro de Andrés. Los otros camioneros juraban que, en esa misma ruta, aún se escuchaban gritos mezclados con el rugido de un motor.

Dicen que La Sayona sigue esperando a solas en las carreteras desiertas, hermosa y mortal, para castigar a quien tenga la mala suerte de detenerse.

Autor ©️.C.C.

EL NAHUAL DEL CAMPO OSCUROMi abuelo era campesino en un pueblo de Oaxaca. De niño me contaba historias sobre los nahuale...
22/09/2025

EL NAHUAL DEL CAMPO OSCURO

Mi abuelo era campesino en un pueblo de Oaxaca. De niño me contaba historias sobre los nahuales, hombres que podían transformarse en animales y vagar de noche para hacer daño o proteger sus tierras. Yo pensaba que eran mitos, hasta que una noche lo viví en carne propia.

Tenía dieciséis años y lo acompañé al campo para cuidar la milpa. Era temporada de cosecha y había rumores de que alguien estaba robando maíz en la madrugada. Armamos una pequeña fogata y nos quedamos vigilando, escuchando los grillos y los coyotes a lo lejos.

Cerca de la medianoche, los perros comenzaron a ladrar de forma extraña. No era un ladrido normal: era un gruñido bajo, con el pelo erizado. Miraban hacia el monte, como si algo enorme se moviera entre los árboles.

De pronto, escuchamos pasos. Pesados, demasiado fuertes para ser de un hombre. Mi abuelo me hizo callar y apuntó con la lámpara de petróleo. Lo que vimos nos heló la sangre.

A unos metros estaba un animal enorme, parecido a un perro, pero caminaba en dos patas. Tenía el cuerpo cubierto de pelo oscuro, las orejas largas y los ojos brillantes, rojos como brasas. Se detuvo frente a nosotros, observándonos con una inteligencia que no era de bestia.

—No dispares —me susurró mi abuelo, aunque yo no tenía arma—. No le des la mirada.

El ser soltó un gruñido profundo, casi humano, y comenzó a caminar en círculos alrededor del fuego. Los perros chillaban, pero no se atrevían a atacarlo. Yo temblaba tanto que apenas podía respirar.

Entonces, ocurrió algo peor. El animal se inclinó hacia el fuego y, sin apartar sus ojos de los nuestros, comenzó a transformarse. Sus huesos crujieron, su cuerpo se dobló, y poco a poco adoptó forma humana. Cuando terminó, frente a nosotros estaba un hombre desn**o, cubierto de cicatrices, con los mismos ojos rojos encendidos.

Mi abuelo lo reconoció al instante.
—Eres tú… —murmuró con horror.

Era don Evaristo, un vecino del pueblo. Siempre había sido huraño, solitario, y se decía que practicaba brujería. Ahora lo teníamos frente a nosotros, respirando fuerte, con la boca llena de dientes afilados.

—Estas tierras no son tuyas —gruñó con una voz que no era del todo humana—. Yo las reclamo.

El fuego chisporroteó como si se apagara con cada palabra suya. Yo quise correr, pero mi abuelo me agarró fuerte del brazo. Se puso de pie, con el machete en la mano, y lo señaló.
—Aquí no vas a entrar, Evaristo. Ni tú ni tu maldad.

El hombre soltó una carcajada horrible, mitad risa, mitad aullido. Su cuerpo comenzó a deformarse otra vez, creciendo, volviendo a la forma de bestia. Dio un salto hacia nosotros… y en ese instante, mi abuelo lanzó el machete al fuego. Las llamas se alzaron de golpe, envolviendo al ser con un resplandor intenso.

La criatura chilló, un sonido que aún me persigue en pesadillas, y huyó de regreso al monte, dejando tras de sí un olor a carne quemada.

Esa noche no dormimos. Al amanecer, fuimos al pueblo y corrimos la voz. Nadie volvió a ver a don Evaristo. Algunos decían que murió en el monte, otros que se fue para no regresar jamás. Pero en la casa que dejó abandonada, los vecinos encontraron huellas de garras en las paredes y manchas de sangre seca en el piso.

Han pasado años desde aquella noche. Pero cuando regreso al pueblo, siempre que cae la oscuridad y el viento sopla entre los árboles, siento que esos ojos rojos me siguen observando. Como si el nahual estuviera esperando el momento justo para volver a reclamar lo que nunca le perteneció.

Lucas Balderas… Un día como hoy 18 de septiembre, pero del año de 1797, nace en San Miguel el Grande, hoy de Allende Gua...
18/09/2025

Lucas Balderas… Un día como hoy 18 de septiembre, pero del año de 1797, nace en San Miguel el Grande, hoy de Allende Guanajuato. Lucas Balderas, valiente patriota que luchara contra los invasores yanquis. A su muerte, en la defensa heroica de la batalla del Molino del Rey el 8 de septiembre de 1847, será ascendido posteriormente a coronel. Su familia fue pobre, por lo que de niño tuvo que aprender un oficio para ganarse la vida, muy de joven llegó a la ciudad de México donde se empleó en una sastrería que el español Manuel Alcalde tenía en 1815, después se alistó en el batallón realista fieles de Fernando VII, en el cual sirvió hasta 1820, al consumarse la Independencia. Al año siguiente se dio de alta en las milicias cívicas, contribuyó a sofocar el tumulto del Parían, se alistó en las tropas que salieron rumbo al puerto de Tampico a batir a los españoles de Isidro Barradas que realizaba una expedición con el fin de recuperar México para España, a sus 50 años decidió defender a México contra la invasión yanqui, en la batalla del Molino del Rey, hizo una salida con sus valientes soldados para contener al enemigo, pero recibió una herida de bala en el vientre a consecuencia de la cual murió, sus últimas palabras fueron: Pobre Patria Mía… El 6 de mayo de 1853 por decreto del presidente Santa Anna, fue declarado coronel de artillería permanente, siendo inscrito su nombre entre los que murieron por la patria.

©Autor-Cristian liconas C.C.

LOS TRES HIJOS FLOJOS En lo alto de los cerros, donde las mañanas huelen a tierra mojada y el viento silba como viejas c...
18/09/2025

LOS TRES HIJOS FLOJOS

En lo alto de los cerros, donde las mañanas huelen a tierra mojada y el viento silba como viejas canciones, vivía una madre viuda, cansada pero llena de amor. Tenía tres hijos… tres varones que eran más flojos que piedra al sol.

Nunca quisieron trabajar. Solo sabían comer, dormir y mentir.

Una vez, en tiempo de siembra, la madre les dio alimento y semillas para preparar la tierra. Ellos salieron con las herramientas al hombro, pero apenas doblaron el camino se echaron a jugar. Al regresar mintieron:
—Todo está listo, mamita.

Ella les creyó.

En la siembra ocurrió lo mismo: se comieron parte de la semilla y lo demás lo tiraron. Juraron haber sembrado todo. La madre confió otra vez.

En tiempo de aporque, ella quiso acompañarlos, pero ellos la detuvieron:
—No, mamita, descansa tú.

Volvieron a pasear, a jugar con el viento… y a mentirle de nuevo.

Cuando por fin ya no hubo nada para comer, la madre les pidió que la llevaran a su chacra. Ellos, mu***os de miedo, señalaron un terreno ajeno. Ella fue con fe, escarbó la tierra y encontró papas gordas. Pero el dueño la sorprendió.

—¡Vieja ladrona! —le gritó, tirándola al suelo.

La madre volvió destrozada. Ese día, entre rabia y dolor, castigó a sus hijos como nunca. Al mayor lo dejó pelón, al segundo le marcó la pierna y al menor lo golpeó tan fuerte que quedó con un ojo dañado.

Después, con el corazón roto y sin nada más que dar, se encerró en su cuarto… y ya no despertó.

Cuentan que los tres hijos, hundidos en culpa, decidieron convertirse en castigo:
—Yo seré el viento —dijo el mayor.
—Yo seré el granizo —dijo el segundo.
—Yo seré la helada —susurró el menor.

Y desde entonces, dicen los abuelos, esas tres desgracias aparecieron en los Andes: el viento, el granizo y la helada.

No fue castigo del cielo…
Fue el llanto de una madre engañada por sus propios hijos.

👉 ¿Tú qué piensas? ¿El dolor de una madre puede convertirse en castigo eterno?

©Autor-Cristian liconas C.C.

El testimonio de un obrero del ingenio: El Perro FamiliarMe llamo Ernesto Gómez, y lo que voy a contarles es algo que aú...
18/09/2025

El testimonio de un obrero del ingenio: El Perro Familiar
Me llamo Ernesto Gómez, y lo que voy a contarles es algo que aún me quita el sueño, aunque hayan pasado más de treinta años desde aquella noche. Trabajé en el ingenio de La Esperanza, en Tucumán, toda mi juventud. La vida ahí era dura, ya se lo imaginarán: jornadas eternas, el calor aplastante, el rugir constante de las máquinas. Pero nada, nada, se comparaba con el terror que habitaba esas tierras. Al principio, uno no lo cree. "Cuentos de viejos", nos decíamos. Pero después... después uno aprende que hay cosas de las que es mejor no dudar.
Había oído de "El Familiar", ese perro infernal que el patrón usaba para mantener el control. Se decía que todos los ingenios tenían uno, y que ese monstruo no era cualquier perro. Era el enviado del diablo. El patrón, a cambio de su fortuna y que la caña creciera, entregaba algo más que sudor. Decían que de vez en cuando un trabajador desaparecía, y ya no lo veíamos más. "Se fue al monte", nos decían, pero todos sabíamos que eso no era cierto. No cuando en las noches empezábamos a escuchar esos aullidos... esos ma***tos aullidos.
Era un verano sofocante. Las noches eran tan pesadas como los días, y nadie quería quedarse en el ingenio cuando caía el sol. Ese turno nocturno era para los desafortunados, los que no podían pagar sus deudas, o los que no tenían escapatoria. Y esa noche, me tocaba a mí.
El silencio era extraño. Apenas se oía el viento entre las cañas, y las luces del ingenio apenas iluminaban el camino. Estaba solo en la zona de la molienda, revisando que las calderas no se apagaran, cuando lo escuché. Un aullido largo, profundo. Parecía surgir de las entrañas mismas de la tierra. Mi corazón se detuvo. Sabía lo que significaba.
Agarré mi linterna con manos temblorosas y traté de decirme que no era nada, que serían los perros de los ranchos cercanos. Pero en mi pecho sentía esa angustia, ese peso. Y entonces, lo vi. Un par de ojos rojos, brillando en la oscuridad, como brasas encendidas.
Era enorme. Negro como la misma noche, más grande que cualquier perro que haya visto en mi vida. El aire se volvió espeso, como si todo el ingenio estuviera conteniendo el aliento. Me quedé congelado, incapaz de moverme. El perro se acercó, despacio, como si estuviera disfrutando mi miedo. El brillo de sus ojos me taladraba el alma. Lo supe en ese instante: este era el Perro Familiar. El que se llevaba a los que el patrón entregaba al diablo.
No sé cómo tuve el valor de correr, pero lo hice. Corrí como si mi vida dependiera de ello, porque en verdad lo hacía. Sentía sus pasos detrás de mí, pesados, como si la tierra misma temblara con cada pisada. Me arrojé a la vieja capilla del ingenio, la única que quedaba en pie desde los tiempos de los primeros dueños. Me encerré adentro, y solo ahí me atreví a respirar.
Los minutos pasaron, y los aullidos cesaron. Pero ese miedo nunca se fue. Al día siguiente, don Miguel, un compañero del ingenio, no apareció más. "Se habrá ido al monte", dijeron los capataces. Pero yo lo sabía. Yo vi los ojos de esa bestia, y supe que el patrón había cumplido su parte del pacto. Porque en el ingenio, la riqueza se paga con sangre.
No sé cuántos más cayeron después de eso, pero yo no me quedé para averiguarlo. Dejé ese lugar ma***to antes de que El Familiar viniera por mí.
Ahora lo sé: hay cosas que es mejor no contar como si fueran cuentos. Porque el Perro Familiar... ese, no es leyenda. Es real.

©️ Autor-Cristian liconas C.C.

🟢 El fantasma de las botas verdes 🟢En una cueva helada del Everest, a más de ocho mil metros, yace un cuerpo congelado q...
18/09/2025

🟢 El fantasma de las botas verdes 🟢

En una cueva helada del Everest, a más de ocho mil metros, yace un cuerpo congelado que con los años se convirtió en parte del paisaje. Lo inquietante no es solo que todos los que buscan la cima deben pasar frente a él… sino que sus inconfundibles botas verdes parecen brillar entre la nieve como un faro siniestro.

Muchos escaladores aseguran que, al mirarlo demasiado tiempo, sienten un escalofrío extraño, como si la montaña usara ese cuerpo para recordarles que la cima no perdona errores. No hay placas, ni flores, ni rituales: solo un guardián silencioso en medio de la zona del everest.

©️ Autor-Cristian liconas C.C.

"Mientras dura la mala racha, pierdo todo. Se me caen las cosas de los bolsillos y de la memoria: pierdo llaves, lapicer...
18/09/2025

"Mientras dura la mala racha, pierdo todo. Se me caen las cosas de los bolsillos y de la memoria: pierdo llaves, lapiceras, dinero, documentos, nombres, caras, palabras. Yo no sé si será gualicho de alguien que me quiere mal y me piensa peor, o pura casualidad, pero a veces el bajón demora en irse y yo ando de pérdida en pérdida, pierdo lo que encuentro, no encuentro lo que busco, y siento mucho miedo de que se me caiga la vida en alguna distracción".

- Cristian liconas C.C. ... 🖋️

Treinta años juntos, y todavía me sorprendía cómo mi mujer hacía que la casa se sintiera viva. A veces pensaba que ya no...
18/09/2025

Treinta años juntos, y todavía me sorprendía cómo mi mujer hacía que la casa se sintiera viva. A veces pensaba que ya no me escuchaba; le hablaba y parecía ignorarme. Pero esa noche, cuando la vi en la cocina, con su mandil y el cabello recogido, sentí que tenía que intentarlo otra vez.

Desde la sala, pregunté:
—¿Qué vamos a cenar?

No respondió.
Caminé por el pasillo y repetí:
—Mi vida, ¿qué cocinas?
Nada.
Ya casi detrás de ella, bajé la voz:
—Corazón…
Entonces se detuvo, respiró hondo y sonrió. No volteó, pero contestó:
—Pollo, como siempre.
El n**o en mi garganta se desató. Me atreví a decirle:
—Te extraño, vieja.
—Y yo a ti, —susurró ella.
Nos quedamos callados unos segundos, como si ambos supiéramos que ese silencio era un regalo. Luego le dije:
—¿Recuerdas cuando íbamos los domingos al mercado de la colonia? Siempre querías probar todas las nieves.
Ella rió bajito.
—Y tú renegabas, pero al final acababas comiéndote la mitad de las mías.
Ese sonido, su risa, me devolvió a la vida. Cerré los ojos, me acerqué un poco más y le dije lo que tantas veces olvidé.
—Te amo.
—Yo también, mi viejo —contestó con dulzura—. Y mientras viva, siempre vas a estar conmigo.

Fue entonces que lo recordé con claridad. Mi cuerpo ya no estaba, me había ido hacía tiempo. Pero en esos instantes, en esos susurros compartidos, volvía a existir.

Autor: Cristian liconas C.C.

😱☠️ ADVERTENCIA: No escuches la melodía de la plaza de Svartfjord… porque su eco puede arrastrarte hasta la Cueva del La...
26/08/2025

😱☠️ ADVERTENCIA: No escuches la melodía de la plaza de Svartfjord… porque su eco puede arrastrarte hasta la Cueva del Lamento Eterno. 😱☠️

Cada noche, bajo la luna llena, un anciano mendigo toca una guitarra rota. Su barba oculta cicatrices, pero sus ojos púrpura brillan como maldiciones vivas. Quien le entrega una moneda queda marcado: una sombra de tristeza empieza a crecer… hasta que, tarde o temprano, camina sin voluntad hacia el bosque prohibido.

Allí, entre raíces que parecen manos y árboles que susurran secretos, aparece la entrada de la cueva. El aire huele a sangre seca y humedad. Dentro, late el corazón de una criatura olvidada: Skriða, el vampiro eterno.

Antes fue Hjalmarr Ulfrson, príncipe hermoso y ma***to que traicionó a su padre y pactó con una deidad oscura: mil años de juventud a cambio de alimentarse de la desesperanza humana. Con cada luna llena, devoraba almas desgarradas para renovar su fuerza. Pero los siglos cobraron su precio: la perfección se quebró, su carne se pudrió, y hoy vaga disfrazado de mendigo, cazando víctimas con acordes que hieren más que cualquier espada.

Cuando alguien lo sigue hasta el acantilado de Nattfjell, Skriða muestra su verdadero rostro: un demonio blanco, alas enormes, y una boca infinita de dientes en espiral, en cuyo fondo palpita un ojo ardiente que traga la esencia de sus presas. No queda sangre, no quedan huesos. Solo polvo rojo… y silencio.

Astrid Svendsson, una joven viuda, fue la última. Creyó escuchar en la melodía de Hjalmarr el dolor de su hermano mu**to. La siguió hasta la cueva. Allí ofreció su alma en un suspiro, y Skriða la devoró sin piedad. Su última esperanza fue convertirse en olvido.

⚠️ Pero la leyenda no terminó. El mendigo aún toca cada luna llena. Aún espera que otra moneda caiga en su mano huesuda. Y tú… ¿te atreverás a escuchar su canción?

📖 Descubre la historia completa en: https://a.co/d/b8jS84P

Cristian Liconas

26/08/2025

LA PULSERA NEGRA

Thomas era un joven médico que trabajaba de interno en un frío hospital de Dakota del Norte. Su vocación y sus ganas de salvar vidas eran el único motivo por el que no caía rendido de cansancio en unas interminables guardias que podían prolongarse hasta 36 horas y que le dejaban exhausto.

Aquella noche había sido especialmente dura, el servicio de urgencias no tuvo ni un respiro y Thomas había tenido que encargarse por primera vez de una paciente sin el respaldo de otro doctor. Luchó por la vida de la chica, que no debía tener más de 22 años, durante más de dos horas, pero desde que llegó se había considerado un caso perdido y en el hospital decidieron priorizar a otros pacientes que tenían másposibilidades de sobrevivir. Los daños que había sufrido la joven en ese accidente de tráfico múltiple eran tan graves, que incluso si Thomas hubiese conseguido obrar un milagro y la chica hubiese sobrevivido, las secuelas hubiesen sido tan graves que probablemente habría quedado en estado vegetativo.

Los médicos más experimentados del hospital habían acudido en la ayuda de los otros accidentados y decidieron “bautizar” a Thomas con un caso imposible para que un primer “fracaso” le hiciera comprender lo dura que es su profesión y no empezara a creérselo demasiado. Además priorizando a otros de los heridos habían conseguido salvar la vida de tres personas, en lo que había sido el peor accidente de tráfico que habían registrado las carreteras de la región en meses.

Thomas era consciente de que la chica probablemente nunca tuvo posibilidades de sobrevivir, pero aún así se sentía destrozado por dentro y tuvo que tragar saliva para contenerse las ganas de llorar cuando le puso una pulsera negra a la fallecida. La pulsera negra era un protocolo de su hospital que servía para marcar a un difunto y señalar la hora y causas de su muerte.

Normalmente eran las enfermeras quienes se encargaban de rellenar los datos y ponerle la pulsera antes de mandar a un cadáver a la morgue. Pero Thomas pensó que haciéndolo él, el recuerdo de su primer “fracaso” le serviría para aprender y avanzar en la que puede llegar a ser una de las profesiones más duras. Memorizó cada una de las facciones de la chica y la cubrió con una sábana para que uno de los celadores se la llevara en una camilla por un interminable pasillo que conducía al depósito de cadáveres.

Al finalizar su turno, Thomas parecía un zombi, su cara demacrada por el cansancio y el fuerte impacto emocional de perder a su primer paciente le habían dejado destrozado. No era la primera vez que alguien se moría en una mesa de operaciones frente a él, pero esta era la primera vez que él era el doctor al mando y el “único responsable”. En su mente repasaba todos y cada uno de sus movimientos y trataba de buscar cual fue su error o si había algo más que pudiera haber hecho. Pero incluso él mismo, sabía que su proceder había sido impecable y que cuando a alguien le llega la hora es imposible luchar contra el destino.

Cabizbajo y caminando casi dormido entró en el ascensor. Se dirigía a la séptima planta donde tenía suropa, lo único que quería era cambiarse e irse a dormir a la residencia que estaba a pocas calles del edificio del hospital. Eran las cuatro de la mañana y el hospital parecía vacío, tan absorto estaba en sus pensamientos que casi ni se dio cuenta de que había alguien dentro del ascensor cuando entró. Una mujer le saludó:

-Uff y yo que creía que tenía mala cara, ¿chico pero que te ha pasado?

Thomas se giró y vio a una mujer de unos cuarenta años que le sonreía, estaba casi tan pálida como él y aunque no tenía muchas ganas de conversar la contestó.

-Hoy ha sido un día muy duro, no se ni como estoy todavía de pie. Además he perdido a mi primer paciente – le dijo mientras ponía un gesto que denotaba que estaba a punto de echarse a llorar.

-Pues por la cara que pones estoy seguro que has hecho todo lo que podías, no seas tan duro contigo mismo.

-Muchas gracias, probablemente mañana pueda verlo de otra forma – dijo Thomas mientras se giraba a ver porque se había abierto la puerta del ascensor en una planta que ninguno de los dos había marcado.

Al mirar fuera vio la silueta de una joven en mitad del pasillo, al terminar de abrirse la puerta del ascensor comenzó a girarse lentamente hacia ellos. Thomas al ver la cara de la chica dio un salto hacia atrás y pegó la espalda a la pared del ascensor mientras señalaba a la chica que había fuera y trataba de decir algo sin conseguir articular palabra. De repente pareció recuperar el control de su cuerpo y se abalanzó hacia el panel del ascensor presionando repetidamente el botón que cerraba las puertas. La mujer que había en el interior del ascensor se quedó mirándole perpleja cuando la puerta se cerró cuando faltaba menos de un metro para que la joven que había fuera entrara en el ascensor.

Esa chica – dijo tartamudeando del susto – yo mismo la vi morir, no pude hacer nada para salvarla y le puse esa pulsera negra.
La mujer que se había mantenido pegada a la pared sonrió y mientras levantaba el brazo le preguntó:

¿Una pulsera cómo esta?

Thomas se giró a mirarla y vió como en su muñeca había una pulsera de color negro, idéntica a las que usan en el hospital. El joven médico se desmayó del susto y en su caída agarró fugazmente el brazo que le mostraba la mujer con la que había compartido la charla en el ascensor.

Minutos después encontraron a Thomas aún desfallecido en el suelo del ascensor.

Todos atribuyeron su desmayo al cansancio. Pero él sabía que lo que había pasado era real, en su mano tenía una pulsera negra que había arrancado sin querer del brazo de la mujer que había en el ascensor mientras caía desmayado. Al revisar la pulsera pudo comprobar que la mujer había fallecido dos años antes en un accidente de tráfico muy similar al de la chica que quiso salvar.

Créditos a su autor
Cristian Liconas

26/08/2025

Síganme en esta página para descubrir historias de terror que desafiarán su valentía y expandirán su imaginación. ⛔ Prohibido para miedosos ⛔😱👻💀

16/05/2025

🙏🤞🥺

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