29/08/2025
Etna Lucia Durante mucho tiempo se repitió la historia de que en el siglo XIX se “trataba la histeria femenina” con prácticas que incluían masajes en la zona íntima de las mujeres, y que de allí habría nacido el vi****or. Esta hipótesis fue planteada en 1999 por la historiadora Rachel Maines en The Technology of Or**sm y se volvió muy popular porque cuestionaba cómo la medicina había patologizado la sexualidad femenina.Sin embargo, investigaciones posteriores como las de Hallie Lieberman y Eric Schatzberg (2014) revisaron las fuentes originales y concluyeron que no existe evidencia sólida de que esos masajes fueran un tratamiento médico rutinario. De hecho, J. Mortimer Granville, inventor del primer vi****or eléctrico en 1880, lo creó para tratar neuralgias y dolores musculares, y dejó escrito que no lo usaba en mujeres con fines ginecológicos.Lo que sí es verdad es que la histeria fue un diagnóstico que funcionó como mecanismo de control sobre los cuerpos de las mujeres, medicalizando y silenciando nuestro malestar. Y aunque el mito no se confirme en los archivos médicos, su fuerza cultural permitió abrir el debate sobre cómo la ciencia y la medicina han servido al patriarcado para negar el derecho de las mujeres al placer, la autonomía y la salud.Hoy, gracias a la evidencia científica, sabemos que los vi****ores, aunque no nacieron para la histeria, sí cumplen una función real en la fisioterapia del suelo pélvico y la salud sexual. Los vi****ores ya no son mitos, pasaron de símbolo de control a símbolo de autonomía. Y eso nos recuerda que nuestros cuerpos no son territorio de la histeria, sino territorios de placer, poder y salud.📚 Referencias: • Maines, R. The Technology of Or**sm (1999) • Lieberman, H. & Schatzberg, E. (2014). A Failure of Academic Quality Control: The Technology of Or**sm • Granville, J.M. Nerve-Vibration and Excitation (1883) • Dubinskaya, A. et al. (2024). The Role of Vi*****rs in Women’s Pelvic Health