
14/08/2025
«En cierto lugar me detengo a esperarte». W. Whitman.
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Todo discurso de consumo deja de lado las cuestiones de Eros.
Podríamos confundir que, a veces, Eros irrumpe, entra como intensidad en la que queremos todo con ansias y desespero. El neocapitalismo ha sabido usar esta idea, pero ha descartado otra, la más importante y es que, Eros se anuncia, llega, hace bulla, vibra, sacude, mueve, pero solo para avisar que él está ahí. Porque Eros es más de formas lentas, minuciosas, merodeo, rondeo. Un diplomático con dotes de espera, emoción, suspense: de deseo.
Una sociedad de consumo, de banalidad, estandarización, simulacros y eficiencias, lleva a la eliminación del otro como Otro y a la dificultad para experimentar la alteridad y el encuentro al meter a todos en el mismo s**o. Una sociedad de algoritmos y simulacros lleva al declive del Eros. Un modelo de ligerezas no da espacio para experiencias eróticas auténticas.
El malestar con el que llegan muchas personas a consulta es el resultado de ese modelo de sociedad que impide asumir que hay un Eros (un deseo) que cultivar. Ante esto queda que los sujetos, amantes, diadas, parejas, piensen qué lugar ocupan frente a la proliferación de imágenes y objetos que el medio ofrece. El único camino para encontrarse con el otro, Eros mediante, es hacerle morada.
Cuando los amantes comprenden esto y se vuelven a encontrar pactan ya no mirar a cronos, la inmediatez, o el rendimiento sino que viven sus encuentros con plenitud. Eros necesita cuerpos y el placer vínculos. Los "buenos" amantes'son esos que se detuvieron para esperarse y crear acontecimiento.
La frase "yo no busco, encuentro" es eso allí donde lo no impuesto genera Eros y se crea algo.
📸 Kultür Tava