03/01/2024
Tres días antes del nacimiento de mi papá a la vida eterna mi corazón estuvo en completa desolación, literalmente en Getsemaní en agonía, no le pedía a Dios que apartara de mi ese cáliz si no que a pesar de mi profundo dolor me ayudara a cumplir su Santa voluntad y que me diera la fuerza para entregarle a uno de mis tesoros. Mi negrito ya estaba listo, pero yo no, mi alma estaba desgarrada.
Tres días de desprendimiento, de luchar contra la impotencia, yo médica ya no podía hacer más por mi papá, acompañarlo a su paso al cielo, a la meta, a su verdadera morada era lo que seguía
Muchas fueron las oraciones de otras personas y fueron escuchadas y nos (me) sostuvieron, pero fué después de acudir a la Virgen María en el Santo Rosario que logré encontrar la serenidad para devolverle a mi papá a Dios padre, ¡a quién pertenece!, lo solté en un acto de profundo amor por él y de confianza en el cielo.
En los últimos 8 años siempre que me despedía me le hacía al frente, le daba un beso y le sonreía y si fuera llamado al cielo le dijera a Dios que la última persona que lo miró era una mujer feliz, por gracia de Dios a las 9:50 de la noche del 31 de Diciembre, en su casa, con su familia, el vió a su hija sonriendo en paz, sosteniendo su mano y cantándole al oído vida en abundancia ❤️🔥
Sentí que al momento de mi papá morir a esta vida terrenal Dios puso su sagrado corazón en el mío y me revistió con la esperanza de la vida eterna de mi papá y hasta ahí llegó mi profundo sufrimiento.
Claro que en mi corazón hay tristeza, pero ya no agonía, ¡el cielo es real! y saber que ahora mi papá está con mi amado Jesús, la virgencita, y mis santos amigos me sobrepasa de amor y aliviana por mucho esa tristeza de ya no tenerlo físicamente.
Hoy cuando caminaba hacia el altar en las exequias de mi papá yo miraba la cruz y mi corazón repetía: "por tu gracia mi misión de hija con él está cumplida: ¡entregarte a mi papá!, te lo doy, ahora su alma por tu gracia reposa en tí Dios"
Hay un nuevo tesoro en el cielo y deben estar derretidos con su ternura.
Gracias Dios por permitirme estar con él hasta el encuentro contigo. Disfrútalo eternamente.
Mi ciruelo: ¡te amo!