23/09/2025                                                                            
                                    
                                    
                                                                        
                                        đłđšđŽ ÂżCUĂNTO CONOCES SOBRE LOS WIWA DE COLOMBIA? Esta comunidad ancestral vive en lo mĂĄs alto de la Sierra Nevada y guarda secretos milenarios sobre el equilibrio del mundo
En las cumbres silenciosas de la Sierra Nevada de Santa Marta, donde las nubes abrazan las montañas y el tiempo parece detenido, habita uno de los pueblos mĂĄs enigmĂĄticos de Colombia: los Wiwa. A simple vista, podrĂan parecer solo otra comunidad indĂgena mĂĄs, pero basta adentrarse un poco en su historia para descubrir que estĂĄn convencidos de que viven en el corazĂłn del mundo. Y no lo dicen por orgullo. Lo creen porque asĂ se lo han enseñado desde hace siglos: todo lo que ocurre en la Tierra, dicen ellos, comienza allĂ.
Los Wiwa son herederos directos de los Tairona, una de las civilizaciones mĂĄs avanzadas de la AmĂ©rica precolombina. Cuando los conquistadores irrumpieron en su territorio en el siglo XVI, los ancestros de los Wiwa huyeron hacia las montañas mĂĄs altas para salvar su cultura, su lengua y su visiĂłn del universo. Y funcionĂł. A diferencia de muchas otras culturas que desaparecieron con el paso del tiempo o fueron absorbidas por la sociedad moderna, los Wiwa lograron mantener vivo un sistema espiritual, social y ecolĂłgico que aĂșn hoy guĂa cada una de sus decisiones.
Hablan el damana, una lengua que pertenece a la familia chibcha, como el muisca o el kogui. Pero mĂĄs allĂĄ del idioma, lo que realmente los distingue es su visiĂłn de la vida. Para los Wiwa, todo âabsolutamente todoâ tiene alma: los rĂos, las piedras, los ĂĄrboles, las montañas. Vivir, para ellos, no se trata de dominar la naturaleza, sino de comprenderla, de hablar con ella, de pedirle permiso antes de tomar algo de sus manos. Si una planta va a ser usada, debe haber una ceremonia. Si un animal es cazado, se agradece a su espĂritu. Y si se rompe el equilibrio, el mundo entero puede enfermar.
Quienes mantienen ese equilibrio son los Mamos y las Sagas. No son simples lĂderes religiosos, ni chamanes folklĂłricos para turistas. Los Mamos son autoridades espirituales que se preparan desde niños durante años en la oscuridad de cuevas sagradas, lejos de la luz del sol, aprendiendo a leer los sueños, a interpretar el viento, a sentir los ciclos de la Tierra. Ellos son los encargados de recordar al pueblo su misiĂłn: cuidar el orden del mundo.
La mayorĂa de los Wiwa viven en zonas rurales de La Guajira, el Cesar y el Magdalena, en comunidades como Kuashrimake, El LimĂłn o Sabana Joaquina. Su economĂa sigue siendo de subsistencia: cultivan yuca, ñame, malanga, maĂz, frijoles, caña y cafĂ©. TambiĂ©n fabrican artesanĂas como mochilas y hamacas tejidas con fique, cada una cargada de sĂmbolos y significados. No producen para enriquecerse. Producen lo justo para vivir, porque mĂĄs allĂĄ de eso, dicen, empieza la codicia, y la codicia enferma.
Pero a pesar de su aislamiento voluntario, el mundo moderno ha tocado sus puertas. Durante dĂ©cadas, los Wiwa han sufrido desplazamientos forzados por culpa del conflicto armado, del narcotrĂĄfico y de intereses econĂłmicos que amenazan su territorio. Muchos han sido obligados a abandonar sus casas, sus cultivos, sus rituales, y reubicarse en lugares donde el ruido de los motores y el cemento rompe la armonĂa que tanto han defendido. Aun asĂ, resisten. Siguen reuniĂ©ndose en sus espacios sagrados. Siguen enseñando a sus hijos las canciones antiguas. Siguen invocando el equilibrio.
Para ellos, la Sierra Nevada no es solo una cadena montañosa: es un templo viviente, un mapa espiritual, una biblioteca sagrada escrita en la niebla y las piedras. Creen que si la Sierra muere, el mundo entero se desestabiliza. Y en tiempos como estos âcuando el clima cambia, los bosques desaparecen y el agua escaseaâ, uno empieza a preguntarse si los Wiwa tenĂan razĂłn desde el principio.
Pocos pueblos indĂgenas han logrado sostener durante tanto tiempo una identidad tan firme y un respeto tan profundo por la naturaleza. Y tal vez por eso, los Wiwa no buscan que el mundo los entienda, sino que el mundo escuche. Porque si la Tierra estĂĄ gritando, ellos llevan siglos oyĂ©ndola. La pregunta es si nosotros estamos dispuestos a hacerlo tambiĂ©n.