20/08/2025
Cuando todo fluye a tu favor, no es casualidad. Lo que ves como armonía en tu vida es el resultado de infinitas probabilidades que se reorganizaron en tu campo de existencia. El caos que antes viviste no fue un error, fue la vibración necesaria para desatar nuevas formas de energía en ti. Así como en el universo las partículas parecen moverse al azar, pero obedecen a una inteligencia profunda, tu caos personal también contenía un orden que tu mente aún no podía comprender.
Ese desorden, esas noches donde parecía que nada tenía sentido, eran en verdad el proceso de colapso de realidades viejas que ya no podían sostener tu evolución. Lo que dolía era simplemente la resistencia de tu ego a soltar lo que no correspondía. Pero en cuanto soltaste, la energía se reacomodó, y entonces apareció lo que hoy llamas fluidez.
Lo importante es que no olvides la raíz: si hoy el río corre sereno, es porque antes hubo mareas turbulentas que limpiaron tu cauce. El caos fue tu entrenamiento, tu iniciación, el ajuste cuántico de tu conciencia para que ahora puedas sostener lo que antes no habrías podido reconocer.
La verdadera maestría no está en huir del caos ni en maldecirlo, sino en habitarlo sabiendo que todo lo que ocurre en el presente es parte de un tejido más grande. El instante que ahora vives, ya sea tormenta o calma, es siempre el único lugar donde la transformación sucede. No en el recuerdo del pasado ni en la expectativa del futuro, sino aquí, en este punto exacto de la existencia donde respiras.
Cuando todo fluya, agradece. Cuando todo se rompa, agradece también. Porque ambos estados son la danza de la misma fuerza: la conciencia que te invita a despertar.
Tomado de
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