08/07/2023
Cuando era niño poca gente sabía que me gustaban los rompecabezas… aún
No recuerdo cuantos pero si que iban desde los juegos de ordenar números, alfabetos hasta otros de muchas piezas en particular recuerdo uno que era la imagen de un paisaje con 138 piezas en blanco y negro; un bosque.
Yo tenía varios similares pero no recuerdo porqué ese fué mi favorito, quizá porque en particular había en él un árbol muy grande sin hojas que me recordaba algún paisaje de Poe? … no estoy seguro ; lo que si es que siempre veía diferentes formas en el.
Lo armé cientos de veces y ya me lo sabía de memoria, casi nadie a mi alrededor sabía lo que me gustaba hasta que lo deje por libros.
No sé porqué dejé de contar las piezas cuando lo guardaba.
Un día noté que me faltaba una.
La busqué por todos lados y no la encontré.
Como tenía una imaginación prolija que aún busca armar en objetos recuerdos , se me ocurrió la brillante idea de colocarle una pieza de otro rompecabezas para darme a la idea de que estaba completo ( solo la idea ).
La forma coincidía perfectamente pero era evidente que el dibujo no.
Fué la primera vez que la vida me enseñó que las cosas no duran para siempre, pero lo que se cuida dura un poco más.
Que no es lo mismo encajar que pertenecer y que hay cosas que son irremplazables.
Hay un tren en la vida qué pasa y si uno no lo toma debe caminar por la vía de manera que un pasajero del tren solo vería una triste figura a lo lejos , sin posibilidad de llegar a verle realmente.
El tema con las enseñanzas de la vida es que es tan buena maestra que si uno no entiende la lección te la sigue repitiendo.
Pero cada vez con menos paciencia y con más crueldad.
Si hubiera sido mejor alumno...
Si hubiera aprendido cuando la vida me quiso enseñar con juguetes...
Tal vez no tendría que haber aprendido más tarde con lágrimas y personas.
Ni con piezas de mi alma.
Tal vez…