Dra. Aileen Vargas Villalobos, Psicóloga Clínica y de la Salud Mental

Dra. Aileen Vargas Villalobos, Psicóloga Clínica y de la Salud Mental Psicología clínica y salud mental (depresión, ansiedad, duelo, traumas, autoestima, manejo de estrés, emociones, manejo de conflictos, cultura de paz)

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25/10/2025

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Imagina por un momento que naciste en el año 1900. A tus 14 años, se desata la Primera Guerra Mundial, que termina a tus...
25/10/2025

Imagina por un momento que naciste en el año 1900. A tus 14 años, se desata la Primera Guerra Mundial, que termina a tus 18 años, dejando 22 millones de mu***os.
Poco después, aparece una pandemia mundial, la gripe española, que mata a 50 millones de personas. Y tú sobrevives, con 20 años.

A los 29 años, sobrevives a la crisis económica mundial que se inicia con la caída de la Bolsa de Nueva York, provocando inflación, desempleo y hambre.

A los 33 años, el nazismo llega al poder.

Cuando tienes 39 años, empieza la Segunda Guerra Mundial y termina cuando tienes 45, con 60 millones de mu***os.

A los 52 años, comienza la Guerra de Corea.

Cuando tienes 64 años, empieza la Guerra de Vietnam y termina cuando tienes 75.

Luego una persona nacida en 1985 piensa que sus abuelos no tienen ni idea de lo difícil que es la vida, sin saber que han sobrevivido a varias guerras y catástrofes.

«¡Mamá, te quiero muchísimo!» —le decía yo en el desayuno, cuando tenía como 14 años.«¿De veras?» —sonreía mi mamá—. «En...
24/10/2025

«¡Mamá, te quiero muchísimo!»
—le decía yo en el desayuno, cuando tenía como 14 años.

«¿De veras?»
—sonreía mi mamá—.
«Entonces la próxima vez que llegue de trabajar, nomás pélame unas papas. Ahí voy a sentir tu amor, sin que digas una sola palabra».

«¡Amo a mi gato!»
—decía yo, abrazando al bola de pelos calientita.

«¿Y entonces cuándo le vas a cambiar la arena?» —preguntaba mi papá—.
«Porque el pobre ya ni quiere entrar a su cajita…».

Yo escuchaba a mis papás y me quedaba pensando:
¿por qué hablan de papas o de arena de gato cuando yo hablo de amor?

Me acuerdo que tendría como siete años y estuve varias semanas en el hospital. Era en las afueras de la ciudad, y en ese tiempo las reglas eran duras: los papás solo podían mandar encarguitos a ciertas horas y ver a sus hijos de lejos, desde el jardín. Por suerte, era septiembre y todavía hacía calorcito.

Mi mamá venía dos veces al día. En la mesita junto a mi cama siempre aparecía un paquetito: un poco de queso fresco, un vasito de compota, tantita sopa de frijoles o una tortita de carne al v***r. Justo lo necesario para una comida. A las pocas horas, ella regresaba con algo nuevo y calientito. Y junto a eso, envueltos en papel periódico, unos dibujitos con vestidos que ella inventaba para mis muñecas de papel: con moñitos, con lunares, con cuellitos y capas.

Yo nunca se lo pedí. No era medicina ni vitaminas.

Era su manera de decirme: «Te amo».

Lo entendí de verdad muchos años después. Pero nunca lo olvidé.

Cuántas veces no valoramos los detalles…

Sí, las palabras bonitas, los poemas, los «te quiero» son necesarios. A nosotras, las mujeres, nos gusta escucharlos, nos alimentan. Pero si esas palabras no vienen acompañadas de acciones, se vuelven puro ruido.

El amor se puede expresar con un anillo de diamantes o con un ramo de rosas. Pero también, y más auténtico, con cosas simples de cada día: una taza de café, una camisa planchada, un gesto de cuidado.

Unos amigos tienen un perrito salchicha que quedó paralizado de las patitas traseras. Y ya llevan tres años sacándolo a pasear en un carrito especial con rueditas. Podrían cargarlo en brazos o llevarlo en una carriola, pero el perrito quiere caminar solo. Y le dieron esa oportunidad. Porque lo aman.

Cuando de verdad amas, siempre encuentras la forma de demostrarlo. En cada día, en cada gesto.

Entrar a un cuarto en puntitas para no despertar. Acomodar la cobija para que no se enfríen los pies. Apagar el celular para que no suene. Preparar el café como si fuera un pequeño ritual de cariño.

Y un día, de repente, encuentras en tu mesa una taza de té y dos sándwiches adornados con aceitunas y tomates. Y entiendes: «Te amo» no siempre se dice con palabras.

El amor no es solo discursos. Es mirada. Es gesto. Es cuidado. Es hacer sentir al otro importante.

Recordemos: por muy fuerte que suenen las palabras, si no llevan acciones detrás, se vacían.

El verdadero «te amo» vive en los pequeños detalles.

Créditos a su autor(a).

HERMOSA HISTORIA: Hace años encontré a la niña que nadie quería adoptar.Decidí adoptar a Luciana cuando los médicos me d...
24/10/2025

HERMOSA HISTORIA:

Hace años encontré a la niña que nadie quería adoptar.
Decidí adoptar a Luciana cuando los médicos me dijeron que no podría tener hijos. Tenía miedo, pero más grande era el deseo de ser mamá.

Así llegó Luciana, con 6 años, una mochila pequeña y una mirada herida. Muy pronto me di cuenta de que traía cicatrices invisibles: despertaba gritando en las noches, lloraba si alguien levantaba la voz, se escondía debajo de la cama cuando escuchaba golpes fuertes. Eran las secuelas de todo lo que había vivido con sus padres biológicos.

Yo la abrazaba, le cantaba bajito, intentaba que sintiera que ya estaba a salvo. Pero mi esposo no lo entendía.
—No puedo con esto, Clara. No es normal… Pensé que seríamos una familia normal —decía, molesto por las pesadillas, por los gritos, por la fragilidad de una niña que, según él, nunca sería “igual a los demás”.

Hasta que un día se hartó.
—No puedo vivir con un fantasma de otro hogar —dijo. Y se fue.

Esa noche, Luciana me miró con los ojos llenos de miedo y me preguntó:
—¿Vos también te vas a ir?

La abracé con toda mi fuerza.
—Jamás, hija. Porque vos no saliste de mi vientre, pero sí de mi corazón. Y el corazón no se rinde.

Trabajé el doble, aprendí a reconocer sus miedos, a acompañarla en cada sombra. Hubo noches sin dormir, pero también amaneceres con sonrisas nuevas.

Pasaron los años. Luciana creció, estudió, y poco a poco sus heridas se transformaron en cicatrices que ya no dolían, sino que contaban una historia de resiliencia.

Un día, cuando cumplió 18, volvió a tocar la puerta mi exesposo. Estaba enfermo, solo.
—Vengo a pedir perdón… y ayuda —dijo con voz quebrada.

Yo no supe qué responder. Pero Luciana, con una calma que me sorprendió, contestó:
—Te perdono. Y voy a cuidarte. No porque seas mi papá… sino porque mi mamá me enseñó que el dolor no se devuelve con más dolor, sino con amor.

Yo lloré. Y entendí que la niña a la que muchos vieron como “rota” se había convertido en la mujer más entera y valiente que conocí.

Porque las heridas del pasado no definen a un hijo… lo define la forma en que alguien decide amarlo, aun con sus cicatrices.

Créditos a quien corresponda.
Por una infancia sin dolor.

3 horas después del funeral, el llanto comienza a apagarse.Tu familia regresa a casa y atiende a los invitados… mientras...
23/10/2025

3 horas después del funeral, el llanto comienza a apagarse.
Tu familia regresa a casa y atiende a los invitados… mientras tu cuerpo en la tumba empieza a encontrarse con los organismos de la tierra.

6 horas después
En casa ya hablan de deportes, noticias o política. Ya no tienes pensamientos ni reflejos…
mientras tu cuerpo en la tumba permanece en un silencio absoluto.

9 horas después
Solo tu familia más cercana se queda, los demás se han ido. Afuera hay abrazos, consuelo…
mientras tu cuerpo en la tumba se enfría lentamente.

24 horas después
Alguien que no sabe que moriste aún te llama o te escribe un mensaje…
mientras tus órganos en la tumba comienzan a descomponerse.

3 días después
En tu trabajo ya buscan a alguien para reemplazarte. La vida continúa…
mientras tu cuerpo en la tumba se hincha y tu piel comienza a tensarse.

5 días después
Tu familia regresa poco a poco a su rutina. Afuera la vida sigue…
mientras tu cuerpo en la tumba se licúa por dentro y cambia de color.

2 semanas después
Tus hijos hablan con un abogado para repartir tu herencia…
mientras tus dientes y uñas en la tumba empiezan a desprenderse.

3 meses después
Tu pareja ríe frente al televisor viendo una película…
mientras tu cuerpo en la tumba se funde con la tierra.

1 año después
Un ser querido visita tu tumba y dice: “Parece que fue ayer”…
mientras tu mortaja en la tumba se deshace por completo.

2 años después
Tu pareja conoce a alguien más, se vuelve a enamorar, y aunque nunca te olvidará… ya no eres la persona más importante.
Mientras tú, en la tumba, sigues desapareciendo poco a poco.

3 años después
Tus hijos te extrañan y te necesitan más que nunca, pero solo les queda lo que les enseñaste…
Mientras tú, en la tumba, ya no puedes abrazarlos ni aconsejarlos.

10 años después
Un amigo ve tu foto y te recuerda por un instante…
mientras en la tumba solo quedan tus huesos.
Y algún día…

Tus seres queridos levantarán la mirada al cielo y pensarán en ti…
mientras tú, en el cielo, ya habrás entendido que nada de lo que te preocupaba importaba tanto.

✍Este texto no busca asustar, sino recordarnos el valor del presente y la importancia de vivir plenamente con quienes amamos.

22/10/2025

A lo mejor somos más fuertes de lo que creemos, el problema es que nos dicen que no podemos ¡y nos lo creemos!

Las EMOCIONES QUE NO EXPRESAMOS no desaparecen, se quedan guardadas en nuestro cuerpo 😱🥲La tristeza puede transformarse ...
22/10/2025

Las EMOCIONES QUE NO EXPRESAMOS no desaparecen, se quedan guardadas en nuestro cuerpo 😱

🥲La tristeza puede transformarse en fatiga crónica, 😡la ira en tensión muscular, la ansiedad en problemas digestivos, 😨el miedo en bloqueos internos y la 🙂‍↕️preocupación en agotamiento mental.

💡 ¿Qué podemos hacer?
• Escuchar a nuestro cuerpo: cada síntoma físico es un mensaje.
• Nombrar lo que sentimos: identificar la emoción ya aligera la carga.
• Buscar espacios seguros para expresarnos: con alguien de confianza, escribiendo o a través del movimiento.
• Practicar técnicas de liberación: Taichi, respiración consciente,… actividades que conecten con nuestro cuerpo y nuestra calma.

💖 Recordemos: Sentir no es debilidad, es humanidad. Expresar lo que sentimos no es un drama, es un camino hacia la salud y el equilibrio interior ☯️

🙏🏼Nunca olvidemos que nuestras emociones no están para hacernos daño, están para guiarnos hacia el bienestar y el crecimiento. Escúchalas, abrázalas y conviértelas en tu fuerza ✨

Créditos: Centro Libera.

21/10/2025

Los antiguos sabían...

Cuando nacía un bebé, no solo era el pequeño quien recibía cuidados.
Una mujer de la familia se mudaba temporalmente a la casa de la madre,
para acogerla, ayudarla y apoyarla. Sabían que una madre también nace con el parto y necesita ser cuidada.

Hoy en día, se burlan de la madre que confiesa: "No aguanto más..."
Como si fuera débil.
Como si ser madre significara ser inmune al cansancio, al dolor, a la extenuación.
Como si el amor fuera suficiente para mantener a alguien despierta por noches seguidas, durante meses, y siempre sonriendo.

Olvidaron que detrás de un bebé hay una mujer real.
Con miedo, sueño, hormonas alborotadas y un cuerpo en recuperación.

Una madre no es una entidad mágica.
No es un hada, ni está hecha de hierro.
Es una persona. Una persona que siente, que se cansa, que necesita.

Antes de correr a ver al bebé, ve a ver a la madre.
Antes de llevar otro regalo, lleva apoyo.
No lleves solo café, lleva cuidado.
Di: "Ve a descansar, yo me quedo con el bebé."
Pregunta si hay ropa para lavar, platos para secar o comida para preparar.
Y hazlo. Simple.

Porque las madres no necesitan un pedestal.
Necesitan una red.
De empatía.
De otras personas que entiendan y acojan.

Más empatía entre nosotras.
Más humanidad.

Caso: Valentina, 12 añosDesde que Valentina era pequeña, su mamá le enseñó algo muy claro: “no siempre voy a poder estar...
21/10/2025

Caso: Valentina, 12 años

Desde que Valentina era pequeña, su mamá le enseñó algo muy claro: “no siempre voy a poder estar contigo, pero quiero que sepas defenderte con tu voz y tu actitud”.

A los 5 años, cuando jugaba en el parque, un niño no quería prestarle un juguete y le gritó. Su mamá no intervino de inmediato, sino que le dijo:
“Valentina, recuérdale lo que tú quieres de manera clara y tranquila”.

Valentina se acercó y dijo: “yo también quiero jugar, podemos turnarnos”.
El niño aceptó, y ella aprendió que hablar con firmeza funciona más que llorar o quedarse callada.

Con el tiempo, en el colegio, cuando intentaron burlarse de ella por usar gafas, Valentina contestó:
“Sí, uso gafas, eso significa que veo mejor que tú cuando se dañe el tablero”.

No lo dijo con enojo, sino con seguridad. Esa respuesta cambió el tono de la burla: los demás rieron con ella, no de ella.

Hoy, a los 12 años, Valentina es una niña independiente, que sabe organizar su mochila, tomar decisiones simples sin depender siempre de un adulto, y no teme levantar la mano en clase para dar su opinión.

Sus padres dicen que el secreto fue enseñar desde pequeña tres cosas:

💜Reconocer sus emociones (primero entender qué siente antes de reaccionar).

💜Expresarse con respeto y firmeza.

💜Resolver pequeñas situaciones sola, para que confiara en su criterio.

Créditos a quien corresponda ❤️

👌🏼🤗
19/10/2025

👌🏼🤗

18/10/2025

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