14/12/2024
El Niño Heracles con las serpientes enviadas por Hera.
Cuando Heracles era apenas un bebé, la leyenda dice que Hera, la reina de los dioses, estaba llena de celos y rencor hacia él. Este sentimiento se debía a que Heracles era el hijo que Zeus había tenido con Alcmena, una mortal. Hera, decidida a dañarlo, envió dos enormes serpientes al cuarto donde dormía, con la intención de asustarlo y deshacerse de él mientras aún era indefenso.
Aquella noche, Heracles estaba en su cuna junto a su hermano gemelo Íficles. Las serpientes, silenciosas y amenazantes, se deslizaron hasta la cuna con sus ojos brillando en la penumbra. Sin embargo, lo que sucedió después reveló la naturaleza extraordinaria del bebé Heracles.
Mientras Íficles gritaba asustado, Heracles no solo permaneció calmado, sino que extendió sus pequeñas manos y atrapó a las serpientes. Con una fuerza impresionante, las sujetó con firmeza y, con un movimiento sorprendente para un niño de su edad, las inmovilizó hasta dejarlas inofensivas. La escena dejó claro desde ese instante que Heracles no era un niño ordinario, sino un ser destinado a grandes hazañas.
Alcmena, al escuchar los gritos de Íficles, corrió al cuarto y encontró a Heracles sosteniendo las serpientes ya neutralizadas, mientras que él permanecía tranquilo, como si lo que acababa de hacer fuera algo natural.
Este evento fue uno de los primeros signos de la fuerza extraordinaria y el coraje innato de Heracles, atributos que lo acompañarían a lo largo de su vida en su camino para convertirse en el héroe más legendario de la mitología griega. Sin embargo, también marcó el inicio de la constante rivalidad de Hera hacia él, quien no cesaría en sus intentos de complicarle la vida.
Pieter van der Werff
1700-1722.
