05/09/2025
Redefiniendo la Crítica: Falacias Argumentativas en la Descalificación del Conductismo
El conductismo, particularmente el conductismo radical de B.F. Skinner, a menudo es desestimado en los discursos psicológicos populares y académicos bajo la acusación de ser un reduccionismo extremo que niega la biología, el cerebro y la vida interior. Sin embargo, un análisis riguroso desde la filosofía de la ciencia revela que muchas de estas críticas no se sostienen sobre una base empírica sólida, sino sobre una serie de falacias argumentativas que distorsionan sus postulados fundamentales. Lejos de negar la biología o la subjetividad, el conductismo radical ofrece un marco filosófico y metodológico para abordarlas de una manera consistente con los principios de una ciencia natural. Este ensayo argumenta que las críticas más comunes al conductismo se basan en las falacias del hombre de paja, la falsa dicotomía, el error de categoría y la generalización apresurada.
El Hombre de Paja: Atacando una Caricatura del Conductismo
La falacia más recurrente en la crítica al conductismo es la del hombre de paja, que consiste en desfigurar la postura del oponente para hacerla más vulnerable. La caricatura presenta al conductismo como una teoría que postula un organismo vacío, una "caja negra" que responde de forma mecánica a los estímulos ambientales, ignorando por completo la existencia de pensamientos y sentimientos.
Esta representación es fundamentalmente inexacta. Skinner (1974) diferenció su conductismo radical del conductismo metodológico anterior precisamente por su tratamiento de los eventos internos. No los negó, sino que los conceptualizó como eventos privados. Los definió como conductas que ocurren "dentro de la piel" y, por tanto, accesibles solo al individuo. El problema, para Skinner, no era su existencia, sino su uso como explicaciones causales de la conducta pública. Sostuvo que tanto la conducta observable como los eventos privados debían ser explicados, en lugar de usar uno para explicar el otro, lo que incurriría en un razonamiento circular. Como afirmó el filósofo de la ciencia William Baum (2017), "para el conductismo radical, los eventos privados son más comportamiento a ser explicado, no explicaciones del comportamiento" (p. 64). Atacar al conductismo por "negar los sentimientos" es, por tanto, atacar una versión ficticia que ignora su principal innovación conceptual.
La Falsa Dicotomía: Ambiente versus Biología
Otra crítica común se fundamenta en una falsa dicotomía, presentando lo ambiental y lo biológico como explicaciones mutuamente excluyentes. El argumento sugiere que, si el conductismo enfatiza el papel del ambiente, necesariamente debe negar la importancia de la genética, la fisiología y el cerebro.
Esta es una oposición artificial. Skinner (1966) fue explícito al proponer que el comportamiento es producto de tres niveles de selección por consecuencias: la selección natural (filogenia), la selección operante (ontogenia) y la selección cultural. La biología y la dotación genética constituyen el primer nivel; son el sustrato sobre el cual el aprendizaje operante puede ocurrir. El organismo que interactúa con el ambiente es un organismo biológico con una historia evolutiva. Afirmar que el conductismo ignora la biología es tan ilógico como afirmar que la biología evolutiva ignora la física. Son niveles de explicación interdependientes. La neurociencia y el conductismo, desde esta perspectiva, no compiten, sino que responden a preguntas distintas. El análisis de la conducta describe las relaciones funcionales entre el comportamiento y el ambiente, mientras que la neurociencia investiga los mecanismos físicos que subyacen a dichas relaciones (Zilio, 2016).
El Error de Categoría y la Generalización Apresurada
Finalmente, las críticas a menudo cometen un error de categoría al confundir el nivel de análisis conductual con el neurofisiológico, y una generalización apresurada al equiparar todo el conductismo con sus versiones más tempranas y simples. El error de categoría surge al exigir que una ciencia del comportamiento utilice el lenguaje y los conceptos de la neurociencia para ser válida. Esto es como argumentar que la economía es inválida porque no se explica en términos de física de partículas. Son dominios explicativos diferentes y legítimos (Rachlin, 1992).
La generalización apresurada ocurre al basar la crítica en el conductismo metodológico de John B. Watson, con su enfoque Estímulo-Respuesta, y extenderla a todo el campo. Esta táctica ignora la profunda evolución filosófica del conductismo radical y de las ciencias contextuales del comportamiento contemporáneas. Al tomar la parte (Watson) por el todo, se construye una crítica anacrónica que no se enfrenta a los postulados actuales de la disciplina (Friman et al., 1993).
Una evaluación filosófica y científicamente informada del conductismo exige ir más allá de las caricaturas. Las acusaciones de que niega la biología, el cerebro o la experiencia subjetiva se disuelven al analizar sus textos fundacionales. El conductismo radical no propone un organismo vacío, sino uno complejo, producto de una historia filogenética y ontogenética. Su objetivo no es descartar los eventos privados, sino explicarlos dentro del mismo marco funcional que la conducta observable. Las críticas que se basan en falacias lógicas como el hombre de paja, la falsa dicotomía y la generalización apresurada obstaculizan un diálogo científico productivo. Para una crítica válida, es imperativo confrontar al conductismo por lo que realmente postula: una filosofía de la ciencia dedicada a la explicación, predicción e influencia del comportamiento de organismos completos en interacción con su contexto.
Referencias
Baum, W. M. (2017). Understanding behaviorism: Behavior, culture, and evolution (3rd ed.). Wiley-Blackwell.
Friman, P. C., Allen, K. D., Kerwin, M. L., & Larzelere, R. (1993). Changes in modern psychology: A citation analysis of the Kuhnian displacement thesis. American Psychologist, 48(6), 658–664.
Rachlin, H. (1992). Teleological behaviorism. American Psychologist, 47(11), 1371–1382.
Skinner, B. F. (1966). The phylogeny and ontogeny of behavior. Science, 153(3741), 1205–1213.
Skinner, B. F. (1974). About behaviorism. Alfred A. Knopf.
Zilio, D. (2016). On the autonomy of the behavioral sciences: A case study in the science and philosophy of behavior analysis. Psicologia-Reflexao E Critica, 29(1), 1–11.