
30/07/2025
Nos enseñaron a callar.
A hacer como que nada pasó… cuando sí pasó.
A sonreír en la mesa… aunque algo dentro estuviera roto. A no hablar de lo que dolió… porque “ya pasó”, porque “no fue para tanto”, porque “no se habla más”.
El problema es que cuando no aprendes a decir lo que sientes, lo que piensas, lo que necesitas… empiezas a tragarte todo.
Y el silencio se vuelve hábito.
Y ese hábito se convierte en distancia, en síntomas, en relaciones que se rompen sin que nadie entienda por qué.
Nos quedamos sin herramientas para reparar.
Sin palabras para pedir perdón de verdad.
Sin espacio para hablar de lo que duele sin sentir que estamos “armando un drama”.
Pero hablar no es drama.
Hablar es sanar.
Y sanar empieza por aprender a nombrar.
¿También en tu casa el perdón era silencio?
MO