10/03/2021
En diversas oportunidades escuchamos hablar sobre la importancia del cuerpo en las personas con condición del espectro autista, pensar en esto no es solamente estructurar la acción física de moverse o estar en movimiento, sino saber cual es el registro que tiene esa persona de su cuerpo y como lo utiliza en el espacio.
Cuando hablamos de psicomotricidad, no solo lo hacemos en relación a los aspectos cognitivos y motrices, también incorporamos nociones como la emocionalidad, corporeidad y aprendizaje.
En la psicomotricidad hacemos mención a la intervención en las praxias motoras, que se define como la facultad de cumplir, más o menos automáticamente, ciertos movimientos aprendidos habituales y adaptados a un fin determinado tales como; peinarse, usar los cubiertos, prender un botón, cepillarse los dientes, saludar, sacar una moneda del bolsillo o utilizar una llave que se conocen con el nombre de actos psicomotores intencionales o gestos proposicionales. La noción del gesto se sitúa entre la contracción muscular y el comportamiento. Estos son aspectos que desde la psicomotricidad cobran gran relevancia al ponerlos en práctica en la intervención psicomotriz en niños con diagnóstico de autismo y que complementan al aprendizaje psicomotor.
La psicomotricidad pone su énfasis en el tratamiento de las personas con espectro autista en poder aumentar las experiencias motoras, que luego una vez aprendidas serán parte del repertorio psicomotor, lo que aumenta las posibilidades de emitir una respuesta adecuada ante una demanda específica y su mayor independencia y automatización, permitiendo su integración en todos los ámbitos relacionales.