10/12/2025
“No quiero molestar al pediatra…”
Esta frase se repite muchísimo, sobre todo en padres y madres primerizos.
Tanto, que a veces pesa más el miedo a molestar que la preocupación por el niño.
Y voy a decirlo claro: no es tu trabajo proteger al pediatra.
Tu trabajo es proteger a tu hijo.
Es lógico que dudes:
¿Será para tanto?
¿Estaré haciendo el ridículo por esto?
¿Y si espero y luego era grave?
Desde este lado de la consulta, lo que vemos es otra cosa:
– Padres que llegan tarde porque pensaban que “era una tontería”.
– Gente que lo ha pasado fatal en casa, sólo por no “dar la lata”.
La realidad es que, en pediatría, muchas veces preferimos un “venir de más” que un “llegar tarde”. La mayoría de las consultas terminan en explicación, tranquilidad y vigilancia en casa. Y eso también es buen uso de la sanidad: resolver dudas antes de que el miedo se dispare.
Pedir ayuda no te convierte en pesado, te convierte en responsable.
Si hay algo que te deja intranquilo, si llevas horas dándole vueltas y no eres capaz de quitarte la idea de la cabeza, esa preocupación ya es motivo suficiente para consultar. Luego, que el profesional valore si hace falta explorar al niño, observar, derivar o simplemente explicar.
Tu miedo no estorba. Tu duda no molesta.
Forman parte de aprender a cuidar.
Y si necesitas un espacio donde puedas preguntar sin sentir que estás “exagerando”, para eso existe Cunina: para ayudarte a poner nombre a lo que ves y decidir el siguiente paso con calma.