
17/08/2025
Algunas madres que no pudieron discriminarse de los mandatos de sus propios padres, generalmente patriarcados, pueden reaccionar negativamente ante el crecimiento, la independencia de los hijos (en especial de la hija), como si la libertad de la hija fuera contra ella y no a favor de la hija, como si su propio mandato se hubiera detenido en el tiempo y el mensaje fuera : no crezcas.
Esto puede ser (de hecho lo es) causa de enfrentamientos que aparecen contra la hija y que en realidad es contra el crecimiento personal al que esa madre no pudo acceder, básicamente porque no supo que se podía otra cosa, que no es necesario vivir el guión de otro, que uno puede elegir su vida.
Estas hijas muchas veces sienten una limitación originada en la dificultad de ser felices cuando la propia madre no lo es. Sacrificar la alegría propia por ese dolor, lo acentúa y lo duplica. No cambia la situación.
Madre e hija quedarían atascadas en un dolor de otra.
Una hija no tiene como misión sanar a su madre, nada hay que sane que no sea un duelo (lo que implica conciencia) por lo que no se tuvo, por lo que se perdió, por el linaje, ese duelo es la despedida , dentro, de quien ya no está fuera, de lo que no está, para ayudar a aprender a vivir en un mundo en el que alguien, algo, ya no está. Es una despedida augurante.
Fotografía:JDRF