15/12/2023
HUMILLARSE NO ES DEJARSE HUMILLAR. PARTE 2
Humillarse no es dejarse humillar.Todo alumno del Maestro debe aprender esta sutil pero importante diferencia si quiere avanzar en sus estudios. Comprender esta máxima y aplicarla evita padecimientos innecesarios, que siempre son y provienen del ego.
Es el ego quien se ofende, es el ego quien se siente humillado. El ser, desde su perspectiva de una conciencia más profunda y empática, consigue ver al otro como un ego no evolucionado, como un ser que sufre y hace sufrir, consigue ver que ese ser humano que trata de someter a sus semejantes haciendo abuso de su poder, no ostenta un verdadero poder, sino una ilusión inflada por su egoísmo, que le da una falsa sensación de seguridad al ejercer manipulación y control sobre otros.
En las diferentes etapas del alumnado todos pasamos por la fase inicial de principiantes o aprendices. Observando con atención y detenimiento puedes ver que no es el transcurso del tiempo y los años lo que convierte al aprendiz en iniciado, si no su interés por aprender y poner en práctica lo aprendido.
Puedes repetir durante 30 años las mismas palabras y cantarlas con todas las músicas y melodías posibles, pueden estar grabadas en tu memoria a modo de mantras, pero si no desvelas el secreto profundo de su mensaje no aprendes la lección y la propia vida se encargará de ponerlo ante tus ojos una y otra vez en forma de experiencias vitales repetitivas. Y seguramente, te dirás frases del tipo "¡no me lo puedo creer! ¿cómo puede ser que de nuevo me ocurra esto? ¿otra vez?" Y muy probablemente te sentirás defraudado y triste ante la conducta o el comportamiento de tal o cual persona.
Si no aprendes sufres siendo víctima de tu ego, víctima de ti mismo, víctima de tu falta de estudio y comprensión sobre las lecciones básicas de la vida, principalmente en lo referente a amor, compasión y humildad.
La persona que usa su poder y su estatus, sea político, religioso o incluso familiar, para someter a los otros al yugo de su "carácter" aprendió a valerse de la prepotencia, el orgullo, la arrogancia y la soberbia, entre otras pasiones, para llenar su vacío interior. Toda manifestación exacerbada de alguna pasión es un indicativo de falta de amor, que se trata de compensar con los mecanismos de defensa al alcance y los más apropiados para cada tipo de personalidad y de herida.
Todos tenemos heridas, ego, personalidad y carácter. Los alumnos aplicados profundizan en el estudio de sí mismos, iniciándose en el camino de auto-conocimiento, la senda marcada por el Maestro, que siempre nos invita a mirar hacia adentro para descubrir, ver y reconocer que todo lo que juzgamos en el exterior reside también el nuestro interior.
Todos somos verdugos y víctimas en determinada situaciones y vivencias de nuestra vida. Todos y cada uno de nosotros hemos actuado desde nuestras pasiones y tratado injustamente a otro ser humano en el decorrer de la vida, y recibiremos el mismo tipo de trato o conducta de los otros una y otra vez, hasta que nos corrijamos, comprendiendo y perdonando de corazón.
Es llegando a este punto cuando se desvela uno de los misterios del Maestro y se revela ante los ojos del alumno el verdadero significado de humillarse. Humillarse no es dejarse humillar, pues cuando te dejas humillar estás dando tu poder a la persona que trata de humillarte, te sientes mal, triste, tratado injustamente, te sientes humillado y sufres porque no te gusta ser tratado así. Sientes que no tienes poder ni herramientas suficientes para cambiar la situación y la aceptas, casi involuntariamente, aunque te desagrada y te molesta. Te resignas a ella desde una posición de víctima y una falsa humildad.
No te gusta como te sientes, ni te gusta ser tratado así y, o bien te revelas contra el agresor desde la misma energía del ego generando conflicto y desunión; o bien agachas la cabeza sometiéndote por miedo al conflicto. Ambas reacciones provienen del ego y dejan una sensación de malestar y una huella emocional.
El verdadero acto de humillarse proviene de la auténtica y verdadera humildad. Es cuando consigues ver, en perspectiva amorosa, el juego, el papel de la otra persona. Ves su personaje y las estrategias que maneja para tratar de someter a los otros, ves y percibes claramente cuando trata de humillarte y consigues verlo y mirarlo con compasión, con aceptación y sin juicio. Pues ves a una persona herida, que sufre víctima de sí misma y de su falta de trabajo interior. Comprendes que tiene ese tipo de conductas porque así aprendió a defenderse y a camuflar su dolor y que su trato, aunque sea absolutamente personal hacia ti, si tú te lo haces tuyo, si aceptas y dejas entrar esa energía y reaccionas desde ahí, vas a sufrir y nada se va a solucionar.
El iniciado en el camino del Maestro consigue activar en sí mismo esa perspectiva amorosa y compasiva, viendo los ataques del otro como quien observa los juegos de un niño, sin identificarse con ello ni dejarse afectar por su energía.
Permite todo ese despliegue de manifestación egoíca, lo recibe con amor y compasión y no se ofende ni se siente ofendido. Digamos que se humilla antes esa persona, acepta y permite ese trato injusto pero sin sentirse injustamente tratado ni humillado.
Es un "como si", le sigue el juego sin dejarse afectar por él, pues no está dando una reacción desde el ego, sino sino una respuesta elaborada desde el ser, que comprende a qué está jugando el otro y además sabe que ese juego injusto es absolutamente necesario para el crecimiento, la evolución y el aprendizaje de ambos, salvo que uno aprende desde el dolor y el sufrimiento, propios del ego en su etapa de evolución y desarrollo, en su fase de aprendiz víctima de sus apegos, y otro desde el amor y la compasión del ser iniciado en el camino de autotransformación, la senda interior que lleva al desapego da las pasiones y al encuentro con el Maestro.
LAYA CONDIEX
06 diciembre 2023