15/10/2025
Ni el gluten ni los lácteos inflaman. Lo que sí lo hace es la desinformación.
Durante años, ciertos alimentos se han convertido en chivos expiatorios de la llamada “inflamación silenciosa”.
Titulares, vídeos y consultas llenas de pacientes convencidos de que su fatiga o sus digestiones pesadas se deben al gluten o a los lácteos.
El problema es que esa creencia se ha instalado incluso entre profesionales, a veces sin una base científica sólida.
La evidencia disponible es bastante clara:
👉 El gluten solo provoca inflamación en personas con enfermedad celíaca o sensibilidad al gluten no celíaca.
👉 Los lácteos, salvo alergia o intolerancia, no se asocian a procesos inflamatorios; al contrario, algunos fermentados tienen un efecto beneficioso sobre la microbiota intestinal.
Entonces, ¿por qué tanta gente nota mejoría al eliminarlos?
Porque el cuerpo responde a muchos factores que nada tienen que ver con una respuesta inmunitaria.
Comer más simple, reducir ultraprocesados o mejorar la digestión puede generar alivio. Pero eso no significa que esos alimentos fueran el problema.
La nutrición se ha llenado de discursos simplistas que buscan culpables individuales.
Y sin embargo, la inflamación es un fenómeno complejo, donde intervienen la microbiota, el descanso, el estrés, la calidad de la dieta y el estado metabólico general.
📍 Aclaración:
La inflamación crónica no debe confundirse con una simple hinchazón abdominal.
No tiene por qué dar señales evidentes, pero sí altera el metabolismo, la sensibilidad a la insulina, la función cardiovascular y se asocia con determinadas enfermedades crónicas. Por eso, requiere un abordaje más complejo.
Un cuerpo inflamado no se equilibra eliminando alimentos, sino entendiendo qué lo altera y qué lo regula.
Por eso, hablar de inflamación exige ciencia, no intuición.