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RTT se encuentra a la vanguardia del entrenamiento personal trabaja con las últimas tendencias y tecnologías de entrenamiento sus entrenadores son Diplomados en la actividad física y como objetivo principal es dar un servicio INTEGRAL INDIVIDUALIZADO EXCLUSIVO y de máxima calidad.

25/05/2025

🔴 La ESPINA BÍFIDA es un defecto del tubo neural que ocurre durante el desarrollo embrionario, específicamente en las primeras semanas de gestación, cuando el tubo neural no se cierra completamente. Este defecto puede provocar que las vértebras de la columna no se formen correctamente, dejando expuesta la médula espinal y las estructuras nerviosas subyacentes. Es una de las malformaciones congénitas más comunes del sistema nervioso y su gravedad puede variar desde casos leves hasta formas severas que afectan significativamente la calidad de vida del paciente.

La ESPINA BÍFIDA tiene varias formas clínicas, siendo las principales la espina bífida oculta, el meningocele y el mielomeningocele. La espina bífida oculta es la forma más leve y suele ser asintomática, con un pequeño defecto óseo sin protrusión de tejidos. El meningocele implica la protrusión de las meninges a través del defecto óseo, formando un s**o lleno de líquido, pero sin involucrar la médula espinal. El mielomeningocele, la forma más grave, ocurre cuando tanto las meninges como la médula espinal se protruyen, lo que puede causar graves daños neurológicos.

Las causas exactas de la ESPINA BÍFIDA no están completamente claras, pero se considera que es una condición multifactorial. Entre los factores de riesgo se incluyen deficiencias de ácido fólico durante el embarazo, antecedentes familiares de defectos del tubo neural, el uso de ciertos medicamentos como los anticonvulsivantes y condiciones metabólicas como la diabetes materna. La prevención, mediante la suplementación con ácido fólico antes y durante el embarazo, ha demostrado ser altamente efectiva para reducir el riesgo de esta afección.

Los síntomas y complicaciones de la ESPINA BÍFIDA dependen de la gravedad y localización del defecto. En los casos graves, pueden incluir parálisis parcial o completa de las extremidades inferiores, pérdida de control de esfínteres, hidrocefalia debido a la acumulación de líquido en el cerebro, deformidades ortopédicas como escoliosis y dificultades cognitivas. La hidrocefalia es especialmente común en el mielomeningocele y requiere intervención quirúrgica mediante la colocación de una derivación para drenar el exceso de líquido.

El tratamiento de la ESPINA BÍFIDA es multidisciplinario y depende del tipo y gravedad del defecto. En los casos graves, la cirugía es fundamental para cerrar el defecto y minimizar el daño neurológico. Esta puede realizarse en el periodo neonatal o, en algunos casos, incluso intraútero para mejorar los resultados. Además, se necesita rehabilitación física, ortopedia, terapia ocupacional y, en algunos casos, tratamiento para problemas urológicos e intestinales. El manejo de la hidrocefalia requiere la colocación de una válvula de derivación ventriculoperitoneal para drenar el exceso de líquido.

A pesar de los avances médicos, la ESPINA BÍFIDA sigue siendo una condición con desafíos significativos. Sin embargo, con una intervención adecuada y un manejo integral, muchos pacientes pueden llevar una vida relativamente funcional. La investigación en terapias intrauterinas y técnicas de prevención sigue evolucionando, ofreciendo esperanza para reducir la incidencia y mejorar el pronóstico de esta condición.

24/05/2025

🔴 Una persona que experimenta dolor intenso y generalizado en el cuerpo, sin que los estudios médicos encuentren una causa de inflamación, es muy probable que tenga fibromialgia. El problema principal de esta condición reside en el cerebro, específicamente en una parte que procesa el dolor y se vuelve hiperactiva. Esto provoca que dolores muy leves se perciban como mucho más grandes, e incluso se puede sentir dolor sin que haya una causa física real que lo justifique. Debido a este mecanismo central, la mayoría de los medicamentos tradicionales para el dolor no resultan efectivos para la fibromialgia. A continuación explico detalladamente estos tratamientos.

Los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), que incluyen medicamentos comunes como la aspirina, ibuprofeno, diclofenaco o ketorolaco, son muy útiles para el dolor causado por inflamación en los tejidos. Sin embargo, como en la fibromialgia no hay inflamación, estos medicamentos generalmente no son de gran utilidad y no disminuyen significativamente el dolor percibido. Una excepción ocurre si, además del dolor por fibromialgia, existe un componente inflamatorio, por ejemplo, por un golpe o una torcedura. En estos casos muy específicos, donde un dolor inflamatorio puede desencadenar un brote de fibromialgia, los AINEs sí pueden ser beneficiosos. Dentro de este grupo tradicional de medicamentos, el acetaminofén o paracetamol podría tener un efecto limitado debido a su acción en el cerebro, precisamente en el área que procesa el dolor.

Otro grupo importante de medicamentos tradicionalmente usados para el dolor son los opioides. Estos actúan bloqueando la transmisión dolorosa a través de los nervios periféricos. Sin embargo, en la fibromialgia, el problema no está en estos nervios periféricos sino en el sistema nervioso central. Por ello, la gran mayoría de los opioides tampoco funcionan de manera efectiva en la fibromialgia, logrando una baja reducción del dolor incluso a dosis altas en la mayoría de los pacientes. Además de su limitada eficacia, los opioides conllevan riesgos y efectos adversos significativos, como estreñimiento, adicción, dependencia, posible incremento paradójico del dolor con el uso prolongado, dolores de cabeza intensos y, el más grave, depresión respiratoria que puede llevar a sobredosis y fallecimiento. Por estas razones, la mayoría de los opioides no se recomiendan para el dolor por fibromialgia. Una pequeña excepción son algunos opioides que también actúan como inhibidores de recaptura de neurotransmisores, incrementando la serotonina y noradrenalina en el cerebro, como el tramadol y el tapentadol. Estos tienen mayor eficacia y, al ser opioides débiles, generalmente menos eventos adversos. Aunque no son tratamientos de primera línea, pueden considerarse si las terapias correctas no logran una respuesta completa, siempre bajo un uso muy controlado.

Finalmente, los anestésicos locales aplicados de forma periférica (parches, cremas, inyecciones) tampoco están indicados para la fibromialgia. Dado que el dolor se origina en la parte hiperactiva del cerebro, aplicar tratamientos en la periferia no logrará disminuir este dolor. Alcanzar una dosis en el cerebro suficiente para ser efectiva requeriría niveles tóxicos de estos anestésicos.

Por otro lado, los tratamientos que sí han demostrado ser más efectivos en la mayoría de los pacientes son aquellos que actúan sobre los neurotransmisores en el cerebro. La cantidad de neurotransmisores como la serotonina y, particularmente, la noradrenalina, es crucial en la percepción del dolor en pacientes con fibromialgia. Por lo tanto, los medicamentos que incrementan estos neurotransmisores son benéficos. Entre los más importantes y que suelen ser de primera línea se encuentran los inhibidores duales y los antidepresivos tricíclicos, incluyendo sustancias como la duloxetina, venlafaxina, amitriptilina e imipramina. Estos medicamentos no solo mejoran la percepción del dolor al incrementar neurotransmisores, sino que también son útiles para la depresión y ansiedad que a menudo acompañan a la fibromialgia. Los antidepresivos atípicos que aumentan la concentración de dopamina, como el bupropión, también son beneficiosos para el dolor, la depresión y la ansiedad, ayudando a regular la zona cerebral hiperactiva. En un tercer lugar de preferencia se encuentran los inhibidores selectivos de recaptura de serotonina (ISRS), como la fluoxetina, sertralina, citalopram o escitalopram. Aunque pueden ser útiles, requieren dosis mucho más altas para impactar el dolor, ya que la serotonina no influye tanto en el procesamiento del dolor como la noradrenalina y la dopamina. Estas dosis elevadas a menudo provocan eventos adversos importantes, y los pacientes con fibromialgia tienen una sensibilidad natural mayor a los efectos secundarios de los medicamentos. Por lo tanto, los ISRS se reservan para el final si otras opciones no funcionan. Es fundamental recordar que no se deben combinar casi ninguno de estos antidepresivos, solo se debe elegir uno debido al alto riesgo de toxicidad conjunta.

Otro grupo de medicamentos eficaces son los antiepilépticos que actúan directamente "apagando" la parte hiperactiva del cerebro responsable del dolor. Los más conocidos en este uso son la pregabalina y la gabapentina, aunque existen otros como el levetiracetam, oxcarbazepina o tiagabina. Su beneficio radica en que silencian la zona que genera el ruido y el dolor. Sin embargo, su desventaja es que también pueden afectar otras partes del cerebro, lo que puede causar fatiga (un síntoma ya frecuente en fibromialgia), mareo o somnolencia, especialmente al inicio del tratamiento. Estos efectos adversos suelen desaparecer con el tiempo.

Es de suma importancia mencionar que, además del tratamiento farmacológico, el tratamiento no farmacológico tiene igual o incluso mayor relevancia. Combinar ambos enfoques es crucial para el éxito. Los pacientes que reciben tratamiento combinado tienen un mejor control del dolor, una mejor calidad de vida y requieren dosis más bajas de medicamentos. En contraste, depender solo de medicamentos incrementa el riesgo de control deficiente y efectos adversos.

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21/05/2025

🔴 ANTES DE ENTRAR EN MATERIA TE SUGERIMOS QUE LE DES "ME GUSTA" A NUESTRA PAGINA PARA QUE NO TE PIERDAS DE CONTENIDO IMPORTANTE: La FIBROMIALGIA es un trastorno crónico caracterizado por dolor musculoesquelético generalizado acompañado de fatiga, alteraciones del sueño, problemas de memoria y cambios en el estado de ánimo. Aunque se desconoce su causa exacta, se cree que existe una alteración en la forma en que el cerebro y la médula espinal procesan las señales de dolor, amplificando las percepciones dolorosas en respuesta a estímulos que normalmente no deberían causar tanto malestar. Factores genéticos, infecciones previas, traumatismos físicos o emocionales y situaciones de estrés prolongado parecen participar en el desarrollo de la FIBROMIALGIA, actuando como desencadenantes o factores de riesgo en personas predispuestas.

Los síntomas de la FIBROMIALGIA incluyen dolor persistente en músculos, tendones y articulaciones de todo el cuerpo, aunque es especialmente frecuente en cuello, hombros, espalda y caderas. Este dolor suele describirse como punzante, ardoroso o profundo, y se acompaña de rigidez matutina y sensación de inflamación sin que exista un daño inflamatorio detectable. Además, los pacientes experimentan fatiga intensa que no mejora con el descanso, dificultades para conciliar o mantener el sueño, despertares frecuentes y un sueño poco reparador. También son comunes la niebla mental o “fibroniebla”, que se manifiesta como problemas de concentración, lentitud para pensar y olvidos frecuentes. En algunos casos, la FIBROMIALGIA se asocia con síntomas digestivos como colon irritable, ansiedad, depresión y dolor de cabeza crónico.

El tratamiento de la FIBROMIALGIA es complejo y multidisciplinario, ya que no existe una cura definitiva. El abordaje se basa en aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente. Se emplean medicamentos como antidepresivos tricíclicos, inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina, anticonvulsivantes y relajantes musculares para modular la percepción del dolor y mejorar el sueño. A esto se suma un programa de ejercicio físico aeróbico, estiramientos y fortalecimiento muscular progresivo, que ha demostrado ser una de las intervenciones más efectivas. La terapia cognitivo-conductual, técnicas de relajación y educación del paciente son fundamentales para manejar el estrés y reducir el impacto emocional de la enfermedad. En algunos casos, se pueden utilizar terapias complementarias como acupuntura, masajes o hidroterapia, aunque sus beneficios son variables. El manejo adecuado de la FIBROMIALGIA exige una participación activa del paciente y un enfoque personalizado adaptado a las necesidades de cada persona.

PARA MÁS INFORMACIÓN SOBRE ESTE TEMA, LES INVITAMOS A VER EL PODCAST CORRESPONDIENTE, DONDE LO EXPLICAMOS CON MAYOR DETALLE.

15/05/2025

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