12/03/2024
De niña esperaba que mamá me diera un abrazo y me dijera que me amaba.
De adolescente esperaba gustarle a un grupo de chicas, o a el chico que me gusta a mi.
Cuando elegí a mi compañero de vida esperaba que fuera atento, romántico y muy cariñoso (lo idealicé).
Pasaron los días, los años y yo esperaba las flores, los chocolates, las serenatas, las noches románticas y nunca llegaron.
Hoy veo hacia atrás y me doy cuenta que no me faltaron personas en mi camino, lo que me faltó fue amarme más a mi misma, consentirme, apapacharme, cantarme, hablarme bonito.
Muchas veces esperamos de los demás lo que ni nosotros mismos nos damos. Y nos aferramos a ese amor romántico.
Nunca es tarde para iniciar de nuevo, trabajar en nosotros mismos y sanar las heridas que con el tiempo se vuelven armas con las que lastimamos a otras personas que nos aman.
Hoy veo hacia adelante, me abrazo y me pido perdón porque por mucho tiempo me menosprecié, me dejé de lado, ahora me valoro, sabiendo que no es ego. Es aprender a reconocer mi valor para poder valorar a los demás.
"La importancia de amar mi soledad para apreciar y valorar la compañía de otro."