
05/06/2023
Corazón y mujer: cuidar su salud cardiovascular
La primera causa de muerte en los países desarrollados son las enfermedades cardiovasculares. Y lejos de lo que podríamos pensar, el riesgo de padecer un accidente cardiovascular es mayor en mujeres que en hombres. Sin embargo, la mayoría de la población piensa que es un problema “masculino”, un error grave que puede llevarnos a no estar preparados para identificar los síntomas y prevenir las patologías que se asocian a las mujeres. Menopausia, embarazo, estrés físico y emocional o enfermedades autoinmunes pueden ser el desencadenante de problemas de corazón serios en las mujeres.
El doctor Pablo García, cardiólogo clínico del grupo sanitario Ribera en los hospitales Ribera Santa Justa y Ribera Almendralejo, en Extremadura, explica, por ejemplo, que el 90% de las disecciones coronarias espontáneas ocurren en mujeres que no tienen factores de riesgo que clásicamente asociamos a enfermedades cardiovasculares, como ser hombre, fumador o hipertenso. Sin embargo, las disecciones coronarias pueden ser el origen de anginas, infartos, arritmias, insuficiencias cardíacas e, incluso, muerte súbita. Sin ánimo de ser alarmistas, el doctor García recuerda que “es muy complicado buscar una sola causa en las disecciones coronarias espontáneas, pero está comprobado que hay un determinante hormonal, al ser una enfermedad predominante en mujeres”, al tiempo que explica que, por ejemplo, los cambios hormonales que se producen en el embarazo “convierten el parto en un momento crítico para estas lesiones”.
Por su parte, la Fundación Española del Corazón recuerda que a partir de la menopausia, los problemas de corazón son tan frecuentes en las mujeres como en los varones y, lo que es más serio: son más graves y tienen peor pronóstico. Los estrógenos, que protegen a las mujeres durante sus años fértiles, se reducen drásticamente entre los 50 y los 60 años, y con ellos prácticamente desaparece el escudo protector que suponen en el organismo de las mujeres, por su efecto vasodilatador, por cómo favorecen la recuperación cuando se producen pequeñas lesiones o por la forma de disminuir el colesterol “malo” y a aumentar el “bueno”, entre otras razones.