25/08/2025
Māra en pali significa “el que mata” o “el destructor”.
Se lo considera como la personificación de todo aquello que impide ver la verdad y alcanzar el despertar.
Dimensiones
El Buda explicó que Māra no es solamente un ser externo, sino también una fuerza interna. Se puede entender de cuatro maneras:
1. Māra como kilesa (corrupciones):
Representa las impurezas de la mente: deseo, aversión, ignorancia, orgullo, duda, etc. Son los obstáculos internos que nos mantienen atrapados en el Saṃsāra.
2. Māra como los agregados (khandhas):
La existencia condicionada, los cinco agregados (forma, sensación, percepción, formaciones mentales y conciencia), al ser impermanentes e insatisfactorios, pueden verse como dominio de Māra.
3. Māra como la muerte:
La muerte física es también un Māra, ya que corta la vida y muestra lo inevitable de la impermanencia.
4. Māra como un ser celestial:
En la cosmología budista, Māra es también un deva poderoso, señor del reino del deseo (Kāmadhātu), que intenta apartar a los practicantes de la iluminación porque teme perder su dominio. Fue él quien intentó disuadir al Bodhisatta Gotama antes de su iluminación bajo el árbol Bodhi.
El encuentro del Buda con Māra
Cuando el Bodhisatta estaba por alcanzar la iluminación, Māra apareció con sus ejércitos de tentaciones y miedos. Pero Gotama, con plena atención y sabiduría, permaneció inconmovible. Finalmente, “venció a Māra”, es decir, venció a las impurezas y engaños de la mente.
Māra no es un demonio externo que nos persigue, sino la representación de:
Las pasiones descontroladas,
Las dudas,
Las distracciones,
El apego a lo transitorio.
Cada vez que surge la codicia, la ira, la pereza, la confusión, podemos decir que “Māra nos está tentando”. Y cada vez que observamos con sati (atención plena) y lo dejamos ir, estamos “venciendo a Māra”.
En Síntesis:
Māra es la personificación del obstáculo al despertar, tanto como fuerza externa simbólica como, sobre todo, como energía interna en forma de kilesas.
El Buda nos muestra que Māra no es algo que se destruye con violencia, sino que se supera con sabiduría, atención plena y esfuerzo correcto.
El Buda usó ese recurso porque al ser humano le resulta más fácil luchar contra algo “con nombre y cara” que contra una emoción abstracta.