29/10/2022
Continuamente escuchamos que el estrés es la causa de muchas de las enfermedades. Sabemos que por el estrés vivimos más irritables, frustrados o deprimidos, pero no reparamos en los efectos orgánicos del estrés sino hasta que se manifiesta una enfermedad en el cuerpo.
¿Cómo funcionan los mecanismos del estrés? En términos muy básicos, el estrés es indispensable para el funcionamiento del cuerpo. La tensión orgánica regula los estado de alerta o reposo del cuerpo, es decir, lo prepara para responder a distintas circunstancias o estímulos del ambiente. Las señales de alerta en el cuerpo deben activarse para asegurar la supervivencia y deberían apagarse una vez pasada la amenaza.
El problema es que en nuestro estilo de vida actual pareciera como si viviéramos todo el tiempo bajo amenaza. En estricto sentido, la mayoría de los estímulos no amenazan nuestra vida, pero nosotros los sentimos así. Llegar temprano al trabajo, cumplir con el presupuesto de ventas, entregar el trabajo en la fecha límite, terminar todos los pendientes del día, llevar a los niños al colegio, pagar las cuentas… Todas esas actividades parecen y se convierten en un asunto de vida o muerte. Así que nuestro cuerpo responde como le ordenamos: todo el tiempo tenso y a la defensiva.
Uno de los primeros experimentos sobre estrés lo realizó el Dr. Hans Seyle en 1936. En realidad, Seyle estaba buscando otras cosas en sus experimentos cuando dio por casualidad con la idea del Síndrome de Adaptación General. Se trata de la respuesta del organismo a los estímulos estresantes, que pasa por tres etapas: la primera es la “señal de alarma”. Después de esta etapa de excitación, se construye una resistencia, para sobrevivir a la primera. Si el estrés continúa, sucede la tercera etapa, que es el agotamiento, que implica un deterioro importante del organismo al continuar su proceso de desgaste en la etapa de resistencia.
Lo que sucede a nivel físico es en primer lugar que las glándulas tratan de adaptarse a las demandas del estrés. Segregan hormonas en exceso para mantener el cuerpo en funciones. En un primer momento, lo consiguen, pero a la larga el mecanismo de defensa se descompone. Entonces, aparecen distintas enfermedades, como las del corazón, la artritis, la tensión arterial, úlceras. Así que aparentemente la causa de la enfermedad es una infección, una intoxicación, agotamiento nervioso, etc., pero lo que Selye proponía es que quizá fuera más bien un desarreglo del mecanismo de adaptación hormonal.
Sus experimentos con ratas, demostraron que sometidas a ciertas condiciones estresantes, desarrollaban los mismos síntomas de deterioro físico. Selye se preguntaba si era posible que los resultados finales, es decir, las enfermedades, fueran expresiones de la tensión orgánica.
Descubrió después que la pituitaria y las glándulas suprarrenales eran la clave. Son estas glándulas las que emiten la señal de alarma y envían hormonas al resto del cuerpo (y señales entre ellas). Si las tensiones seguían, después de la alarma venía la adaptación y el animal se acostumbraba a vivir en estado de tensión. Pero con el tiempo, claro, el mecanismo de defensa se gastaba, el animal enfermaba y moría.
Los paralelos entre lo que Seyle observó en sus ratas y lo que hemos notado en nosotros, los humanos, es notable. Bajo las tensiones del trabajo, la fatiga, las preocupaciones, los padecimientos crónicos, muchas personas parecen pasar la vida bastante bien, al menos por un tiempo. Eventualmente, la tensión hará sus estragos, igual que con las ratas.
Ya que los daños físicos tenían que ver con ciertas hormonas, Seyle supuso que la resistencia también tenía que ver con las mismas. En efecto, comprobó que algunas hormonas neutralizan y contrarrestan los efectos de las hormonas generadas en la primera etapa de estrés. Así es como a través de suministrar algunas hormonas al cuerpo puede reestablecerse un equilibrio químico, y las enfermedades se desvanecen.
En nuestros días, todos sabemos que el estrés es sumamente nocivo. No es nada nuevo para nadie, y tampoco los consejos de desaceleración para recuperar la tranquilidad y el bienestar. Pero tampoco es fácil simplemente cambiar de vida de un momento a otro. El truco está en que cada persona pueda encontrar modos de tranquilizarse como le sea posible.
Al menos, es importante que sepamos de cierto que el estrés es un asesino, quizá el mayor de todos los asesinos. La conciencia puede ayudarnos a empezar a tomar cartas sobre el asunto.
Existen diversas alternativas para combatir los efectos del estrés. Puedes acudir a terapias holísticas como la aromaterapia y los masajes relajantes; también puedes atender tus emociones con un psicólogo o un psiquiatra. Algunos encuentran remanso en la práctica de algún deporte o en la convivencia con la naturaleza.
Con las Técnicas de Liberación Emocional ayudamos a reducir el estrés que está alojado en tu cuerpo, ya sea emocional o físico. al reducir el estrés puedes soltar eso que te hace sufrir y puedes vivir con mayor plenitud.
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Referencias:
- J. D. Ratcliff, en El cuerpo humano, Ediciones Selecciones del Reader’s Digest
- http://hypatia.morelos.gob.mx/no4/el_estres.htm