Cuarto Camino Cancún

Cuarto Camino Cancún Cuarto Camino Cancún se forma con la intención de dar seguimiento a las enseñanzas de Gurdjieff a favor del desarrollo de la conciencia y despertar el alma

07/08/2023

SOBRE PSICOLOGIA HUMANA
Cuarta Parte
EL PAPEL DE LOS TIPOS HUMANOS
(ext. de “El desarrollo de la Luz”, por Rodney Collin).

“Es necesario empezar a estudiar la humanidad como un cosmos, y a considerar los diferentes ‘tipos’ de hombres como funciones suyas igualmente esenciales, pero completamente diferentes –teniendo cada función sus capacidades propias e innatas, sus potencialidades, debilidades y afinidades por una parte diferente y distinta del universo.”
(Rodney Collin).

Los problemas de la psicología ordinaria y más aún de los argumentos de la literatura, la poesía, el drama y la leyenda dependen de la interacción de los tipos humanos; es decir, de la interacción de diferentes tipos de esencia. Desde el principio de la historia nunca ha dejado el hombre de fascinarse por este misterio que llena su vida diaria con esperanza, envidia, temor, dolor, admiración o anhelo y cuya explicación por siempre le rehúye.
Todos los tipos son claramente necesarios en el mundo y, obviamente, la vida sería más pobre, si no imposible, si faltara cualquiera de ellos, Y, sin embargo, ¿por qué algunos tipos son evidentemente incompatibles, mientras otros se atraen irresistiblemente entre sí? ¿Por qué algunos sólo desean ser lo que son más intensamente, en tanto que otros se esfuerzan incesantemente por convertirse en sus tipos opuestos? ¿Por qué ciertos tipos sólo pueden entenderse entre sí en presencia de un tercero? Y, así, sucesivamente hasta el cansancio.
Todo esto carecería de respuesta a menos que empecemos a estudiar la humanidad como un cosmos y consideremos los diferentes tipos de hombres como funciones suyas igualmente esenciales, pero completamente diferentes –teniendo cada función sus capacidades propias e innatas, sus potencialidades, debilidades y afinidades por una parte diferente y distinta del universo.

Sin embargo, antes de que prosigamos, recapitulemos lo que hasta ahora hemos establecido acerca de la naturaleza general de un cosmos. El cosmos es una criatura cósmica completa, que contiene dentro de sí todas las posibilidades, incluyendo las de conciencia propia y auto-transformación. Consiste de tres partes, cada una de las cuales recibe una diferente clase de alimento o sustento desde fuera; y seis funciones principales que digieren, transforman, utilizan y combinan estos tres alimentos, creando de ellos toda la energía, materia y comprensión de que es capaz el cosmos. Las seis funciones y los tres alimentos se combinan para formar muchos procesos internos diferentes que se desarrollan de acuerdo a la ley de octavas musicales, donde las funciones ocupan lugar de notas completas y los alimentos se presentan en los medios tonos conocidos.
Cuando anteriormente estudiamos el Sistema Solar bajo el aspecto de tal círculo de nueve puntos (Eneagrama), vimos que sus seis funciones se manifestaban por intermedio de esferas visibles, en tanto que los medios tonos estaban ocupados por cierta clase de fuerza o influencia ‘invisible’. Si tomamos el mismo circulo para representar a la humanidad, podemos colocar inmediatamente en sus lugares los diferentes tipos y los ‘alimentos’ serán los mismos que nutren al hombre individual, es decir, alimento material, aire y percepciones del mundo externo derivadas de la luz.
Sin embargo, debemos recordar al mismo tiempo que cada uno de estos ‘alimentos’ debe tener un aspecto ordinario o inconsciente que es absorbido por el hombre inconsciente y ordinario, y un aspecto consciente que nutre a los hombres que han alcanzado conciencia.
El ‘alimento consciente’ nos es habitualmente desconocido, pero tenemos que suponer que es la forma en que la divinidad se hace asequible a los hombres y, en ciertos casos, logra transformarlos desde su estado natural. Se distinguen claramente en el Nuevo Testamento tres categorías de ‘alimento consciente’ bajo los nombres de ‘pan de cada día’, ‘alimento de la vida’ y ‘luz del mundo’. Puede ser más correcto decir que las mismas tres categorías de alimento al alcance de la humanidad en general aparecen inconscientes para los hombres inconscientes, pero que son vistas como conscientes por los hombres conscientes.

Empero, lo que aquí nos concierne es la circulación interna que conecta las diferentes funciones y que establecimos en el Sistema Solar como una circulación de luz, o ‘escala de brillantez’. Así tenemos:
Alguna circulación conecta de este modo a toda la humanidad, fluye a través de todos los tipos de que está compuesta, pero en un orden definido. Esta circulación no es temporal; no se ‘desarrolla’ merced al tiempo sino que se entrecruza con el tiempo, une a todas las partes y edades de la humanidad y conduce en su corriente hombres individuales, del mismo modo que la corriente sanguínea conduce los glóbulos rojos de que está compuesta.
Cuando estudiamos los tipos, los estudiamos como fijos, estáticos e inmodificables. Anteriormente, estudiando las glándulas de las que derivan sus características, vimos que deben afectarse entre sí inevitablemente en su estado estático. Vimos que los tipos lunar y marcial, como el páncreas y las glándulas suprarrenales, son completamente natural y antítesis entre sí y que el marcial y el mercurial, como las suprarrenales y la tiroides, son rivales por naturaleza. Siendo como son mecánicos los hombres, en todas estas reacciones se puede
confiar perfectamente.

Como antes hemos dicho, el primer mandamiento en el camino del desarrollo es que el hombre se libere por sí mismo de la pretensión y la imitación, que descubra cómo reacciona, que descubra la naturaleza de su tipo y que procure vivir de acuerdo con aquéllos. Debe aprender a ser él mismo.
Pero la circulación de que ahora hablamos se refiere a algo completamente diferente –se refiere a la posibilidad de movimiento para los hombres, la posibilidad de escaparse de sus tipos y realizar la transición hacia una función diferente de humanidad.
Cuando en la práctica pensamos en esto nos damos cuenta de que no se refiere a algo que ocurre dentro de la vida de un hombre. Un muchacho saturnino, con su preocupación interior y sus huesos larguiruchos no se cambia en hombre marcial, bajo, fiero y ‘extrovertido’. El cuerpo en el que nace un hombre permanece más o menos lo que era y desenvuelve las mismas características de su principio.
Luego, esta circulación debe referirse a algún movimiento cósmico en la escala de toda la humanidad y en un hombre individual aparecerá sólo como una tendencia. Pero esta tendencia, plantada en él por la circulación cósmica de la humanidad, le representará personalmente mejoramiento, el sentido de desarrollo. El obstinado tipo lunar debe adquirir el calor y simpatía del venusino; el perezoso venusino debe cultivar la rapidez y agilidad del mercurial; el inquieto mercurial debe aprender la liberalidad y sabiduría del saturnino; el introspectivo saturnino debe lograr el valor y el vigor del marcial; el destructivo marcial debe adquirir la facilidad y atracción del jovial; y el intrigante jovial debe volver a aprender la fría certeza instintiva del lunar –en un nivel más alto.

Si ahora recordamos que en la escala del Sistema Solar este movimiento representa un acrecentamiento y una disminución de brillantez, veremos que esto tiene, también, un paralelo psicológico que se conecta con el que ya se ha dicho. La gente, como los planetas, también se mueve o se está moviendo potencialmente, ya hacia la brillantez ya hacia la invisibilidad. Cada uno, al pasar revista a sus conocidos, sentirá que algunos debieran expresarse a sí mismos con mayor vigor, que debieran ‘salirse de sí mismos’, brillar, crecer más brillantes, mientras que otros, por el contrario, debieran hacerse más apacibles, menos demostrativos, menos chillones, más invisibles. En uno de los casos, el movimento hacia la brillantez es progreso; en el otro es hacia la invisibilidad. Y nuestra extraña circulación entre tipos, representada por la figura 142857 en el Eneagrama, nos muestra cómo así sucede.
El grado en que un hombre no auxiliado por el trabajo especial de las escuelas puede moverse en realidad a lo largo de la ruta hacia el siguiente tipo, es muy dudoso. Pero su actitud hacia otros tipos, tanto aquéllos que va dejando atrás como aquéllos hacia los que se dirige, ciertamente puede variar mucho. Y esta actitud sirve de índice de su ser y de su grado de conciencia.

El tipo más elemental y primitivo del hombre puede sentir que las reacciones de su tipo son las únicas normales y en este caso las acciones de todos los demás tipos le parecerán fundamentalmente equívocas y perversas. O, si es débil y fracasado como individuo puede, por el contrario, sentir que todas sus reacciones propias están equivocadas y que aquéllas de todos los demás tipos son más deseables. Ambos casos representan al hombre completamente “subjetivo”, al hombre sin tendencia alguna al movimiento –que ocupa un punto fijo en la línea de circulación.
Un hombre de mayor desarrollo notará que posee una simpatía natural y comprensión por ciertos tipos y una natural antipatía y falta de comprensión para otros. Y hasta puede llegar a sentir de un modo vago en sí mismo, reacciones completamente diferentes y contradictorias en distintas épocas. Sin saber por qué podrá llegar a cansarse ocasionalmente de las cualidades de su tipo y enfadarse con sus propias reacciones. Y encontrará que esporádicamente surgen en él las manifestaciones más mecánicas del tipo hacia el que se mueve. El venusino desarrollará un gusto por el movimiento sin rumbo, el mercurial caerá en vagas especulaciones, el saturnino dará salida a rabietas marciales, etc. Un hombre así, se ha vuelto ya menos subjetivo, menos fijo. Su ser ha empezado a extenderse a lo largo de la línea tanto hacia atrás como hacia adelante y disfruta de una vaga comprensión de que existe un esquema de tipos, aunque no pueda aprehenderlo del todo. Pero si algún movimiento tiene es todavía mecánico, es decir, se mueve solamente hacia manifestaciones débiles y fáciles del tipo siguiente y sólo trata de escapar de los más penosos y aburridos aspectos de su mismo tipo.

La siguiente etapa de desarrollo, que raramente se alcanza sin ayuda y preparación especiales, es la del hombre que ha comprendido completamente que existe un esquema de tipos, en el que todos son igualmente necesarios y valiosos; que ha descubierto su propio tipo y aquél hacia el que se mueve; y el que hace esfuerzos conscientes por abandonar uno y alcanzar el otro.
En semejante hombre las reacciones mecánicas entre tipo y tipo ya estarán mucho más modificadas. Aceptará a los otros como son. Porque empezará a comprender el verdadero papel de la gente que previamente le pareciera completamente ‘inútil e irritante’. La actitud para consigo mismo será, también, enteramente diferente. Porque considerará ciertos rasgos mecánicos de su tipo como algo de lo que debe librarse, es decir, como algo que debe morir en él. Y verá todas las posibilidades y responsabilidades superiores del tipo que tiene delante, como algo que intencionalmente tiene que crear en él, como algo que tiene que
nacer. Por tanto, cesará de aceptarse a sí mismo como es. Porque habrá emprendido incesantemente una doble tarea de eliminar lo viejo y generar lo nuevo en sí mismo. Lo primero será extremadamente penoso, lo último inmensamente arduo. Pero comprenderá que este dolor y este esfuerzo son exactamente lo que puede generar la fuerza que lo haga moverse.
Un hombre así, tiene ya cierta percepción de todas las partes de la línea, y empezarán a abrírsele posibilidades enteramente nuevas por el hecho de su movimiento consciente con la corriente cósmica. Más aún. Haciéndose libre del lado débil de su tipo abandonado, encontrará, sin embargo, que se halla capacitado para llevar consigo en esencia toda la experiencia y comprensión que en esto ha ganado. Al moverse, sólo pierde sus limitaciones.
El progreso de tal hombre hacia la comprensión del todo, ha resultado, por tanto, enormemente acelerado. Y podrá, con suerte y ayuda, aún dentro de una sola vida, pasar por las tareas y experiencias de varios tipos diferentes.

En la etapa final de este movimiento de desarrollo, desde el jovial otra vez hacia el tipo lunar –pero ahora en nivel superior– surge una posibilidad especialmente interesante. Porque, como vimos anteriormente, en el capítulo sobre la “circulación de la luz” en el Sistema Solar, el lugar de la Luna o punto uno, está también ocupado en la siguiente octava u octava invisible, por el planeta Neptuno.
De este modo tal vez podamos decir que el verdadero movimiento para el tipo jovial no es regresar al lunar, sino avanzar hasta un séptimo y todavía potencial tipo neptuniano. Si pensamos en la afinidad entre Neptuno y la glándula pineal y, a través de ésta, en el proceso de regeneración en general, comprenderemos que el tipo neptuniano podría significar una clase de hombre completamente nueva, en quien el esfuerzo hacia la conciencia ha rendido frutos físicos y efectivamente ha remodelado su cuerpo de acuerdo con nuevos poderes.
El movimiento 112875 representado en el Eneagrama, es de hecho la vía hacia la conciencia, hacia la creación de un “alma”.
Porque precisamente un alma es lo que une a todos los tipos, los reconcilia y da comprensión tanto de las partes como del todo. En el punto en que llega a ser consciente de sí mismo, un hombre empieza a absorber los tres alimentos en su aspecto consciente más que en el inconsciente. Y al hacerlo así, contempla el más alto plan tras su conciencia y comienza a participar en él.
Hablamos del movimiento hacia la brillantez y del movimiento hacia la invisibilidad. Como vemos en la figura de circulación, un hombre que empieza a moverse conscientemente es conducido a un paso siempre acelerado hacia uno de estos dos extremos y hacia el punto donde ambos extremos se encuentran. El hombre que conscientemente se mueve hacia la invisibilidad es el que, habiendo abandonado su antiguo yo, se retira más y más del mundo, retrocede cada vez más profundamente en su comprensión interior, y, que aprende a lograr, actuar y cumplir invisiblemente, sin recursos externos. El hombre que conscientemente se mueve hacia la brillantez es el que, habiendo abandonado, también, su viejo yo, se involucra en un papel más y más proyectado al exterior, de influencia cada vez mayor sobre los hombres, de más y más valor, conducción y heroísmo visible, de acuerdo con algún alto plan.
En cierto punto, como vimos en el Sistema Solar, se cruzan las dos líneas. El sendero de invisibilidad, de extinción de la personalidad indiviual, se funde con el sendero brillante, de pura instrumentalidad de un plan cósmico. Y ambos hombres disfrutan de todo, comprenden todo y son todo. Este punto de intersección de las dos líneas está simbolizado por la muerte. Y en todos los casos que podemos imaginar – implica muerte.

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