26/11/2025
Hoy, mientras millones en el norte celebran el Día de Acción de Gracias, quiero invitarte a algo más grande que una tradición:
a un ejercicio de conciencia.
En cada conferencia repito algo que he aprendido a golpes, abrazos y caminos recorridos:
la gratitud no cambia las circunstancias… cambia al protagonista de las circunstancias.
Cuando agradeces, no te vuelves ciego a los retos; te vuelves más fuerte que ellos.
La gratitud no endulza la vida… la despierta.
Los grandes del crecimiento humano lo enseñan una y otra vez:
cuando tu mente se alinea con el agradecimiento, tu vida se ordena desde adentro.
Todo se acomoda como si el universo soltara un suspiro y dijera: “por fin estás viendo lo que sí está, no sólo lo que falta.”
Agradecer es un acto de conciencia.
Es tomar tu historia con las dos manos y decir:
“Esto es lo que tengo, esto es lo que soy… y desde aquí decido crecer.”
Hoy no necesitas una cena especial ni un jueves de noviembre.
Necesitas un minuto de honestidad contigo.
Mira lo que has vivido, lo que te queda, lo que aprendiste, lo que perdiste y aun así te sostuvo.
Agradece.
Por lo grande, por lo pequeño, por lo que duele y por lo que impulsa.
Porque cada gracias que pronuncias afloja un n**o, abre un camino y te recuerda que la vida todavía cree en ti.
Que este día —sea parte de tu cultura o no— te recuerde algo poderoso:
quien agradece, avanza.
Quien agradece, crece.
Quien agradece, se transforma.