26/12/2023
EL NIÑO ZARANDEADO
La cabeza de los bebés es mucho más grande respecto a su cuerpo que la de los niños mayores y los adultos, de hecho supone casi el 25% de su peso. Además, los músculos del cuello son débiles e incapaces de sujetar bien la cabeza y su cerebro, más blando y con vasos sanguíneos más frágiles, es más vulnerable. Al zarandear al bebé, el cerebro golpea contra las paredes del cráneo produciendo inflamación o sangrado en el cerebro y sus envolturas, sangrado en la retina (parte posterior del ojo) y lesiones en la médula espinal a nivel del cuello. Menos de cinco segundos de zarandeo son suficientes para provocar un daño de esta gravedad, que será mayor si termina con un golpe contra el colchón de la cuna o el sofá. Inicialmente, el niño puede estar adormilado o poco reactivo o, por el contrario, puede estar irritable; también puede tener vómitos o convulsiones.
El motivo más frecuente es un llanto inconsolable y prolongado que provoca la frustración y el enfado del cuidador, que finalmente zarandea al niño. Otra causa es el intento de “reanimarlo” ante una situación que el cuidador entiende como amenazante para su vida (un espasmo del sollozo, un atragantamiento o un ataque de tos).
Lanzar al bebé al aire jugando no conlleva riesgo de daño cerebral, siempre y cuando el juego no sea muy violento (lanzar de manera repetida a alturas mayores de 20 cm). Sin embargo, hay que evitar este tipo de juegos porque el niño se puede caer y lesionarse.
La cabeza de los bebés es mucho más grande respecto a su cuerpo que la de los niños mayores y los adultos, de hecho supone casi el 25% de su peso. Además, los músculos del cuello son débiles e incapaces de sujetar bien la cabeza y su cerebro, más blando y con vasos sanguíneos más frágiles, es más vulnerable. Al zarandear al bebé, el cerebro golpea contra las paredes del cráneo produciendo inflamación o sangrado en el cerebro y sus envolturas, sangrado en la retina (parte posterior del ojo) y lesiones en la médula espinal a nivel del cuello. Menos de cinco segundos de zarandeo son suficientes para provocar un daño de esta gravedad, que será mayor si termina con un golpe contra el colchón de la cuna o el sofá. Inicialmente, el niño puede estar adormilado o poco reactivo o, por el contrario, puede estar irritable; también puede tener vómitos o convulsiones.
El motivo más frecuente es un llanto inconsolable y prolongado que provoca la frustración y el enfado del cuidador, que finalmente zarandea al niño. Otra causa es el intento de “reanimarlo” ante una situación que el cuidador entiende como amenazante para su vida (un espasmo del sollozo, un atragantamiento o un ataque de tos).
Lanzar al bebé al aire jugando no conlleva riesgo de daño cerebral, siempre y cuando el juego no sea muy violento (lanzar de manera repetida a alturas mayores de 20 cm). Sin embargo, hay que evitar este tipo de juegos porque el niño se puede caer y lesionar.
T.L. Gissella Gago
Clínica Mayo “Síndrome del Bebé Sacudido” / SBS Shaken Baby Syndrome "Sindrome de Niño Sacudido" Ambas instituciones difunden un vídeo y un tríptico divulgativo con recomendaciones para evitar este tipo de movimientos bruscos. Neurología y Neuropsicología Infantil realizan además un est...