
22/07/2025
EL GRITO DESGARRADOR DE CUAUTLA
Hoy, el corazón de Cuautla ha sido brutalmente desgarrado. No es solo una nota informativa lo que escribimos, es un lamento, un grito que surge desde lo más profundo ante la impotencia, el dolor y la rabia que nos invaden.
Nos han arrebatado a una de las nuestras. Una mujer trabajadora, una de esas heroínas anónimas que, con el aroma de sus tacos y el sudor de su frente, salía cada día a ganarse la vida honradamente.
Su "delito", si es que a esta atrocidad se le puede llamar así, fue negarse a pagar el infame "cobro de piso". Sí, así de podrida está la realidad que nos ahoga: los tentáculos de la delincuencia se han extendido hasta alcanzar a la gente del pueblo, a quienes con dignidad y esfuerzo buscan llevar el pan a sus mesas.
¿Hasta dónde hemos llegado como sociedad para permitir que la vida de una persona valga menos que unas cuantas monedas exigidas por la extorsión?
La rabia nos consume. Nos ahoga saber que una vida inocente fue segada de la manera más cruel y cobarde. Y la rabia se transforma en coraje, en asco, al recordar cómo la ayuda no llegó a tiempo. ¿Dónde estaba la ambulancia de Cuautla? ¿Por qué fue una ambulancia de Totolapan la que respondió al llamado, llegando veinte minutos tarde? Veinte minutos que se convirtieron en la eternidad para esa mujer, que murió esperando un auxilio que nunca llegó. Nos preguntamos, con un n**o en la garganta, ¿dónde quedó esa ambulancia nueva que el ayuntamiento tanto cacareó haber comprado? ¿Es que la vida de nuestros ciudadanos no merece una respuesta inmediata y efectiva?
Mientras el dolor y la rabia nos carcomen, vemos con desesperación cómo los funcionarios encargados de nuestra seguridad, a nivel federal, estatal y municipal, se esconden detrás de declaraciones vacías.
Sus "mesas de seguridad" parecen ser solo el escenario para un desayuno más, mientras afuera, la gente muere en las calles.
Su ineptitud es un insulto, su inacción una sentencia. Si no pueden con el paquete, si la responsabilidad les pesa tanto, ¡que renuncien! ¡Que dejen de estorbar y permitan que personas con la verdadera capacidad y el compromiso se pongan a trabajar!
Basta ya de palabras huecas. ¡Necesitamos acciones! ¡Nos están matando! Y el eco de este grito debe resonar hasta que cada uno de ustedes, funcionarios, escuche el clamor de un pueblo que exige vivir en paz, que exige justicia, y que ya no soporta más esta desgarradora realidad.