
18/06/2025
🛡️✨ "Cuando tus miedos se interponen en sus alas..." ✨🐉
Había una vez un pueblo donde todos temían a los dragones. Los veían como enemigos, como criaturas salvajes que sólo venían a destruir. Nadie se atrevía a conocerlos… excepto un niño.
Ese niño, con el corazón más grande que el miedo que lo rodeaba, decidió mirar más allá. No quiso obedecer la voz de siempre. No quiso seguir el camino marcado por los adultos. Él vio en el dragón algo diferente: una posibilidad, una conexión, un sueño.
Y entonces pasó lo que muchas veces pasa en la vida real: los adultos se asustaron. No entendían por qué su hijo no quería ser como ellos, por qué no seguía las reglas, por qué no temía a lo que todos temían. Así que intentaron corregirlo. Lo presionaron, lo reprendieron, le dijeron: "no es posible", "no es seguro", "eso no se hace". Pero en realidad, lo que estaban diciendo era: "yo tengo miedo, y no sé qué hacer con tu libertad."
💭 ¿Cuántas veces, como madres o padres, nos pasa eso?
💬 ¿Cuántas veces vemos en nuestros hijos un sueño que no entendemos, una sensibilidad que no compartimos, una forma de pensar que se sale del molde… y por miedo, lo detenemos?
La película Cómo entrenar a tu dragón no es solo una historia de fantasía. Es un espejo emocional. Un recordatorio de que cada hijo llega al mundo con su propio “dragón” por descubrir: un talento, una pasión, una manera única de ver la vida.
Cuando los adultos intentamos imponer nuestro miedo, lo que hacemos —sin querer— es cortar alas. Les enseñamos a dudar de sí mismos. A esconder lo que los hace diferentes. A traicionar su autenticidad para “encajar”.
🔍 ¿Cómo identificar si estamos haciendo eso?
Cuando minimizamos sus intereses.
Cuando respondemos con burla o indiferencia.
Cuando queremos que elijan lo que “les conviene” antes de escuchar lo que realmente aman.
Cuando usamos frases como: “Eso no te va a dar de comer”, “Eso no es para ti”, “Eso es muy difícil”.
🎯 ¿Y cómo ayudarlos a entrenar sus dragones sin que se pierdan en el intento?
Conectando antes que corrigiendo.
Preguntando más que opinando.
Escuchando con curiosidad, no con juicio.
Validando sus emociones aunque no las entendamos del todo.
Y, sobre todo, dejando que nos sorprendan.
A veces, el verdadero acto de amor no es protegerlos… sino permitirles volar, aunque sus alas no se parezcan a las nuestras.
Porque, como en la película, los hijos no vienen a repetir nuestro camino… vienen a crear el suyo.
Y quizás, si nos atrevemos a mirar con sus ojos, también nosotros podamos reencontrarnos con el dragón que un día olvidamos que teníamos dentro.
Consultorios PENSARTE 🧠♥️