26/12/2024
El Valor del Tiempo Perdido
Entré en la casa de mi madre después de un largo día de trabajo. Me había prometido visitarla más a menudo, pero las ocupaciones siempre parecían interponerse.
—Hola, mamá, ¿cómo estás? —dije mientras dejaba mis cosas en la entrada.
—Ay, hijo, qué sorpresa verte —respondió ella con una sonrisa que no alcanzaba a esconder su soledad—. Justo estaba preparando tu comida favorita.
—Lo siento, mamá, pero no puedo quedarme mucho. Tengo una reunión temprano mañana y necesito descansar.
—Entiendo, hijo. Solo quería pasar un rato contigo. Hace tanto que no hablamos.
—Lo sé, mamá, pero el trabajo es muy exigente. Prometo que la próxima vez me quedaré más tiempo.
—Claro, hijo. Entiendo. Tómate tu tiempo.
La dejé allí, con la mesa puesta y su mirada triste. No sabía que esa sería la última vez que la vería con vida. La mañana siguiente, recibí una llamada de mi hermana. Mamá había fallecido durante la noche.
Regresé a la casa y encontré su habitación llena de recuerdos. Fotografías de nuestra infancia, cartas que nunca llegué a leer. Sentí un peso insoportable de culpa y tristeza. Había perdido la oportunidad de estar con ella en sus últimos momentos, de mostrarle el amor y la gratitud que merecía.
Reflexión:
El tiempo que pasamos con nuestros seres queridos es irremplazable. No permitas que las ocupaciones y las excusas te alejen de ellos. Las promesas no cumplidas y las visitas pospuestas pueden convertirse en arrepentimientos que cargaremos para siempre. Valora cada momento, cada conversación, cada risa compartida. Porque cuando se van, lo único que queda son los recuerdos y el dolor de lo que pudo haber sido.