13/05/2021
Tenemos dos protectores o ceñidores. El primero es para la cabeza, llamado ixcuaipiloni (sujetador del rostro y de la cabeza), que por lo general lo llaman ixcuaimecatl (mecate para la cabeza) y el segundo, llamado cuitlalpacayotl (ceñidor o faja), que es una banda con que se ciñe la cintura, también llamada “banda de poder”.
Cada ceñidor es protector de dos centros energéticos; físicos y biológicos. Desde estos centros tenemos control de nuestras energías en todos los sentidos desde el humoral o comúnmente llamado áurico, pasando por el llamado ahora visceral, es decir emocional, hasta el de los órganos internos
Al parecer cuando los guerreros iban a entrar en batalla, lo primero que hacían era amarrarse una cinta en la frente, igualmente para cuándo se iniciaba el trabajo de tequio. Algunos discrepan si el color del ceñidor debe ser rojo o de cualquier otro color, sin embargo, su uso va de acuerdo a su sentir, a la fecha del nacimiento, de su energía, de los rumbos, de los guardianes, de los guerreros(as), de los colores de la tierra, del arcoíris, empero, los encontramos de distintos tamaños y materiales.
La cinta se amarra en la frente dónde tenemos varios centros energéticos, principalmente la glándula pituitaria, uno de nuestros tlakayotl donde está el tercer ojo llamado en náhuatl, ixquicta nahuatoton (pequeño nahual de rostro), tubos de aire que llamamos ehekameh, que son conductos que se abren, que si no tenemos cuidado nos pueden provocar dolores de cabeza o escapes de parte de nuestra anima, a lo que se le llega a determinar cómo mal aire.
En el área de nuestro cerebro se encuentra toda una serie de centros muy sensibles, desde los llamados; tlakayotl (esencia del hombre), centros energéticos, los teonecuazalillitli (las sagradas junturas) que se refieren a las trece antenas receptoras de energía, es decir las principales articulaciones, los trece orificios llamados tlecallotl (números), sin dejar de nombrar a los tlahuimecatl (mecates luminosos) y los ilhuimecatl (mecates se energía), además de los ehecameh (tubos de aire).
El acto de amarrarse la cinta en la frente tiene varios sentidos, el primero que podemos manifestar es que nos sujeta el rostro a la cabeza, es decir que no seamos farsantes, que seamos verdaderos, que el rostro con el que actuemos en la enseñanza y en el aprendizaje sea real y no sea una máscara.
La cinta sujeta las sienes, haciendo una ligera presión sobre los temporales, occipitales, frontales y parietales, esto obliga al corazón a bombear más sangre hacia la cabeza con más fuerza, provocando se oxígeno el cerebro, activando nuestros sensores monarca, manteniéndonos con más actividad sensorial. Además, es símbolo del círculo, que es la representación del universo, del sol y la luna, ese es el motivo de realizar el círculo en la danza, es lo que encierra el conjunto de elementos, se representa con esta cinta la unidad y la dualidad de todo lo que nos rodea. Cuando atamos la cinta, está termina en dos puntas, es la representación del hombre y la mujer, la dualidad, lo masculino y femenino, son la luz y la oscuridad, son la vida y la muerte. Son la síntesis solar, lunar, terrestre y venusina.
El Cuitlalpacayotl -ceñidor o faja- protege el centro energético del ombligo llamado xihconepantla (en el centro del ombligo), además del plexo solar conocido como tamoanchan ehécatl (la casa de la niebla azul), aquí se encuentra importantes centros energéticos, son movimientos cósmicos duales de la sagrada postura “brillante turquesa”. Esa es la función del cuitlalpacayotl, la de ayudar y sostener, hacer que fluya y se recicle nuestra energía interna llamada ihíyotl o ihiyotiliztli.
Otro de sus usos es mantener el vientre caliente en nuestros días de menstruación!
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