
24/01/2019
“Soy un delirio viviente y controlado. Yo soy porque deliro, y deliro porque soy. La paranoia es mi misma persona, pero dominada y exaltada a la vez por mi consciencia de ser. Mi genio reside en esta doble realidad de mi personalidad; este maridaje al más alto nivel de la inteligencia crítica y de su contrario irracional y dinámico. Derribo todas las fronteras y determino continuamente nuevas estructuras de pensar. Mucho antes de haber leído, en 1933, la admirable tesis de Jacques Lacan (De la psychose paranoiaque dans ses rapports avec la personnalité), tenía perfecta consciencia de cuál era mi fuerza. Gala me había exorcizado, pero la intuición profunda de mi calidad genial estaba ya presente desde siempre en mi espíritu y en primer lugar en mi obra. Lacan ilustró científicamente un fenómeno oscuro para la mayor parte de nuestros contemporáneos -la expresión paranoia- y lo definió de manera exacta. La psiquiatría, antes de Lacan, cometía un burdo error a este respecto: pretendía que la sistematización del delirio paranoico se elaboraba «después» y que este fenómeno debía ser considerado como un caso de «locura razonante». Lacan demostró lo contrario: el delirio es una sistematización en sí mismo. Nace sistemático, elemento activo decidido a orientar la realidad alrededor de su línea dominante. Es lo contrario de un sueño o de un pasivo automatismo frente al movimiento de la vida. El delirio paranoico se afirma y conquista. Es la acción surrealista lo que trasvasa el sueño y el automatismo a lo concreto; el delirio paranoico es la misma esencia surrealista y se basta con su fuerza.”
Salvador Dalí
“Cómo devenir paranoico-crítico”, en Confesiones inconfesables.
A 30 años de su fallecimiento.