30/08/2025
Cuando te enamoras de ti mism@, cuando eres tú mejor compañía, cuando te haces El Amor no solo con la piel y la imaginación, y si con los pensamientos, las acciones, emociones,relaciones a cada instante con todo y todos, cuando Te Amas desde La Mente, así sin notarlo pasan los años en ese éxtasis desde ti... Te das cuenta que, unos días, unos meses sin la falsa entrega que te deja en infinito vacío, fue tan solo el inicio de tu Gran Aventura...
Patricia Flores Felix, existencial paliativo.
He cogido más veces desde la complacencia que desde el deseo. Y me duele aceptarlo.
Pero también me enorgullece reconocerlo, porque sé que ya no quiero vivir así.
Hoy me siento feliz. A veces no me creo lo que he construido yo sola durante estos últimos diez años. Recuerdo a esa María pequeña, insegura, con miedo —y digo pequeña no de edad, sino de autoestima, de tablas, de experiencia. Mi corazón sigue siendo el mismo, pero mi talento se ha disparado a base de esfuerzo y de ganas de hacer las cosas distintas.
Aquí estoy, con más de cinco millones de seguidores, posicionada como educadora s**o-afectiva que usa la comedia como herramienta, con un show increíble, de más de una hora, listo para grabarse y hacer magia. Aquí estoy, más yo que nunca: aprendiendo, cuestionando, creciendo, evolucionando.
Cinco años después, sin co-conductora, sin novio, pero conmigo misma y con diez mil sueños por cumplir. Con estas ganas de informar locamente sobre sexualidad, con el ímpetu de seguir creciendo y ser de las más TOP del mundo en comedia, en contenido, como conductora… Y ahora con un sueño nuevo que en realidad es el más antiguo: quiero actuar. Muero por escribir y actuar en una serie que, por supuesto, tenga que ver con empoderamiento, feminismo y sexualidad.
Puede sonar mamón, pero es real: sé que lo voy a lograr.
Y sin embargo, en medio de la nostalgia y la gratitud, sigo trabajando algo muy personal: mi complacencia. ¿Por qué me cuesta tanto decirle que no a un hombre? Hay una parte gigante de mí que se siente comprometida a que algo sexual tenga que pasar cuando hay interacción, como si les debiera algo. Y si encima pasan por mí y pagan la cuenta, olvídate: me siento en deuda y me pongo en modo “la mejor ch***da de su vida”.
No quiero vivir desde ahí. No quiero relacionarme sexualmente desde la deuda. Sé que lo estoy trabajando, aunque me falta camino. No saben cuántas veces he hecho cosas que no quería solo porque no sabía decir “no”. Me siento tonta confesándolo, porque muchos hombres seguro no lo entienden. Pero para muchas mujeres sí es claro: el s**o ha sido una deuda histórica, una moneda de cambio, un intercambio de poder. Como si no fuéramos dueñas de nuestro cuerpo y de nuestro placer.
Y ahora me aterra salir con hombres porque no quiero dañar mi cuerpo ni permitir que alguien entre si yo no quiero. Por eso me he vuelto mucho más selectiva: entendí que muchas veces elegí desde un lugar equivocado, desde querer ser “la elegida”, la que se queda, la que no es abandonada.
Toda mi vida cargué inseguridades: nunca me sentí la más guapa ni la de mejor cuerpo. De adolescente no era la chica que elegían; siempre eran mis amigas. Y esa herida sigue ahí. Mi María adulta sabe que es un forrazo, pero en esas interacciones pocas veces aparece. Cuando salgo con un hombre, siento que me hace un favor, ¡imagínate! Y en esa deuda imaginaria, termino ofreciendo algo sexual como garantía de que se quede.
Pero la verdad es que siempre se han ido. Y no tiene nada que ver con mis habilidades de diosa complaciente —porque vaya que sé hacerlo bien— sino porque desde ahí no se construye nada real. Y ya no quiero seguir en ese ciclo.
Hoy puedo confesar algo: llevo más de dos meses sin coger, ¡y para mí eso es un récord! He puesto más límites, me he escuchado más, aunque sé que aún no lo suficiente. Y ya no quiero regañarme ni ser dura conmigo. Prefiero ser amorosa, entender que es un proceso, que no va a suceder de un día para otro.
Lo que sí sé es que lo voy a lograr.
Así que aquí estoy, aprendiendo a que mi boca no sea moneda de cambio, sino un lugar de placer compartido. La próxima vez que se la chupe a alguien será porque lo quiero, porque me prende, porque me nace… no porque me siento en deuda.
Y ese día, hermana, créeme… va a ser mágico.
María a secas.