24/09/2025
Si estás pasando por el duelo del término de una relación amorosa, quiero que sepas algo: aunque no haya sido tu decisión, aunque hoy quieras cosas diferentes y aunque no lo entiendas, lo que más ayuda a tu sanación es comenzar un proceso de aceptación.
Aceptar no significa que todo esté bien, ni que apruebes lo que la otra persona hizo, ni que te importe menos. Aceptar significa reconocer la realidad tal como es, aunque no te guste: esa persona decidió terminar la relación y no te preguntaron. Es momento de continuar con tu vida.
Si no te das la oportunidad de aceptar, pueden pasar años y seguirás anclado o anclada en la misma situación: quedarán dudas, imaginarás explicaciones, sostendrás la esperanza de que te buscarán y todo se arreglará. No, probablemente no pasará. Cuando alguien decide terminar, lo ha pensado: fue su elección —por cansancio, por falta de deseo, porque no funcionó— y ya no quiere continuar.
Te comparto un ejercicio sencillo de aceptación:
Ponte frente a un espejo (si no tienes, cierra los ojos e imagina que estás frente a uno). Mira a la persona que te mira y repite en voz alta (o en silencio) estas frases:
ACEPTO que a partir de hoy estoy por mi cuenta.
ACEPTO el dolor del término de una relación, así como en su momento acepté la alegría que me dio.
ACEPTO que esa persona es otra persona y puede desear cosas diferentes.
ACEPTO mi tristeza y mis lágrimas: ellas me limpian y reconfortan.
ACEPTO mis dudas; no tengo por qué entenderlo todo y eso también está bien.
ACEPTO que los caminos en pareja se terminan, pero mi camino individual continúa.
ACEPTO que no soy la misma persona y que me costará avanzar por un tiempo.
ACEPTO el amor y el cuidado de las personas que me acompañan.
ACEPTO todas mis emociones sin juzgarlas, sin reprimirlas ni evadirlas.
ACEPTO lo que vivo cada día y me elijo: me cuido, me sostengo y no me dejo caer.
Me amo y me acompaño en este proceso que es mío, temporal y transformador. Me ayudará a descubrir fortalezas que antes desconocía.
Te abrazo con cariño. ANÓNIMO