DEPRESIÓN POSTPARTO
El embarazo así como el postparto son etapas que suelen desencadenar emociones muy fuertes, sentimientos de gran felicidad y emoción pueden verse mezclados con estados de franca ansiedad, miedo e inclusive muchas madres pueden experimentar la muy temida depresión postnatal. En los primeros días posteriores al parto es muy común que las nuevas madres experimenten cambios rápidos y drásticos del humor, estos cambios suelen ser pasajeros e intermitentes y tienden a no durar más que unos pocos días. A esta sintomatología “normal” se le conoce como “Baby blues” o melancolía postparto. Algunas mamas experimentan cambios de humor más drástico, más severo y más duradero. Estas madres puede ser que estén pasando una depresión postparto. La depresión postparto se comporta como cualquier estado depresivo mayor y puede suceder durante el embarazo y hasta un año después de tener a un bebe. Se le considera un problema de salud pública muy frecuente y muy severo. La depresión es una alteración patológica del estado de ánimo, con descenso del humor y tristeza, acompañado de síntomas vegetativos, emocionales, del pensamiento, del comportamiento, de los ritmos vitales y que persiste por más de dos semanas consecutivas. Aproximadamente entre el 10 al 15 % de toda madre nueva experimenta depresión postparto. Es el trastorno más común en el periodo perinatal, más común que las infecciones, la hipertensión o la diabetes y afecta a todo tipo de mujeres sin distinguir cultura, religión, raza, estado socioeconómico o educativo. No es una enfermedad nueva y sabemos que Hipócrates en el siglo V a.e.c describió casos de depresión postparto y su sintomatología. En la actualidad a la depresión postparto se le conoce con un nombre más completo: “cambios perinatales en el estado de ánimo”, esto debido a que existe una gran variabilidad en el espectro clínico de la enfermedad. Existe Depresión con o sin ansiedad, trastorno de stress post-traumático y post-parto, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno bipolar y la rara pero temible psicosis postparto. Los síntomas clínicos de la DPP son: sentimiento tristeza y llanto fácil, irritabilidad, disminución del interés por las cosas comunes, falta de placer, cambios en el apetito, cambios en el patrón del sueño, baja energía, poca concentración, sentimientos de culpa y vergüenza, ansiedad, pensamientos obsesivos, sentimientos negativos o ambivalentes respecto al bebe, síntomas somáticos, ideación suicida y pensamientos de hacer daño al bebe. Existen muchas teorías que tratan de explicar la causa de la DPP y sus factores de riesgo, pero en forma definitiva se considera una enfermedad de etiología multifactorial con elementos biológicos, psíquicos y sociales. Los cambios hormonales drásticos tanto del embarazo como del puerperio son sin duda el factor desencadenante más importante en esta patología, estos cambios hormonales se traducen en un desequilibrio en los neurotransmisores del cerebro afectando los niveles de serotonina, adrenalina y dopamina neuronal, el parto mismo o la cesaría pueden ser una experiencia muy traumática molesta e incómoda, la deprivacion del sueño, el cansancio excesivo, cambios en el estilo de vida, cambios en la relación con la pareja, en la imagen corporal, atención de otros hijos y labores domésticas también juegan un papel determinante. Aunado a esto, está la falta de apoyo social o familiar, las ideas preconcebidas de la maternidad que en ocasiones son irreales e idealizadas, bebes muy demandantes y llorones, edad muy joven o muy adulta del embarazo, problemas económicos etc… todo lo anterior puede afectar a la vulnerable madre, más en especial existe una mayor incidencia de DPP en mujeres con antecedentes personales y familiares de depresión, ansiedad, síndrome premenstrual u otro trastorno psiquiátrico. La realidad es que a pesar de ser un problema muy común y muy grave existe una gran resistencia a reconocerlo. Es sumamente difícil para la nueva madre reconocer que está deprimida y ansiosa. Como es posible que el “mejor momento de la vida” sea un periodo de angustia y dolor?. Muchos expertos le llaman a la DPP la depresión silenciosa o depresión con sonrisa. La madre afectada siente culpa y vergüenza de sentirse tan abrumada y triste por lo que no comparte con nadie su in****no personal. Por si fuera poco lo anterior, existe una negación, ignorancia y poca empatía por estos casos. Son pocos los ginecólogos y profesionales de la salud que están sensibles a este tema. Pero por la severidad y sus terribles consecuencias la DPP se tiene que tratar porque es una verdadera urgencia médica. Lo primero y más importante en diagnosticarla. Se debe de hacer una evaluación clínica minuciosa que incluya una buena historia clínica con énfasis en el estado emocional de la paciente, se deben de hacer estudios de laboratorio para descartar causas orgánicas tales como hipotiroidismo y anemia. Existen instrumentos de diagnóstico psicológico especiales para la depresión, para la ansiedad y para detectar otras patologías comorbidas. El médico tratante debe de ser muy empático, paciente y muy sensible en el tema. Debe de dedicar el tiempo suficiente para que la paciente se sienta cómoda de abrirse y de explorar toda la gama clínica que suele acompañar la DPP. Una vez hecho el diagnostico el médico está encaminado a explicar y tranquilizar a la paciente y explicarle que lo que siente es muy común para esta patología, que no está loca ni psicótica y que va a estar bien. El tratamiento de la DPP es multidisciplinario ya que las pacientes se benefician la terapia farmacológica, la terapia psicológica, soporte emocional y terapias alternativas varias. Es importante contar con la ayuda del esposo, amigos y familiares, además de entender que la DPP es una enfermedad detectable, tratable e inclusive prevenible. El experto en DPP puede ocuparse del caso de manera integral, contar con un equipo de apoyo para afinar cosas específicas, el médico tratante debe de tener vocación, compromiso y dar seguimiento estrecho a la paciente, tomando siempre en cuenta el beneficio de la diada (madre-hijo). Desgraciadamente muchos casos de DPP son ignorados, son tratados en forma ineficiente e incompleta y debido a esto la DPP se puede convertir en depresión y ansiedad crónica, en fallas matrimoniales que conduzcan al divorcio, familias disfuncionales, hijos con problemas emocionales y de aprendizaje, así como en casos extremos conducir al suicidio y muy rara vez fratricidio. Por la seriedad y el impacto que puede tener la DPP se considera una urgencia médica tratarla. Dra Anette Pier G
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