13/06/2025
Cuanto mayor es la idealización de una persona —en especial de la pareja—, más empobrecida suele estar la constitución subjetiva del individuo.
— En el contexto de una relación adulta, esto puede observarse en un hombre que, tras una ruptura o en medio de un vacío existencial, conoce a una mujer y rápidamente la convierte en el centro de su vida.
A pesar de que han tenido pocas interacciones, él comienza a construir un relato interno en el que ella representa todo lo que ‘necesita’: comprensión, estabilidad, validación y sentido. Ignora señales claras de indiferencia o desinterés, e incluso justifica conductas evasivas con la creencia de que ella ‘tiene miedo de amar’ o ‘aún no se da cuenta de lo que siente’.
Esta obsesión no se basa en el vínculo real, sino en la imagen idealizada que él ha proyectado para no confrontar su propia falta. En lugar de elaborar su vacío, lo desplaza al otro y queda atrapado en una fantasía que lo distancia tanto de sí mismo como del verdadero encuentro con el deseo. —
Desde el psicoanálisis lacaniano, esta idealización se entiende como una defensa frente a la falta estructural que habita al sujeto.
En lugar de asumir dicha falta como constitutiva, el sujeto proyecta en el otro (el partenaire) atributos ideales que aparentan colmar lo que en él se experimenta como vacío. De este modo, el otro deviene en portador del objeto a —el objeto causa del deseo—, generando una ilusión de completud que sostiene momentáneamente el narcisismo.
La idealización, entonces, no sólo encubre la falta del sujeto, sino que también lo aliena en una imagen ajena que obstaculiza el trabajo de subjetivación y el reconocimiento de su propio deseo.”