Tanatología "Dejando el Duelo".

Tanatología "Dejando el Duelo". Te ayudamos con gente especializada a salir adelante de un duelo por alguna perdida, enfermedad o muerte. Contamos con terapias.

20/08/2025
Aunque el tiempo pase y todos te olviden, tu esencia permanece intacta, iluminando mis días con el brillo de los recuerd...
17/08/2025

Aunque el tiempo pase y todos te olviden, tu esencia permanece intacta, iluminando mis días con el brillo de los recuerdos. Descansa en paz, porque en cada latido seguirás vivo, acompañándome en cada paso que dé hasta el día en que volvamos a encontrarnos. En el silencio que deja tu ausencia, mi corazón guarda el tesoro de cada instante vivido a tu lado

Una buena muerte no se mide por la cantidad de aparatos o medicamentos que prolongan la vida, sino por la calidad del úl...
10/08/2025

Una buena muerte no se mide por la cantidad de aparatos o medicamentos que prolongan la vida, sino por la calidad del último tramo que se recorre.

Una buena muerte es aquella en la que no hay lucha innecesaria contra lo inevitable, sino aceptación serena de que la vida ha cumplido su ciclo. Es partir sin dolor evitable, con los síntomas controlados, rodeado de quienes nos aman o de quienes saben acompañar.

Es tener un espacio íntimo donde la dignidad no se pierde y donde las despedidas, silenciosas o dichas en voz alta, se vuelven bálsamo.

No significa ausencia de tristeza, sino la certeza de que se partió con paz, sin miedo y con la calidez de una presencia amorosa que sostuvo hasta el último instante.

Aceptar la muerte es reconocerla como parte natural de la existencia, y acompañar a quien parte es un acto profundo de amor y humanidad.

En esos momentos, lo más valioso no es el oxígeno o el suero, sino la intimidad, la presencia cálida, las palabras que reconfortan, las manos que sostienen y el respeto por el silencio.

Morir en paz es un derecho tan sagrado como vivir dignamente.

La muerte sin sufrimiento, en paz y de acuerdo con los deseos de la persona que está muriendo, idealmente con el apoyo de familiares y profesionales de la salud.

Implica tener control sobre el proceso final, recibir información y atención adecuada, y poder despedirse con dignidad.

También se relaciona con la posibilidad de evitar el sufrimiento innecesario y con la dignidad del proceso de morir. No se refiere a la eutanasia, aunque a veces se confunde con ella, sino a la búsqueda de una muerte tranquila y con menos dolor.

En el ámbito religioso, especialmente en el catolicismo, se asocia con la preparación espiritual para la muerte, incluyendo la confesión, la comunión y la recepción de los santos óleos.

También se veneran imágenes como el Cristo de la Buena Muerte, que simbolizan el sufrimiento y la esperanza en el momento de la muerte.

Una muerte aceptada, acompañada y con control de síntomas no solo alivia el dolor físico, sino que también sana el alma, dejando una huella de serenidad en quienes se quedan.

Porque al final, lo que verdaderamente importa no es cuánto se alargue la vida, sino cómo se transita el último momento.

La "buena muerte" es un concepto complejo que abarca aspectos físicos, emocionales, sociales y espirituales del proceso de morir, buscando que sea lo menos doloroso y más digno posible para la persona que fallece y sus seres queridos.

A MIS PADRES QUE ME LLORAN(Por Fernando D'Sandi)Para quienes han perdido a un hijo El dolor que no tiene nombre sí que l...
03/08/2025

A MIS PADRES QUE ME LLORAN
(Por Fernando D'Sandi)
Para quienes han perdido a un hijo

El dolor que no tiene nombre sí que lo tiene...
Se llama "seguir amando"

No se asusten si esta carta llega sin aviso.
No es un milagro.
Es solo que el amor no respeta fronteras.
Ni la del silencio… ni la de la muerte.

No intenten entender
cómo llegó hasta ustedes.
Mejor, siéntanla.
Cierren los ojos… y respiren.

Estoy ahí...
En eso que no saben nombrar,
pero sienten cada que el alma les pesa
y el pecho se aprieta
como si les faltara el aire.
No es falta de oxígeno... Es falta de mí.

Pero escúchenme:
yo no me fui mal, ni me fui vacío.

Tuve todo, aunque no lo tuve todo.
No me faltó nada, aunque me faltaron años.
Viví lo que muchos solo se atreven a imaginar.
Y no hablo de hazañas, ni de títulos,
ni de viajes al extranjero.
Hablo de lo que realmente importa:
la risa de mamá al quemar las tortillas,
la mirada de papá
cuando fingía estar molesto,
pero lo delataba una sonrisa.

Hablo de las veces que me besaron dormido,
de cómo me cubrían
cuando ya tenía la cobija puesta.
Hablo de ese amor ridículo,
torpe y desbordado
que solo ustedes
sabían dar.
Ese amor que me hizo valiente…
incluso al despedirme.

No quiero que se queden atrapados
en la pregunta que no tiene respuesta:
¿por qué nosotros? ¿por qué él?
Esa pregunta tiene la misma lógica
que pedirle al mar que deje de tener olas.
Y si están buscando justicia, perdón…
La vida no tiene tribunales... Solo tiene ciclos.
Y a veces, se nos cruzan los trenes
antes de lo previsto.

Ya sé que me iban a cuidar siempre…
Que aún tienen planes para mí…
Que mi cuarto está igual,
como si fuera a regresar
en cualquier momento.

Y me conmueve...
Pero me duele más verlos apagarse
con cada vela que me encienden.
No me recuerden solo desde la ausencia.
Recuérdenme desde el amor
que todavía pueden repartir.

Porque ahí está
la trampa más cruel del duelo:
Creer que el amor que ya no me pueden dar se murió conmigo.
Y no... Ese amor sigue vivo.
Solo está buscando otra forma de salir.
Entréguenlo a quien les acompañe,
a quien lo necesite, a quien lo provoque.
No importa si es un sobrino, un amigo,
un animal, una planta
o un completo desconocido.
Repartan ese amor entre ustedes mismos...
Porque el amor que no se da… se pudre.

No quiero que me busquen entre lágrimas
ni entre velas.

Estoy en otra parte...
En donde ustedes sonríen sin culpa.
En donde el sol les da de frente
y no sienten remordimiento por seguir vivos.
Estoy ahí… donde me imaginan sanando, creciendo, libre del tiempo.
Porque sí… aunque parezca contradictorio,
yo también sigo creciendo,
solo que desde otro lugar.

No se queden preguntando
si pudieron hacer algo más.
Hicieron todo.
Y lo hicieron tan bien, que pude irme en paz.

Sé que no hay nombre para lo que sienten.
A nadie se le ocurrió bautizar el dolor
de perder a un hijo.
Y tal vez fue mejor así…
Porque hay dolores tan grandes
que no caben en ninguna palabra.
Y el suyo… el suyo es de esos ñ
que solo el cielo comprende.

Pero esta carta no es para hablar de la herida.
Es para recordarles que donde ustedes vean final, yo estoy viendo puente.
Que la vida no terminó.
Solo cambió de forma.
Y que todo lo que fuimos… sigue siendo.

Y claro que todo valió la pena…
Cada minuto.
Cada abrazo.
Cada pelea absurda.
Cada espera en la sala de urgencias.
Cada "te quiero" que no dijeron,
pero lo pensaron..

Valió todo...
Porque al final, la vida no se mide en años…
se mide en memorias. Y yo me fui lleno.

Los amo más de lo que la muerte
permite explicar.
Y los acompaño desde ese rincón secreto
del alma donde nunca muere nada.

Su hijo... Siempre su hijo.
Incluso después del adiós.

Créditos: Fernando D'Sandi

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