28/10/2025
Nadie se despierta un día queriendo perderse. Nadie elige una adicción; la adicción aparece cuando el dolor encuentra una salida más rápida que la palabra.
El cuerpo recuerda lo que la mente olvidó: esa ansiedad que se calma con un trago, ese silencio que se llena con el cigarro, esa soledad que se adormece con la pantalla. No es falta de fuerza, es falta de vínculo seguro.
Cuando un niño crece sintiendo que su emoción incomoda, aprende a esconderla. Cuando llora y no lo consuelan, su sistema nervioso entiende que mostrar dolor es peligroso.
Entonces, de adulto, no busca amor: busca anestesia. No busca conexión: busca alivio.
Y la sustancia llega como una madre sustituta: disponible, rápida, sin juicio. Pero cobra caro.
💧 El abrazo que no llegó, se reemplaza por el humo que calma.
🔥 La palabra que no se dijo, se reemplaza por el alcohol que desinhibe.
🌪 La ansiedad que no se contiene, se reemplaza por la comida que adormece.
No es placer: es supervivencia emocional.
💬 “A veces la adicción no viene de la falta de amor, sino del exceso de amor sin límites.”
Algunos crecieron con madres o padres que estaban demasiado presentes, resolviendo, controlando, protegiendo.
En apariencia, eso es amor; pero en lo profundo, impide aprender a autorregularse.
Y quien no aprende a calmarse solo, de adulto buscará algo que lo calme rápido.
Ahí aparecen las sustancias, las relaciones dependientes, los atracones, las compras.
No por maldad, sino porque no hubo espacio para desarrollar un “yo” capaz de sostenerse.
Una madre que nunca permite que su hijo se frustre, sin querer le enseña que el malestar es intolerable.
Entonces, cuando la vida duele, él no sabe cómo soportarla sin anestesia.
💬 “El antídoto de la adicción no es la prohibición, es la conexión.”
Las personas no se curan porque las castiguen o las sermoneen.
Se curan cuando encuentran un espacio donde pueden hablar sin ser juzgadas, donde pueden llorar sin miedo, donde alguien las mira y no las reduce a su error.
Eso es lo que sana: la presencia que valida sin rescatar.
Ejemplo realista:
Un joven que recae después de meses de sobriedad no necesita que le digan “otra vez lo arruinaste”.
Necesita que alguien le diga: “entiendo que estás cansado; vamos a ver qué te dolió antes de que volvieras a buscar refugio.”
Esa frase puede salvar una vida.
Créditos:
Psicoterapeuta, Nataly Vivanco
Centro de Psicoterapia Ser Familia