
24/08/2024
EL MOMENTO QUE CAMBIÓ MI VIDA
El 24 de enero, al salir de trabajar en la Universidad Tecnológica de Durango (UTD), me chocaron por alcance. Al momento del impacto, yo estaba mirando hacia la izquierda, y ese "pequeño" detalle cambió mi vida.
Notifiqué a las personas responsables de registrar los accidentes de trabajo (Recursos Humanos y Coordinación Jurídica), pero me dijeron que no había un protocolo y que no sabían cómo actuar en un accidente laboral. A pesar de que en repetidas ocasiones manifesté dolor y entumecimiento en mi mano izquierda, no tomaron medidas. Pensando en mi condición y confiando en que el joven que me chocó "asumiría" su responsabilidad, supuse que se haría lo correcto. Le pedí a una maestra amiga que me llevara con mi médico de confianza, mientras el personal de la universidad decía que ellos "se encargarían" del registro del accidente y de lo necesario.
El médico me solicitó una radiografía, y al verla, me dijeron que se trataría primero como un esguince cervical, pero que parecía haber una hernia de discos, que no se podía confirmar sin una resonancia. Me dieron indicaciones para cuidar la lesión, comencé la rehabilitación y tomé el medicamento recomendado para reducir la inflamación, además de usar un collarín. Desde el día del accidente, experimenté mareos constantes; era horrible caminar pegando la cabeza a la pared por miedo a caerme, o acostarme sintiendo que me caía al vacío debido a los mareos.
Otro síntoma preocupante fue la pérdida de memoria. Aunque seguía con la rehabilitación y había mejoría en la contractura muscular, no sentía alivio en el hormigueo y debilidad del lado izquierdo de mi cuerpo. Además, mi memoria fallaba: olvidaba el nombre de los objetos y eventos recientes; hasta la fecha no he podido recuperar la memoria de muchas experiencias vividas.
El 21 de febrero, tuve un episodio que me hizo comprender que algo muy grave me había pasado: mientras dormía, me desperté e intenté mover mis piernas y brazos, pero no respondían. Intenté hablar, pero no pude emitir sonido; me sentí atrapada en mi mente, incapaz de conectar con mi cuerpo. Este episodio, sumado a la falta de memoria, hormigueo en las extremidades y mareos constantes, me hizo entender que tener un umbral del dolor alto puede ser un serio problema.
El 2 de marzo, al consultar con un neurólogo, se hicieron pruebas para evaluar mis reflejos y me ordenó una resonancia. Al ver los resultados, me indicó que necesitaba una operación debido a una hernia y una listesis cervical que comprometían la médula, y debía consultar con un neurocirujano.
El 5 de marzo, al consultar con un neurocirujano, me dijeron que debía operar, pero que podría quedar desconectada de la cabeza para abajo, lo que me asustó. Busqué una segunda opinión y ese neurocirujano realizó dos procedimientos para desinflamar, pero no corrigieron ni la hernia ni la listesis cervical.
Por cuestiones laborales, el personal de la universidad (incluido el rector) alegó que estaba fingiendo y que mi lesión no era real (a pesar de que envié toda la evidencia médica). Me amenazaron con que debía regresar a trabajar o renunciar porque no podían mantener mi incapacidad 😭. Esto se debió a la falta de seguridad social para el personal 😳 y porque mi accidente expondría las irregularidades cometidas 😕🤷🏻♀️.
Como no mejoré, me recomendaron un médico experto en salud laboral, quien me dijo que estaba en estado grave y que debía operarme urgentemente para evitar quedar cuadrapléjica o morir; que en Durango no encontraría a un especialista, sino en CDMX o Monterrey.
El 28 de mayo consulté a tres médicos en Monterrey, y solo el Dr. Víctor Benítez aceptó operarme, aunque estaba en España en ese momento. En la cita, me recomendó un collarín Miami para evitar movimientos que pudieran afectar mi médula 😱.
Dado que no debía moverme a partir de ese día, hasta el 12 de junio, Gerardo 🥰 me ayudaba a comer, bañarme y vestirme; el amor existe 😍. Durante el viaje a Monterrey, me "ajustó" en la camioneta para evitar movimientos. Si Dios existe, vaya que sí 🙏. Nos preocupaba el tráfico intenso de Saltillo a Monterrey, y ese día cerraron un carril para arreglar la carretera, así que solo había circulación en un sentido.
El día de la operación, el personal del hospital se sorprendió de que yo estuviera feliz 🙂 de someterme a una operación mayor y riesgosa. ¿Cómo no estarlo si finalmente tenía una respuesta a lo que me había pasado? Lo que me mantuvo positiva fueron mis hijos y la boda de mi hija, que estaba a punto de casarse con el amor de su vida. ¿Qué mamá no quiere estar en la boda de su hija?
La boda de mi hija me hizo sentirme feliz, bendecida y agradecida porque estuve con ella, pude abrazarla y darle mi bendición para esta maravillosa etapa que empieza 🥰. Dios bendiga su matrimonio.
Ahora, al resumir mi situación actual:
1) Tendré secuelas de hormigueo en las extremidades, mareos temporales y pérdida de algunas memorias. Ya inicié la rehabilitación para aprender a mover mi cuello con las limitaciones impuestas por la placa en la radiografía 🩻.
2)Tengo planes de crecimiento espiritual y emocional 🐦🔥 y me siento feliz por esta oportunidad 💝.
3) Después de 14 años de compromiso laboral, no tengo trabajo. No sé por qué, pero creo que cada quien regala lo que tiene en su corazón y actúa en consecuencia. Yo entregué lo mejor de mí en cada momento que dediqué a mis alumnos. A muchos los llevé a concursos y ganaron. Tengo reconocimientos estatales y nacionales por mi trabajo. Me voy con la frente en alto y el 💔 por el poco compromiso de la UTD con su personal, como lo confirman muchas historias.
Estoy agradecida de estar viva y convencida de que Dios 🙏 me tiene preparado un camino que hará una mejor versión de mí 🥰. Agradezco todas las experiencias vividas, las personas increíbles que he conocido, y los recuerdos bonitos 😚 que están en mi corazón y siempre estarán conmigo. 🙏