30/07/2025
Miren,si tú estás caminando en lo espiritual y no sabes cómo atender a tus difuntos, lo que tienes es una puerta abierta pa’ que el enredo entre y se acueste contigo. Los difuntos no se olvidan, se atienden, se les da su vaso con agua limpia, su luz, su oración, y sobre todo, se les habla con el corazón. Porque hay mu***os que no descansan, no porque sean malos, sino porque están apegados a ti, a lo que vivieron, a lo que dejaron pendiente. Y si tú no sabes reconocer esas señales —el sueño repetido, la pesadez en el pecho, el cuarto frío, los pensamientos que no son tuyos— vas a andar cargando almas que lo que quieren es liberación, no lastimarte. Pero si no se les da lo que piden, se ponen incómodos, se pegan, y ahí empiezan las peleas en la casa, los llantos sin razón, el cansancio que no se va. La liberación no se hace solo con una vela, se hace con misa, con despojo, con rezo, con permiso, con lágrima si hace falta. Porque tú no puedes soltar lo que no has reconocido. Hay que hablarle al mu**to como se le habla a un ser querido, con respeto pero con firmeza: “Ya cumpliste, ya puedes irte, yo te libero y te prendo luz”. Y si el mu**to no quiere soltar, se trabaja con guía, se hace oración con fuerza, se saca con tabaco, con café, con nombre y apellido, con la vela prendida y el corazón firme. No se le teme al mu**to, se le honra. No se le huye, se le ayuda. Porque lo que tú no liberas hoy, tus hijos lo van a cargar mañana. Y en este camino, aprender a soltar es también aprender a vivir. Así que no esperes a que la cosa se ponga fea: atiende a tus mu***os, limpia tu cuadro, y cuando sea hora de liberar, que sea con luz y con dignidad.