28/10/2025
El Analista y la Carga Ética del Deseo
El psicoanálisis no se trata de que el analista obtenga placer, sino de que el paciente produzca un saber sobre su sufrimiento. La fórmula del fantasma, $⋄a, nos muestra al paciente como un sujeto dividido ($) que busca en el otro (el analista) un objeto (a) que tape su falta y dé sentido a su deseo.
La ética fundamental para el analista, la que define su posición, es no ceder a su propio deseo de goce.
Cuando un analista se comporta de forma que busca la satisfacción personal (sea afectiva, económica, o de cualquier otra índole que implique su propio placer), utiliza al paciente como si fuera ese objeto a que viene a completarlo.
El analista abandona su función de causa del deseo para convertirse en un obstáculo que solo busca su propia plenitud.
En lugar de escuchar la falta del paciente, el analista impone su propia necesidad de g***r, traicionando la relación terapéutica.
Esta actitud no es solo una falta profesional, es la violación ética máxima en Lacan: ceder en su deseo. Al hacer esto, el analista anula la posibilidad de cura, ya que convierte el espacio de la verdad en un escenario para su propia neurosis actuada, dejando al paciente en una posición de sometimiento y alienación en lugar de liberación. El analista debe sostener la falta para que el paciente pueda, por fin, encontrar un nuevo camino para su deseo.
La abstención del goce no es una limitación moral, es el fundamento de la práctica: un analista que cede a su deseo de completarse con el paciente, solo demuestra ser un neurótico más en el diván, pero con la devastadora autoridad de haber destruido la cura.