06/06/2025
Bajo el árbol del abuelo”
Había una vez un joven llamado Nahúm, que vivía con el corazón inquieto y el alma sedienta de respuestas. Había probado de todo: libros, discursos, rituales, caminos que prometían la verdad… pero siempre regresaba con el mismo vacío.
Una mañana, sin saber por qué, salió de casa y caminó sin rumbo por su pueblo. El sol apenas comenzaba a calentar los tejados, y los pájaros cantaban como si el día guardara un secreto. Sus pasos lo llevaron al centro, a la vieja plaza donde los ancianos solían reunirse.
Allí, bajo la sombra amplia de un árbol antiguo, se encontraba un abuelo vestido de blanco, con sombrero y bastón de madera tallada. Sus ojos brillaban como brasas mansas, y su presencia tenía algo sagrado, como si el tiempo se hubiera detenido a su alrededor.
Nahúm se acercó con respeto y preguntó:
—Abuelo… ¿cómo encuentro el camino espiritual verdadero? Me siento perdido.
El viejo lo miró en silencio. Luego golpeó suavemente la tierra con su bastón y dijo:
—Si buscas afuera, solo encontrarás espejismos. Si buscas adentro, tal vez encuentres oscuridad. Pero si aprendes a estar en silencio… el camino se revelará solo.
Nahúm frunció el ceño.
—¿Solo eso? ¿Estar en silencio?
El abuelo sonrió.
—Sí. Porque el silencio es donde habla el espíritu. Y debajo de este árbol, cada hoja lo sabe.
Después, el anciano extendió su mano, le pidió que se sentara junto a él y le enseñó a escuchar el viento, a sentir la raíz bajo sus pies y a respirar con la tierra.
Ese día, Nahúm no encontró respuestas escritas… pero por primera vez, sintió que algo dentro de él despertaba.
Y cada mañana, desde entonces, volvió a ese árbol. No para preguntar, sino para aprender a escuchar.